Frank extiende un brazo sobre la espalda de JC y deja caer su mano en su hombro, le da unas palmaditas mientras me sonríe como un idiota. Me apresuro a beber el ponche con toda la intención de apartarme de ellos, hasta que mi ex novio decide comportarse como el idiota que siempre ha sido.
—Sí, sí —lo escucho susurrarle a Frank, luego enarca una ceja —. Defne lo recuerda muy bien.
—¿Recordar qué? —cuestiono.
—JC nos contó que tú y él follaban en lugares públicos —ingresa Trina—. Vaya, qué arriesgada.
—Hay fotos del momento exacto en el que te atragantaste —agrega Frank, provocando que deje el vaso de ponche en la mesa y me ponga alerta.
—Vaya, parece que mi vida sexual no te deja dormir. Estoy segura de que las chicas te deben tener en la lista negra para que no te quede más remedio que excitarte con las falsedades de JC.
Frank toma su bebida de un solo trago.
—Tus ex novios han hablado maravillas de ti. No te preocupes —dice Trina y yo la miro con atención.
—¿Ah sí? Dímelas, Tri. Creo que tú estás más enterada de con quién me acosté que yo misma. ¿Tan aburrida es tu vida?
—Defne, no seas mustia, por favor —regaña—. Entendamos que esas poses no quedan en el grupo. Todos asumimos aquí lo que hacemos. En tu caso, te acostaste con media facultad. Somos amigos de JC, es normal que lo sepamos.
Miro a JC y parece avergonzado, pero lo oculta baja una sonrisa que complace a su clan.
—No, no es normal. Y si lo tuve o no debería importarles una mierda. Pero si no pueden vivir con eso, la respuesta es no.
—Hay fotos, linda. ¿No te autoproclamas la chica más deseada de la carrera? ¿No deberías estar acostumbrada a que tus ex novios filtren este tipo de información privada? —tontea Trina—. Además, Dios, todo el mundo tiene nudes en internet. Asúmelo y ya.
—No existe siquiera eso.
—No se vale mentir, muñeca —Frank me enseña la fotografía de unos senos. No son míos, pero sea de quien sean, los están difundiendo. Y no es que nunca lo haya hecho. Compartir una fotografía “graciosa” entre amigos y hablar sobre ellos en mi red de mensajería. Sin embargo ahora, me genera un hueco hondo en el estómago y ganas de vomitar. Entiendo que el morbo era gracioso hasta que me tocó a mí.
Respiro profundo, ellos me miran y luego se carcajean entre ellos. Quisiera irme, pero lejos de eso, doy media vuelta en dirección a la mesa de bocaditos y tomo otro vaso para llenarlo de ponche. Giro otra vez y arrojo el contenido en el vestido de Trina, luego doy un puntapié en los testículos del gordo Frank.
—Eres una perra —masculla Trina, antes de hacerse camino entre todos.
Antes de irme, miro a JC completamente decepcionada. Ahora estoy más segura de que haber iniciado un romance con él fue la peor decisión de mi vida.
—¡Muchachos, por favor necesito su atención aquí! —exclamo levantando las manos. Al principio logro captar la atención de un pequeño grupo, pero luego estos colaboran para que los demás residentes del club giren hacia la pequeña escena que he formado.
—Parece que nuestro JC y su amiguito aún no entiende que Defne Prinsloo no se involucra con idiotas. Eras un buen tipo JC, pero necesitas ¿crecer? A ambos, digo, no quiero ofenderte. Oh, lo siento. ¿Era un secreto? Perdón.
Todo el ambiente estalla en risas y comentarios. JC atina a hacer lo mismo y a frotarse la nariz. Luego, se acerca a mí y me toma del brazo.
—Muy graciosa, Defne, ¿a qué estás jugando?
—A qué estás jugando tú diciendo mentiras de mí —me trato de zafar de su agarre, pero él me aprieta fuerte. No me amilano, me enfurezco aún más—. Digas lo que digas, nada de las mentiras que inventes de mí te harán más hombre. Todo lo contrario, cada día caes más bajo. Ni siquiera puedo mirarte a los ojos. Eres despreciable, JC.
JC me suelta, pero antes de eso trata de recuperar el control diciendo:
—No juegues conmigo a la chica valiente. Sabes que siempre obtengo lo que quiero.
—¿Vas a decirle a tu padre que me obligue a regresar contigo?
El padre de JC es un punto débil en él. Lo veo acomodarse el cuello de la camisa y adentrarse en el grupo de universitarios. Escucho a Trina maldecir mientras se dirige a uno de los baños y a Frank seguir lamentándose por el puntazo que le di. Trata de incorporarse con la intención de irse contra mí, pero se resbala en el suelo pegajoso y cae como una bolsa de papas. Aprovecho la oportunidad para ir en busca de Larry.
En el camino, encuentro a George bailando con una morena muy sensual. No me ve, está muy concentrado en pegarse al cuerpo de su acompañante. Me estremezco de solo verlos. No me gustaría tener a George tocando mi cuerpo o siquiera bailando. Sin embargo, recuerdo que en media hora lo tendré frente a mí.
George no es de fiar, sé que él tiene algunos problemas con las drogas y que le gusta demasiado el dinero. No deseo verme envuelta en algo turbio, pero...
Loann.
Suspiro profundo. Los suspiros que solo se dan cuando piensas en algo realmente placentero.
—Loann —susurro bajo el volumen incesante de la música.
Cierro los ojos. Loann Cooper ¿por qué eres tan mágicamente atractivo? ¿por qué me gustas tanto? ¿por qué no eres mío?
—¿Por qué no eres mío, Loann Cooper? —me pregunto, cual loca adicta a su única fantasía. Cual loca en medio de un gran mar de opciones y yo solo deseando cerrar los ojos para imaginarme besar sus labios.
—Porque él es mío, Defne Prinsloo.
Mis ojos se abren de un tirón.
Como un golpe en la cara, como una caída al vacío en medio de un hermoso sueño, como cuando despiertas después de haber tocado lo anhelado, Disney se encuentra frente a mí mirándome furiosa.
—Loann es mío, Defne. Podrás ser la Diosa de Johnson Smith, pero no de él. No de Loann. Cuando estoy frente a él, no hay persona que logre romper eso. Ni tú, ni nadie —dicho esto arroja medio vaso de ponche en su propio vestido y luego empieza a gimotear.
Me quedo completamente sorprendida por su acción. No me muevo solo la observo chillar y chillar como una niña de dos años. Cuando reacciono y entiendo lo que acaba de hacer, la aparto de mí, pero entonces una mano sobre la mía hace que retroceda. La calidez de su palma me hiela, hace que todas las terminaciones nerviosas de mi antebrazo cobren vida y emitan descargas eléctricas. Me hacen tambalear un poco y hasta titubear. Ni siquiera tengo que ver su rostro para saber que se trata de él.
Y así como la magia inicia, se disuelve con una sola mirada. Una mirada que me duele y me lastima aún más que las estúpidas bromas de los amigos de JC. Un efecto que solo él tiene sobre mí. Loann está molesto y sé que lo siguiente que dirá no me gustará en lo absoluto.
Cuarto Intento
No puedo notar el color de sus ojos en la escasa luz del club, pero la espesa línea de cejas y la arruga en medio de estas me dicen claramente que Loann está molesto. Sus labios están apretados por un momento y su posición es rígida. Sin embargo, cuando creo que dirá algo hiriente, él toma el rostro de Lilian y deposita un beso en sus labios. Seguido de esto, la mira con preocupación y recorre con dedos amables y delicados la mancha de refresco que ella misma arrojó sobre su ridículo vestido.
—¿Qué ha pasado, Lili? —pregunta. Su voz es lo suficientemente gruesa para hacer que el cosquilleo en mi estómago empiece a nacer. Quisiera que no me gustara tanto.
Lilian me da una mirada fugaz.
—Estaba hablando con Defne y me he tropezado —miente.
Loann vuelve la mirada hacia mí. No parece molesto, pero sí a la defensiva.
Sé que no le cree y sé que intenta amedrentarme para que diga la verdad. Así como también sé que Lilian no es la niña tierna que creen todos.
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