La perrita Blackie entendía que el miedo era tan parte de ella
como las patitas. Y, como las patitas, nunca llegó a manejarlo del todo.
Pero tener miedo y seguir adelante también es una forma de valentía.
Índice
Portada
Reina del grito
Créditos Diseño de colección y cubierta: Setanta www.setanta.es © de la ilustración de cubierta: Martine Johanna © de la fotografía del autor: Mahala Marcet © del texto: Desirée de Fez, 2020 © de la edición: Blackie Books S.L.U. Calle Església, 4-10 08024 Barcelona www.blackiebooks.org info@blackiebooks.org Maquetación: Newcomlab Primera edición digital: noviembre de 2020 ISBN: 978-84-18187-63-6 Todos los derechos están reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación sin el permiso expreso de los titulares del copyright.
Prólogo. El miedo
1. La profecía
2. Carrie
3. La noche de Halloween
4. Crash
5. It Follows
6. Una chica vuelve a casa sola de noche
7. Trouble Every Day
8. La posesión
9. La semilla del diablo
10. Prevenge
11. ¿Quién puede matar a un niño?
12. The Conjuring
13. La visita
14. Body horror
15. El exorcista
16. The Final Girl
17. Babadook
18. The Love Witch
19. Tales from the Loop
Agradecimientos
DESIRÉE DE FEZ (Barcelona, 1977) es periodista y crítica de cine, y está especializada en fantástico y terror. Columnista de El Periódico de Catalunya , colabora habitualmente en la revista Fotogramas , en La Finestra Indiscreta de Catalunya Ràdio y en los programas de televisión Página Dos y Punts de Vista , ambos de TVE. También es miembro del equipo del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya-Sitges y conduce el podcast Marea Nocturna (Radio Primavera Sound), programa de referencia sobre cine fantástico y de terror. Además, imparte clases en las escuelas FX Animation: Barcelona 3D & Film School y La Casa del Cine; en esta última, dirige un seminario sobre cine de terror hecho por mujeres. Es autora de la antología Películas clave del cine de terror moderno (Robinbook, 2007); Pantalla rasgada: Quince conversaciones con cineastas y escritores sobre sueños y cine (Arkadin Ediciones, 2014; escrito con Jordi Sánchez-Navarro); y los libros sobre el cine de J.A. Bayona Lo imposible . El libro de la película (Norma Editorial, 2012) y Un monstruo viene a verme: El arte de la película y la visión de sus autores (Norma Editorial, 2016). También ha participado en numerosas publicaciones colectivas en torno a cineastas como Sam Raimi, Abel Ferrara, Don Siegel, Jim Jarmusch, Joseph Losey o Rainer Werner Fassbinder. De su labor como coordinadora destacan los libros para el festival de Sitges Neoculto (Calamar Ediciones, 2012), Takashi Miike: La provocación que llegó de Oriente (Calamar Ediciones, 2013) y Seven. Los pecados de David Fincher (Tyrannosaurus Books, 2015).
Es superfán de Jerry Lewis, Mel Brooks, las canciones tristes, los estilismos de Melanie Griffith en Armas de mujer, el vino blanco (caro) y Buenos Aires, aunque nunca ha estado allí. Tiene una colección de camisetas envidiable. Y es madre de una niña y un niño que, ya desde pequeñitos, heredaron de ella su fascinación por la fantasía y el terror.
Diseño de colección y cubierta: Setanta
www.setanta.es
© de la ilustración de cubierta: Martine Johanna
© de la fotografía del autor: Mahala Marcet
© del texto: Desirée de Fez, 2020
© de la edición: Blackie Books S.L.U.
Calle Església, 4-10
08024 Barcelona
www.blackiebooks.org
info@blackiebooks.org
Maquetación: Newcomlab
Primera edición digital: noviembre de 2020
ISBN: 978-84-18187-63-6
Todos los derechos están reservados.
Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación sin el permiso expreso de los titulares del copyright.
Para Nico, Elliott y Carlo: toda mi colección .
A mi madre, a mi hermana Lola y a mi sobrina Julieta .
—Nico, ponte el abrigo, que llegamos tarde a la guarde.
—No.
—¿Cómo que no? Venga, que Elliott ya está listo.
—Que no. Que me quiero quedar con los yayos.
—¿Con los yayos? Los yayos están en su casa, no pueden venir ahora. Además, tienes que ir a la guarde como todos los niños.
—No.
—¿Pero por qué?
—Porque tengo muchísimo miedo .
Recuerdo perfectamente que era lunes, la última semana de cole antes de las vacaciones de verano, y me quedé un buen rato clavada en la cocina, con la boca abierta, intentando asimilar lo que acababa de decirme mi hija de dos años.
Mi madre, mi hermana y yo. Todas las mujeres de mi familia somos fuertes, muy fuertes de hecho, pero tenemos mucho miedo. Puede parecer contradictorio, pero no lo es: hay que acabar de una vez por todas con esa idea. Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Las tres tenemos más miedo de lo normal, más del que debería estar permitido. No hay una explicación lo bastante sólida y, si la hay, no somos conscientes: ninguna recuerda una situación lo suficientemente traumática que justifique la angustia con la que afrontamos el día a día. Incluso en vacaciones, incluso cuando todo parece estar bajo control y más o menos tranquilo. Cada una ha encontrado la manera de convivir con ese miedo, un miedo que, tanto si es lógico como absurdo, experimentamos con un exceso de intensidad. Nos puede dar el mismo miedo la oscuridad que la muerte, dormir solas y ver un fantasma.
Tenía tan asumido mi miedo que había dejado de pensar expresamente en él. Pero cuando mi hija de dos años, sentada en el suelo del pasillo, con una camiseta de Frozen y una galleta en la mano, me contestó como la protagonista de un slasher , vi claro que tenía que volver a darle una vuelta al tema. Si Nico había dicho «Tengo muchísimo miedo» sin motivo y con la misma naturalidad con la que hubiera podido decir «Tengo caca», solo podía ser por una razón: me lo había oído decir a mí mil veces, la mayoría de ellas como una muletilla en cuanto se me planteaba la más mínima dificultad.
Hicimos el trayecto al colegio como cada mañana, con prisas; yo empujando medio ahogada el carrito calle abajo y mis hijos —Nico sentada y Elliott, que entonces tenía cinco años, de pie apoyado en el respaldo— acabando de desayunar por el camino. Pero una vez los dejé en la guardería y en el colegio, me derrumbé. Por un lado, me sentía muy estúpida por no haber sabido controlar el lenguaje delante de ellos: «Tengo muchísimo miedo». ¿En qué estaría pensando? ¿Cómo había podido decir tantas veces y tan alegremente eso delante de mis hijos? Por otro, temía haberle contagiado a Nico el virus del miedo que compartimos su abuela, su tía y yo. Desde que nació mi primer hijo estoy obsesionada con romper todas las cadenas de miedo que arrastran tanto mi familia como la de Carlo, mi novio y el padre de mis hijos.
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