—¿Y bien? —pregunta. Tomo otro sorbo de mi café y adopto una pose más erguida.
Podría coquetearle, pero George no es el tipo de chicos que solo gustan observar, estoy muy segura de que si cruzo un poco la línea, intentará tocarme.
—Ya sabes, lo usual, por lo que todos te buscan. He venido a ofrecerte un poco de dinero a cambio de tus peculiares servicios.
George sonríe de lado y se muerde el labio superior, siempre he creído que le atraigo y no lo culpo, la gran mayoría de los estudiantes de Johnson Smith están locos por mí.
—Cuánto estás dispuesta a ofrecer, preciosura —el humo del cigarro choca con mi rostro, agito una mano delante de mí para deshacerme del humo antes de responder.
—Tengo el dinero suficiente para que aceptes lo que te propongo.
—Parece que la reina del baile quiere ser ruda una vez en su vida. Dime ¿quién se atrevió a copiarte el vestido?
Río, pero sin diversión, no me agrada que George piense que mis problemas más fundamentales sólo se tratan de moda.
—Hablo en serio, deja las estúpidas bromas —digo con claridad, seguido de esto tomo mi billetera y sacó un fajo de dinero que al instante provoca que los ojos de George se iluminen como los de un pequeño viendo su juguete preferido.
—Puede ser tuyo si entras a la oficina del profesor River y haces que mi grupo de taller cambie.
—¿Y por qué quieres cambiar de grupo? ¿Acaso no eres la chica más popular de esta facultad? Todos quieren que Defne sea su amiga. No creo que tengas problemas de sociabilidad.
—No hagas preguntas, sólo cumple con tu parte —ordeno, no quiero darle más información de lo debido. Sé que George podría usarla en mi contra.
—Okay, okay —levanta las manos para calmarme. Luego, dobla los codos sobre la mesa—. Quiero también pases libres para las fiestas universitarias que organizan tú y tu grupito de niños bonitos.
—Trato hecho —digo de inmediato.
Quiero evitar que se arrepienta y tomar esta extraña y fácil misión como una señal de que es el momento correcto para acercarme a Loann.
—Y…—se acomoda en su asiento—. ¿Cuál es el grupo predilecto?
Aclaro la garganta antes de cantar todos los apellidos que recuerdo, debo haber mencionado a alguien que no correspondía. Quito a George de mi grupo y agrego al último el apellido de Loann.
—Eso será muy sospechoso para River, confundirse al subir el listado le parecerá sumamente raro —noto en su tono de voz algo de chantaje. Coloca su mano sobre la mía y me sonríe de lado.
—Quizás también puedas ser un poco amable conmigo.
—Acepta el dinero, será más de lo que te ofrezcan en un largo tiempo —digo levantándome de mi asiento. Larry se encuentra mirándonos con ojos de águila desde el taburete, muy listo para llamar a la policía si él intenta algo más. Aunque sé qué George podría anularlo con un buen golpe en la nariz.
—Está bien, preciosa, aceptaré el dinero, pero si las cosas se ponen feas sabes que tengo una boca enorme. No voy a dudar en decir que fuiste tú quien me ofreció hacer esto.
Revoleo los ojos.
—¿Trato? —digo, fastidiada.
Él asiente.
Sonrío sintiendo que saboreo el triunfo. No fue tan difícil convencer al chico malo de dejar la curiosidad a un lado, pero...no me fío por completo de sus oscuras intenciones. Sé que dentro de esa cabeza no solo se encuentran rizos enmarañados y nudos. Y temo descubrirlo muy pronto.
***
Lunes por la mañana.
Las clases universitarias empiezan otra vez, mis días se terminan y el tiempo para conquistar al amor de mi vida se agota a cada segundo.
El taller con el profesor River está a punto de empezar en un par de horas y he estado ansiosa toda la mañana. Las uñas acrílicas se han llevado la peor parte y, sobre todo, el brazo de Larry. Cuando estoy en esta crisis de nerviosismo soy una pellizcadora profesional.
Mis pies se mueven rápido hacia el taller de River, exactamente aula número 208. Tomó asiento en la misma carpeta de la semana pasada y respiró profundo para tranquilizarme. ¿George cumplió con su parte del trato?
Larry está detrás de mí jugueteando con mi cabello y cuchicheando lo guapo que es JC. No le presto mucha atención porque la ansiedad no me deja procesar palabras ahora. Mis dedos no dejan de moverse sobre el pupitre mientras imagino los peores escenarios, como que el profesor River me acuse de violación de registros académicos, o peor aún, siendo expulsada y humillada por Lilian al descubrir mi enamoramiento por su novio.
River empieza a dictar los nombres de los nuevos equipos de este taller, uno a uno. Hasta que, como el canto de un ángel, pronuncia: Loann Cooper y Defne Prinsloo.
Disney es la primera en quedar boquiabierta, seguido de River quien parece no entender las fallas del sistema.
Sonrío interiormente.
George ha hecho su trabajo a la perfección: Entró a la oficina del profesor y cambió los nombres en el sistema grupal.
Me atrevo a sonreír un poco, pero cuando creo que estoy un paso más cerca de él, Loann me sabotea colocándose de pie.
—¿Hay alguna forma de cambiar los grupos?
Insolente.
—Lo dije muy claro, señor Cooper —dice River, aun ojeando sus anotaciones, pero no dando paso a aceptar la equivocación—. Los grupos son fijos hasta el fin del semestre.
—Estoy muy seguro de que este no era mi grupo. En el sorteo…
River lo interrumpe y, por primera vez en mi vida, quiero hacerle cariño a ese bigote canoso.
—Qué más da el orden de los grupos, la idea es sociabilizar con tus compañeros y cumplir las metas de este taller.
—Hay compañeros con los que no quisiera sociabilizar —dice Loann, en un tono molesto, de fastidio, odioso y nefasto.
Me encojo en mi asiento. Tomo otra gran respiración y me acomodo erguida en mi asiento.
—Estoy de acuerdo con Loann, profesor —River me observa por encima de sus anteojos y Loann clava su mirada en mí mientras enarca una ceja; hago lo mismo y continúo—. Personalmente, no quiero sociabilizar con Cooper.
River se saca los anteojos y los limpia con su camisa desfajada.
Por su gesto sé que está a punto de decir algo muy similar a: “Pues se joden”.
—Lo lamento mucho, el grupo está formado y si tienen algún conflicto interno, pues soluciónenlo como las personas de su edad. ¡Son futuros médicos! —dice exaltado—. Sean profesionales y dejen las niñerías de preparatoria. Y con esto quiero advertirles a todos que no toleraré más reclamos. Si no quieren llevar este taller, la puerta está abierta.
Loann se mantiene en silencio y con los labios fruncidos. No dice una palabra más hasta que River termina su clase diciendo:
—Mañana por la tarde he organizado todo para que puedan ir por su animal asignado. No olviden revisar sus correros con la información y dirección exacta. Hasta la próxima clase, jóvenes.
Cuando todos guardamos nuestras libretas en los bolsos y mochilas, Disney y Loann se colocan a un lado del marco de la puerta. Puedo oírlos desde aquí, así que tardo un poco más de lo normal en guardar mis cosas.
Ella le habla de un viaje y él parece no estar muy de acuerdo con ello. Después de unos segundos, mi mirada se choca con la de Disney. Tomo mi móvil y finjo buscar algo antes de salir del aula.
—¿Todo bien, mi amor? Creo que el anuncio de los grupos te dejó molesto —empieza a decir, con esa voz chillona tan fastidiosa.
—De bien, nada. Será una completa tortura —suspira y se toca el puente de la nariz—. Puedo manejarlo, no le demos mucha importancia a eso.
Mi pecho se comprime.
“No le demos mucha a importancia a eso”.
Pues “eso” me costó dinero, idiota. Si no supiera que tu concepto de mí está basado en lo que hablan en los pasillos, te odiaría. Pero no puedo, porque me encantas y voy a demostrarte que esta versión que crees ver, no es la verdadera y más sensacional parte de mí.
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