Las referencias anteriores dan un contexto que facilita la presentación de un devenir mediado, entre otras, por la situación social, el estatus académico y profesional, las concepciones epistémicas, la naturaleza de la realidad objeto, los diferentes escenarios y contextos de institucionalización, así como las diferentes apuestas en las intencionalidades formativas, que se materializarían en la consolidación de propuestas formativas profesionalizantes, las cuales presentamos a continuación.
La psicología y las universidades
La psicóloga Ángela María Robledo (2008), nos recuerda que:
Ignacio Martín-Baró decía hace algún tiempo que el desarrollo de la psicología en América Latina estaba intrínsecamente relacionado con el desarrollo de las sociedades occidentales, y que, a su vez, la psicología estaba constituida prioritariamente por las producciones realizadas en los que hoy en día llamaríamos los centros hegemónicos de poder. Por ello nos invitaba a examinar los problemas específicos de nuestros pueblos, sin lo que él llamaba “las orejeras de los marcos teóricos”, los cuales, en ocasiones, se convertían en un a priori que sesgaba la realidad y limitaba, de manera interesada, nuestras comprensiones. (p. 15)
Así, trabajar sobre la génesis de la psicología en Medellín demanda una postura crítica y altamente valorativa del acontecer histórico, léase económico, político, educativo y antropológico, donde lo ideológico y la institución tienen cabida al percibirse como telón de fondo de las prácticas que han dado lugar a dicha disciplina.
La psicología en Medellín tiene como año fundacional 1972, al iniciar labores académicas la primera facultad de psicología en la USB en Antioquia, siendo esta la sexta en todo el país. Esta facultad se instauró como la madre de los psicólogos en la ciudad y fue el paradigma de formación por excelencia durante muchos años. Se caracterizó desde sus inicios por vincularse decididamente con la psicología científica de paradigma dominante; sus egresados eran reconocidos por su formación experimental, el uso de laboratorio, el curso de etología, entre otros. “Además, un fuerte pensamiento cientificista, derivado del ímpetu del siglo de las luces, invadía todos los espíritus: era necesario ser científicos en sentido moderno para ser acogidos en el seno de la respetable familia de las ciencias” ( Lopera, 2005, p. 149).
Figura 1.1 Hitos en medio de la institucionalización
Fuente: Elaboración propia.
Para el año 1975 aparece un proyecto que se perfilaba diferente a la propuesta de la USB. Un grupo de psicoanalistas freudianos, kleinianos y lacanianos solicitó al Consejo Superior de la U. de A. la aprobación de un programa de formación denominado Sección de Investigaciones Psicológicas, el cual se hizo realidad el 25 de junio de 1975, con un énfasis teórico-psicoanalítico y una formación complementaria de orden humanístico, filosófico y antropológico.
A partir de estos dos hechos fundacionales se inicia una polarización ontológica, epistemológica y metodológica a la hora de formar psicólogos en Medellín, que direcciona rutas de formación, contextos teóricos, escenarios y dinámicas relacionales del gremio, propias de este sector del país.
No van a ser pocos los relatos orales de esta época de polarización formativa, fuertemente influenciados por la condición socioeconómica y política donde estaban enmarcadas las dos propuestas. Por un lado, una universidad católica franciscana, privada y de estratificación media alta y alta, como alternativa de formación en la ciudad; y por el otro, una universidad pública, en medio del furor del hipismo de los años sesenta –ya con más de quince años de tradición, pero vigente en la alma mater –. Esta universidad se inspiraba por académicos del talante de Estanislao Zuleta y por el trabajo de los griegos clásicos y los pensadores de la sospecha (Marx, Freud y Nietzsche), los filósofos como Foucault y el psicoanálisis francés con Lacan, y los escritores Octavio Paz, Neruda, Borges y Benedetti.
Es importante aclarar, como lo dice Ardila (1998), que en esta década de los setenta en Colombia se contaba con los programas de pregrado en psicología que surgieron en los años cuarenta, y hasta los años noventa no se evidencian nuevas propuestas.
Así, en 1990 el rector general de la UPB, monseñor Darío Múnera, convoca a las psicólogas Blanca Escobar Vélez, María Isabel Herrón, Blanca Ruby Rendón y Marta Gutiérrez, lideradas por el psicólogo y presbítero Ancizar Restrepo y la psicóloga y pedagoga Ofelia Acosta (1999) –formados en la Universidad de San Buenaventura y vinculados con la UPB en diferentes escenarios de desempeño– para pensar la propuesta de psicología UPB (Medellín), la cual nace como extensión de la Facultad de Psicología UPB (Bucaramanga), en la que tuvo bastante participación fundacional Ancizar Restrepo.
En este sentido, los actores manifiestan que la “idea era crear una facultad con cierto grado de eclecticismo”, para facilitar la formación de psicólogos que ayudaran a “superar” las tensiones formativas de “apuestas dogmáticas” en las que se había ido incurriendo en las facultades de la U. de A. y la USB. La facultad de psicología de UPB (Medellín), siendo una extensión de UPB (Bucaramanga), mantuvo su independencia, puesto que solo fue una estrategia legal para funcionar en Medellín frente a las exigencias ministeriales, lo que facilitó la autonomía en todos los niveles del proceso formativo. Afirma Ofelia Acosta (comunicación personal, marzo de 2011) que la propuesta formativa sí estaba claramente intencionada hacia la psicología cognitiva, aunque no por ello dejaba de lado las otras apuestas formativas. De esta manera, aparece en el contexto antioqueño el tercer programa de psicología en la UPB, con un cuerpo docente de psicólogos egresados de los programas de la USB y la U. de A. La propuesta de psicología de la UPB surge como un “oasis” de formación en medio de las constantes polarizaciones a que dio lugar la USB y la U. de A. durante casi veinticinco años de hegemonía en los procesos de formación de los psicólogos en la ciudad.
Los programas como este, con nuevas propuestas, comienzan a aparecer en la ciudad. Los psicólogos formados en las dos facultades de tradición se ocupan en otras instituciones de poner en discusión lo que hasta el momento se daba como hecho. Es un momento en las ciencias sociales en el que se está recogiendo lo que fue el siglo XX, con el fin de pensar en la convergencia, el holismo y la complejidad, y situarse en lo que contemporáneamente se puede leer como un periodo de transición, de incertidumbre y de construcciones alternativas ( Quintero, 2000). También lo muestran así las palabras de Tamayo (2000):
[…] es prioritario comprender que el presente proyecto no pretende rivalizar con las demás facultades de psicología y decirles: lo que ustedes hacen está mal o están equivocados. No; no se trata de ello, se trata sí, de demostrar que la psicología debe darle la bienvenida a cambios y transformaciones metodológicas que por sí mismas llevan en su contenido procedimientos efectivos para con su función ejercer en el comportamiento humano, importando el espacio y lugar de desempeño. (p. 252)
Así, en 1995 la Universidad Cooperativa de Colombia (UCC), seccional Medellín, propicia otra modalidad de formación en psicología liderada por el psicólogo Hernando Camargo, exdecano de la USB. La universidad se inspiró en la cultura misional del cooperativismo y ofreció jornadas diurnas de presencialidad, concentrada los días viernes en la noche y sábados todo el día, para luego convertirse en modalidad mixta, una novedad en la ciudad y el departamento de Antioquia, pues la sede de la facultad quedó en el municipio de Envigado (Mazo, comunicación personal, abril de 2011).
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