Desde la perspectiva del conocimiento científico, es acepado que “no hay modernidad sin ciencia ni hay desarrollo económico sin tecnología” y “apropiar una revolución del conocimiento significa institucionalizar la investigación en cuanto práctica social” (Gómez y Jaramillo, 1997, p. xi). En relación con la Orinoquia y la Amazonia existe una barrera que bloquea el diálogo de saberes internos con los externos. Esa dificultad es fracturada por las universidades que se han instalado en la región y que tienen como objetivo la difusión del conocimiento científico en la variedad de profesiones que son asimiladas por las generaciones de estudiantes que pasan por sus aulas. Igualmente, los investigadores han sorteado esfuerzos para mostrar las características, potencialidades, problemas y soluciones de los pobladores, la vasta riqueza del entorno biótico y abiótico de la región y de las subregiones de los departamentos1. En el exterior de la región han ocurrido transformaciones de la ciencia cuyo conocimiento no ha fluido hacia adentro; pero también los conocimientos producidos en la región y consolidados como prácticas ancestrales son desconocidos por científicos y gentes del común que se encuentran en ambientes diferentes a la región.
Hace falta un diálogo que ponga en evidencia unos y otros conocimientos para que sean aprovechados en la superación de las debilidades y contribuyan a mejorar las potencialidades. A continuación, se hace una presentación sucinta de la ciencia solamente con la intención de puntualizar algunos elementos que los investigadores desarrollarán en sus trabajos presentados en estas dos publicaciones o en entregas posteriores.
El desarrollo de la ciencia
La organización de las ciencias que actualmente conocemos ha pasado por un complejo proceso desde su vinculación genérica a la filosofía hasta la segmentación en ciencias naturales y ciencias sociales. La pregunta que conviene resolver es cómo se produjo este proceso y a qué circunstancias respondió y con qué consecuencias.
Mario Bunge (1979) definió la ciencia como el conjunto de conocimientos racionales, sistemáticos, verificables y falibles. La siguiente afirmación es, igualmente, contundente: “donde no hay método científico no hay ciencia” (Bunge, 1983, p. 29). Estas afirmaciones parten del supuesto de la existencia de una sola forma epistemológica, teórica, metodológica y técnica para acceder, desarrollar, organizar el conocimiento y calificarlo como “científico”. Si bien tal posición tuvo sus defensores, también generó sus contradictores que florecieron por doquier. El supuesto tenía implicaciones profundas en su aceptación para todos los campos de conocimiento que pueden ser presentados con el respaldo científico. La pregunta sobre la existencia de un método científico es compleja, e igualmente las respuestas que aquí se esbozan en sus aspectos generales.
La historia ha debatido los argumentos que presentaron unos y otros en la concepción y en la aplicación de lo que consideraron “ciencia”. Las diferencias no se han zanjado con el tiempo, sino que se han profundizado a pesar de los esfuerzos de conciliación y de búsqueda de alternativas de “unificación de la ciencia”. Este ideal fue abordado por el positivismo lógico con el liderazgo de Rudolf Carnap y de Otto Neurath, entre otros, que proponían La Enciclopedia de la Ciencia Unificada, natural o social, en torno a un lenguaje común: el lenguaje de la lógica moderna. La discusión epistemológica se canceló, se redujo a la metodología y luego a técnicas. Los manuales de “investigación” encontraron un mercado en las universidades que acogieron la solución sin discusión. La muerte de Neurath en 1945 detuvo el impulso de la organización.
Entretanto apareció la Estructura de las Revoluciones Científicas de Thomas Samuel Kuhn que causó una controversia mayor con implicaciones filosóficas, científicas e, incluso, teológicas. Estos, y otros campos, fueron afectados por sus tesis demoledoras. Su tesis doctoral en Física en la Universidad de Harvard en 1947 significó un desplazamiento hacia la historia de la astronomía y, por esta vía, accede a la filosofía de la ciencia con planteamientos polémicos que se confrontaban con Karl Popper. Kuhn defendía la tesis de que la filosofía de la ciencia es una reflexión filosófica acerca de las teorías científicas. Se encuentra con que los científicos y las comunidades científicas, lo que hacen es, construir, difundir y aplicar teorías de las ciencias. Mientras desarrolla estas operaciones cambia, confronta, acepta y rechaza teorías por cuanto la ciencia es modificable si, y sólo si, los argumentos tienen la capacidad de demoler las estructuras rígidas de los conceptos y de sus aplicaciones. El mismo es un ejemplo de modificación de sus tesis como consecuencia de las aportaciones provenientes de científicos que estudiaron en detalle los fundamentos de la propuesta inicial de Kuhn. En 1970, publicó un postscriptum, con la precisión de algunos conceptos sobre los paradigmas de la ciencia normal. De las publicaciones de Stephen Toulmin, de Paul Feyerabend, Karl Popper y de Imre Lakatos, entre otros, surge un Thomas Kuhn renovado con lo que propone ahora sobre matriz disciplinar. Son tres los elementos constitutivos que son las “generalizaciones simbólicas”, que son los componentes formales; los “modelos”, entendidos como guías para proceder en la investigación; y los “ejemplares” o problemas concretos con los “valores compartidos” por los científicos. Finalmente, Kuhn define cinco características que debe satisfacer la teoría:
1 Debe ser rigurosa en el interior de su dominio, vale decir del campo y de los resultados observados.
2 Debe ser consistente tanto consigo misma como con otras que sean aceptadas.
3 Debe poder aplicarse a un amplio campo que cubra tanto casos particulares como leyes y teorías.
4 Debe ser simple por cuanto lleva orden a los eventos que analiza y que, de otra manera, estarían aislados.
5 Debe ser fructífera en tanto los nuevos hallazgos de la investigación vinculan objetos o conocidos.
Entretanto la profesora Margaret Marterman se dedica a analizar el concetp de Kuhn sobre paradigma y encuentra que él lo utiliza con 21 definiciones diferentes con lo cual subraya la dificultad en operar con este concepto que ha sido desarrollado más en la sociología que en otras áreas de conocimiento y presenta una operatividad multiusos. Por otra parte, afirma que el concepto no tiene contenidos por no provenir de una orientación filosófica que lo respalde. Con estas debilidades, Kuhn había colocado el concepto de paradigma en el centro de su teoría; en consecuencia, muestra su gran debilidad.
La gran contradicción de Kuhn está en su afirmación de que la revolución científica es un hecho aislado, localizado en la historia, pero ligado a la ciencia normal. Popper sostiene que la ciencia se encuentra siempre en un estado de revolución, de cambio, de innovación. Para el profesor de la Universidad de Cornell, L. Pearce Williams el concepto más problemático de la teoría de Kuhn es la ciencia normal, no el de revolución. Kuhn no presenta demostraciones provenientes de la historia, y Williams sugiere abordar esa investigación histórica.
Desde los años 1930 hasta 1980, la teoría sociológica ideada por Talcott Parsons fue la dominante tanto en la enseñanza de las universidades como en la práctica de investigación no solamente en los Estados Unidos sino en toda América y en Europa, y luego en los demás continentes. Su teoría de la acción social con enfoque estructural funcionalista le dio las bases para proponer la primera teoría de sistemas sociales desarrollada en los Estados Unidos. El fundamento de su teoría estaba en la tradición sociológica de Emilio Durkheim, Vilfredo Pareto y Max Weber. Sus traducciones al inglés le permitieron proponer una amplia difusión del pensamiento sociológico. Su pretensión fue la presentación de una teoría de la totalidad de los fenómenos sociales.
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