Eliseo Vila
Escritor
1La Verdad, primera revista publicada por Juan Antonio Monroy en su época en Tánger.
2La revista La Verdad llevaba en la cabecera la conocida frase de Machado: “¿Tu verdad? No. La Verdad. Y ven conmigo a buscarla; la tuya guárdatela”.
Introducción
La Biblia es el libro que ha marcado el devenir de la humanidad. Sus enseñanzas siguen en vigor miles de años después de haber sido promulgadas. No existe tema humano que escape a su doctrina. Entre estos temas está el sexo. Todos los aspectos de la sexualidad, todas sus variantes, están presentes en sus páginas. Hoy día, cuando el sexo es el pan diario, cuando periódicos, revistas, televisiones, radios, internet y otros medios de comunicación nos bombardean constantemente con noticias protagonizadas por acciones sexuales, no está demás conocer lo que la Biblia inspirada nos dice al respecto. Hay más sexo en la Biblia de lo que generalmente se piensa.
Encarando el tema desde sus orígenes, ya en el Edén encontramos las perspectivas divinas en torno al sexo. Algunos comentaristas del Génesis han sugerido que el acto sexual de Adán y Eva fue el pecado original que motivó la expulsión del paraíso. Esta interpretación ha tenido efectos nefastos a lo largo de siglos. Comentaristas católicos de todos los tiempos llegaron a considerar el sexo como una práctica sucia, “desaprobada por Dios y causante de todos los males de la humanidad”.
La teoría sexual del pecado original ha estado basada en dos elementos: la intervención de la serpiente, asociada en pueblos primitivos con el órgano viril, y la reacción de Adán y Eva cuando contemplaron su desnudez. Quien más contribuyó a esta errónea interpretación fue San Agustín, uno de los llamados padres de la Iglesia. Nació en Tagate el año 354 y murió en Hipona, ciudades situadas en el Norte de África, el 430. Está considerado como el “padre de la Iglesia” que más escribió sobre la Biblia. Agustín insistía en que el deseo sexual animó a Adán a aceptar la propuesta de Eva. De su teoría surgió la idea de relacionar el sexo con el pecado original. La interpretación de Agustín fue propagada por la Iglesia católica a lo largo de mil años y sigue teniendo influencia en varios sectores del catolicismo hasta el día de hoy.
Antes de redactar las páginas de “Sexo en la Biblia” volví a leer, otra vez, una a una, las páginas de los 66 libros que figuran en la Escritura Sagrada. No fue una lectura espiritual, como en otras ocasiones. Fue lectura crítica, lectura de investigación. Aun así mantengo la impresión de haber dejado sin registrar algunos temas referentes al sexo.
He utilizado algunas obras de consulta, no muchas. El contenido de este libro es original, resultado de una exploración propia en las páginas de la Biblia.
La cantidad de textos bíblicos que figuran en el libro se debe a que he tenido en cuenta evitar comentarios con ideas propias y dejar que hable la Palabra divina.
Finalmente toca decir que algunos capítulos, que aquí aparecen por orden alfabético, son más extensos que otros. Se debe a la importancia de cada uno de los temas.
Capítulo I
Adulterio
La definición más común de adulterio es la realización del acto sexual de una persona casada con otra que no es su pareja. Escribiendo en defensa de la mujer, el historiador griego Plutarco de Queronea, siglo primero de la era cristiana, dice en sus Obras Morales que “hay maridos tan injustos que exigen de sus mujeres una fidelidad que ellos mismos violan”.
1. Condena del adulterio
En la primera parte de la Biblia la legislación hebrea sobre el adulterio coincidía sustancialmente con la de los pueblos vecinos. Las penas aplicadas a los adúlteros eran muy severas. De ello da fe el texto de Levítico 20:10.
“Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos”.
El mismo castigo se repite en Deuteronomio 22:22.
“Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel”.
En ninguno de los dos casos se específica la forma de muerte, pero atendiendo a Juan 8:4-5 se cree que se trataba de lapidación.
“le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?”
2. Adulterio del pueblo judío
Empleando un estilo directo, los profetas Jeremías y Ezequiel denuncian por boca de Jehová el adulterio cometido por el pueblo hebreo contra su Dios.
“Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto te has olvidado de mí, y me has echado tras tus espaldas, por eso, lleva tú también tu lujuria y tus fornicaciones.
Y me dijo Jehová: Hijo de hombre, ¿no juzgarás tú a Ahola y a Aholiba, y les denunciarás sus abominaciones?
Porque han adulterado, y hay sangre en sus manos, y han fornicado con sus ídolos; y aun a sus hijos que habían dado a luz para mí, hicieron pasar por el fuego quemándolos”
Ezequiel 23:34-35
La acusación de Jeremías se basa en que el pueblo hebreo “adulteró con la piedra y con el leño por la ligereza de su fornicación”, es decir, multiplicó sus prostituciones idolátricas. Consecuencia de ello fue que “contaminó la tierra”, Palestina, la heredad de Jehová (Levítico 20:24).
“Y sucedió que por juzgar ella cosa liviana su fornicación, la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño.
¿Cómo te he de perdonar por esto? Sus hijos me dejaron, juraron por lo que no es Dios. Los sacié, y adulteraron, y en casa de rameras se juntaron en compañía”
Jeremías 3:9 y 5:7
3. Profetas adúlteros
Si el apóstata reino de Israel nada desmerecía con sus adulterios e infidelidades, los profetas que supuestamente debían guiar al rebaño no eran mejores que el pueblo. La denuncia contra ellos era severa y justa. Jehová vio los desatinos de los profetas de Samaria y las mentiras e iniquidad de los profetas de Jerusalén:
“En los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar a mi pueblo de Israel.
Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra”
Jeremías 23:13-14
4. Adulterio de David
Como hombre religioso, rey de naciones, guerrillero, político y diplomático, músico y poeta, filósofo, David ocupa un lugar de relieve en la primera parte de la Biblia, donde aparece como hombre superior a su tiempo y a sus contemporáneos. Sobre todo, si se le compara con su predecesor Saúl.
Sin embargo, la historia bíblica, siempre fiel a la verdad de los hechos, lo presenta sujeto a fuertes tentaciones carnales. Incurrió en varios casos de adulterio. El más nombrado en la Biblia fue el protagonizado con la hermosa Betsabé, casada con Uría, un general del ejército de David. La historia se resume en estos tres versículos:
“Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa.
Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo.
Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y el durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa”
2º de Samuel 11:2-4
5. La mujer de Oseas
Como símbolo de las relaciones entre Jehová e Israel Dios da al profeta Oseas una orden extraña: tomar por esposa a una mujer adúltera:
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