[2]S. AGUSTÍN, Enchiridion 56, 15; PL 40, 259.
[3]Credo de la Santa Misa.
[4]S. JUAN DAMASCENO, Adversum Icon. 12; PG 96, 1358, D.
[5]Cfr. Mt 28, 20.
[6]Ecclesia, quae iam concepta, ex latere ipso secundi Adami velut in cruce dormientis orta erat, sese in lucem hominum insigni modo primitus dedit die celeberrima Pentecostes. Ipsaque die beneficia sua Spiritus Sanctus in mystico Christi Corpore prodere coepit. LEÓN XIII, Encíclica Divinum illud munus, ASS 29, p. 648.
[7]Dt 32, 10.
[8]PABLO VI, Alocución del 23-VI-1966.
[9]S. AGUSTÍN, Enarrationes in Psalmos, 103, 2, 5; PL 37, 1353.
[10]Eph 4, 11-12.
[11]Rom 12, 5.
[12]Col 1, 18.
[13]S. AGUSTÍN, Enarrationes in Psalmos, 56, 1; PL 36, 662.
[14]LEÓN XIII, Encíclica Satis cognitum, ASS 28, p. 710.
[15]LEÓN XIII, encíclica Satis cognitum, ASS 28, p. 724.
[16]LEÓN XIII, encíclica Satis cognitum, ASS 28, pp. 712 y 713.
[17]Eph 1, 22-23.
[18]Eph 1, 10.
[19]Eph 1, 4.
[20]1 Tim 2, 4-6.
[21]Io 20, 21.
[22]Mt 28, 18-20.
[23]Mc 16, 16.
[24]ORÍGENES, In Iesu nave hom., 5, 3; PG 12, 841.
[25]S. CIPRIANO, De catholicae Ecclesiae unitate, 6; PL 4, 503.
[26]S. AGUSTÍN, Sermo ad Caesariensis ecclesiae plebem, 6; PL 43, 456.
[27]PÍO XII, Encíclica Humani generis, AAS 42, p. 570.
[28]PÍO XII, Carta del S.O. al Arzobispo de Boston, Denzinger – Schön. 3868.
[29]Decreto de iustificatione, cap. 4, Denzinger – Schön. 1524.
[30]SANTO TOMÁS, S. Th. III, q. 68, a. 2.
[31]PÍO IX, Encíclica Quanto conficiamur moerore 10-VIII-1863, Denzinger – Schön. 1677 (2866).
[32]Cfr. SANTO TOMÁS, S. Th. III, q. 62, a. 1.
[33]Cfr. Ibidem, q. 61, a. 2.
[34]2 Tim 4, 1-4.
[35]Cfr. Luc 10, 42.
[36]Mt 15, 8.
[37]Cfr. Is 58, 1.
[38]Act 4, 11-12.
[39]S. AGUSTÍN, Enarrationes in Psalmos, 88, 2, 14; PL 37, 1140.
[40]S. CIPRIANO, De catholicae Ecclesiae unitate, 6; PL 4, 502.
[41]CONCILIO VATICANO II, Const. Lumen gentium, n. 8.
[42]Ibidem, n. 18.
[43]Cfr. Rom 8, 21.
[44]Rom 11, 33-36.
[45]Mt 28, 19.
4«El más inefable misterio de nuestra santa religión: la Trinidad Beatísima». Fiel a la perspectiva Ecclesia de Trinitate, ya aludida, para san Josemaría cada una de las propiedades refleja un aspecto de la esencia de la Iglesia, precisamente en su relación con la Trinidad (sobre este tema, cfr. BURKHART – LÓPEZ, Vida, vol. I, pp. 508-509). También en esto se palpa la sintonía entre el pensamiento del fundador del Opus Dei y la Lumen gentium. Se ponen así las premisas para desarrollar la idea central de la homilía, es decir, el carácter sobrenatural de la Iglesia.
9(nota 5) Cfr. ] cfr. — (sobre el aparato crítico, cfr. p. XVII: Pautas de edición, nn. 1-3)
11(nota 8) Alocución del ] Alocución el
12«Cuando oímos voces de herejía». Ya en el inmediato posconcilio la Congregación para la Doctrina de la Fe, con la Carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales Cum Oecumenicum Concilium, del 24 de julio de 1966 (AAS 58 [1966], pp. 659-661), tuvo que advertir sobre «los crecientes abusos en la interpretación de la doctrina del Concilio», señalando en particular algunos errores, tanto en el ámbito de la fe come en el de la moral.
13«Un elemento humano y un elemento divino». Nuevamente en sintonía con la Lumen gentium, se insiste en la unidad del aspecto humano y el aspecto divino de la Iglesia, un tema constitutivo de la noción de la Iglesia como sacramento. La analogía con el misterio del Verbo encarnado, aquí mencionada, es desarrollada en el n. 8 del citado documento conciliar, no solo a propósito de la unidad, sino también acentuando, como en Cristo, que el elemento humano está al servicio del divino. En esta misma homilía, siete párrafos más adelante, se subraya la indivisibilidad de lo visible e invisible en la Iglesia, denunciando el peligro de separar una hipotética Iglesia solo institucional de otra, igualmente hipotética, exclusivamente carismática. Esta acentuación fuerte de la unidad refuerza, desde otro ángulo, la idea central del carácter sobrenatural de la Iglesia, donde lo humano existe en función de lo divino.
19(nota 15) Ibidem ] LEÓN XIII, Encíclica Satis cognitum, ASS 28
21(nota 16) Ibidem ] LEÓN XIII, Encíclica Satis cognitum, ASS 28
23(nota 17) Eph 1, 22-23 ] Eph 1, 22
26«Con este mandato Cristo funda su Iglesia». La Iglesia existe en vista de la salvación. Evidentemente, esta misma idea se puede expresar de modos distintos, que comportan acentuaciones distintas: la extensión del Reino de Dios, la dilatación de la comunión, la evangelización, la difusión de los medios de santificación, etc. A la vez, el fin último de una institución se distingue, al menos formalmente, de los contenidos de su misión, entre los cuales no todos tienen la misma relevancia. La Iglesia se ocupa no solo de celebrar el culto y anunciar el Evangelio, sino que, ya desde tiempos remotos, desarrolla obras de caridad, de educación, de promoción humana, etc.: un conjunto de actividades que han recibido gran impulso también por parte de san Josemaría. Distinta es la posición, de la que el fundador del Opus Dei toma distancias, de quienes diluyen la finalidad sobrenatural y trascendente de la Iglesia en la instauración de la justicia social, en la que confluyen frecuentemente componentes políticos y discriminatorios. Esta segunda manera de entender la misión de la Iglesia, entonces bastante difundida, comporta una desatención radical al citado mandato misionero de Mt 28,18-20. La llamada al equilibrio entre los contenidos de la misión sigue siendo actual.
27«Ya en el siglo II». Se detecta en esta frase cierto desfase cronológico, pues Orígenes, aunque nació en el siglo II, escribió la homilía In Iesu nave en el siglo III, en el año 249 o 250 (cfr. Annie Jaubert [ed.], Origène. Homélies sur Josué, Sources Chrétiennes 71, Paris, Cerf, 1960, p.9).
29«Entre los mandatos expresos de Cristo se determina categóricamente el de incorporarnos a su Cuerpo Místico por el Bautismo». Se trata de un texto en resonancia con la doctrina conciliar presente en Lumen gentium, n. 14, §1. Desgraciadamente, lo que en tiempos de redacción de estas homilías estaba ya sucediendo, se ha intensificado: la difusión del relativismo religioso, en el sentido de dar igual valor salvífico a las distintas religiones y a las distintas religiosidades. Es esta la actitud de la que san Josemaría busca poner en guardia a sus lectores. No solo a nivel divulgativo, sino también por parte de instancias que se presentan como científicas, el cristianismo y la Iglesia son entendidos, equivocadamente, como un camino más entre los muchos caminos que conducen a la salvación, generando así lo que ha sido certeramente designado como la “cultura del supermarket religioso”: se elige y se cambia de producto según el gusto y la circunstancia del consumidor. Lógicamente, cuando este modo de pensar penetra entre quienes deberían anunciar el Evangelio, la misión apostólica pierde toda su fuerza, pues ya no se le encuentra sentido. Los peligros del relativismo religioso han sido denunciados, una vez más, por la Congregación para la Doctrina de la Fe en la declaración Dominus Iesus, publicada el 6 de agosto de 2000 (EV XIX, nn. 1142-1199).
32(nota 30) SANTO TOMÁS, S. Th. ] S. Th.
34(nota 32) Cfr. SANTO TOMÁS, S. Th. ] cfr. S. Th.
(nota 33) Cfr. Ibidem ] cfr. S. Th.
37(nota 35) Cfr. ] cfr.
39(nota 37) Cfr. ] cfr.
44(nota 41) CONCILIO VATICANO II, Const. Lumen gentium ] Const. Lumen gentium
(nota 42) Ibidem ] Const. Lumen gentium
(nota 43) Cfr. ] cfr.
46«En la Iglesia hay igualdad». La aceptación del carácter sobrenatural de la Iglesia comporta la convicción sobre la voluntad fundacional de Cristo respecto a ella: en sus elementos esenciales, la Iglesia no es como es porque los hombres lo hayamos así decidido, sino porque Dios, de acuerdo con su plan salvífico, de ese modo lo ha establecido. De ahí la inmutabilidad de su naturaleza, desde la época apostólica y durante el correr de los siglos hasta el fin del mundo. En este marco de permanencia en lo esencial se sitúa el aspecto jerárquico de la Iglesia: esto no puede ser considerado como una herencia de la era de las monarquías absolutas, que debería ceder el paso a la visión democrática característica de la sociedad contemporánea. El fundador de la Obra, pionero en subrayar la igualdad fundamental de todos los cristianos, proveniente de la común condición bautismal, no absolutiza esa igualdad volcándola sobre el plano funcional. Observa con aprensión, sin embargo, la tendencia al igualitarismo radical, que no teme denunciar.
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