—Es patética, ¿verdad?
Apoyé la cabeza en mi respaldo perezosamente. No tenía muchas ganas de contestar a cualquier cosa que tuviese que ver con Sofía.
—Prefiero no meterme en líos, pero sí, lo es.
Me empecé a reír levemente. La mayoría de las cosas que decía Ángela, fuesen graciosas o no, me hacían reír.Volví mi cabeza hacia ella, pero esta no se reía conmigo, sino que me echaba miradas fugaces hacia arriba, indicándome algo. Seguí su mirada. Brianna estaba de brazos cruzados con cara de malas pulgas.
—¿¡No sabéis hacer otra cosa que burlaros de Sofía!? Además, recuerda que Dilan salió con ella —soltó con verdadera crueldad.
Un brillo burlón asomó en sus ojos, haciendo que se me crispara el vello debido al coraje.
—Con decir ese tipo de cosas solo estás demostrando lo desesperada que estás por divertirte, pero si te soy sincera, me estoy divirtiendo yo más con lo patética e infantil que ere —espete fríamente.
Brianna levantó una ceja con sorpresa, no esperaba que le contestase. Abrió la boca, pero se vio obligada a callar al no encontrar respuesta.
—Bien dicho, Emma —apunto Ángela, dedicándome un guiño divertido, como siempre solía hacer siempre, y solté una carcajada. Echaba en falta su humor.
—Alguien tenía que cerrarle la boca.
Mi amiga asintió a la vez que la puerta de clase se abrió, dejando paso a un Jones bastante enfadado. Su expresión rebosaba ira en estado puro, no debía de tener un buen día. Se paró ante la pizarra y empezó a dar golpecitos con un pie, frustrado. Agarró la tiza con fuerza y se puso a escribir sin más.
La clase había sido más rápida de lo normal. El hecho de haberme pasado el tiempo equivalente a un verano encerrada en casa me había devuelto las ganas de atender y aprender. Ángela no parecía compartir mi opinión. Se había pasado toda la clase canturreando y quejándose por la lentitud del profesor y del reloj.
—Bien, clase —suspiró Jones a regañadientes—, como iba diciendo antes de que…
Una fuerte alarma hizo que sus palabras quedaran mudas y que todos empezaran a recoger sus cosas y a salir de clase con suma rapidez.Ángela agarró mis cosas, las echó en mi mochila y me instó con brío para que saliese del aula. En la puerta me esperaba una mirada gélida de parte de Sofía, quien no tardó en girar la cabeza a modo de desprecio. Era obvio, no soportaba mirarme.
—¿¡Y June!? —preguntó Sofía. La frustración se palpaba en el ambiente. Una chica rubia de curiosos ojos verde grisáceos apoyó su espalda en una taquilla antes de continuar. Llevaba un vestido amarillo tres tallas más grandes, unos zapatos grises y una sonrisa pícara.
—No lo sé —contestó—. Ella hace lo que le da la gana. —Su tono era de suficiencia, cosa que a Sofía le crispó los nervios. Esta se cruzó de brazos y se pellizcó el puente de la nariz.A pesar de intentar llamar la atención, nadie del pasillo se fijaba en ella. Ni siquiera su amiga Brianna intentaba reparar en ella. Parecía que ya no podía soportarla.
—Pues entonces tú tendrás que pasarme los apuntes de Ciencias —dijo Sofía.
Brianna levantó una ceja con desconcierto y descruzó los brazos. Entreabrió la boca varias veces, como si no encontrase las palabras adecuadas. Sofía seguía mirándose las uñas con detenimiento, pensativa.
—Sofía, yo no voy contigo a clase de Ciencias.
Tardó unos segundos en procesar la información y, tras hacerlo, soltó un bufido feroz y quemó a su amiga con la mirada, poniéndose roja.
—¡Pues busca a June! —gritó.
Brianna agachó la cabeza, intentando no enfurecer más a Sofía. Soltó un suspiro de paciencia, como si prefiriese no decir nada más.
—Creo que ya no hace falta —comentó Brianna, señalando a la multitud reunida en el pasillo.
Una chica de pelo marrón y ojos grises destacaba entre todos, básicamente por su escasa estatura y sus tacones, treinta centímetros más altos de lo permitido. Se quedó mirando fijamente a Brianna y a Sofía, y no tardó en dibujar una amplia sonrisa. Sofía bufó, a la vez que observaba sus uñas, una por una. Se notaba que tratar a sus amigas con tal desdén ya era algo común en ella.
La chica no dudó un segundo en estrechar con un fuerte abrazo a Sofía, pillándola por sorpresa.
—¡Holi! ¿Qué tal chicas? —preguntó, soltando a Sofía de su mortal abrazo.
Brianna sonrió y negó con alegría. No había duda: June era única, más amigable que Sofía. Aquello lo demostraba Brianna con una sola mirada. Despreocupada, June se sacó una magdalena medio aplastada del bolsillo y le dio un mordisco con avidez. Sofía frunció el ceño y, tras poner los ojos en blanco con impaciencia, se armó de valor para soltar unas palabras:
—¿¡Me puedes dejar los apuntes de Ciencias!?
Los ojos de June se abrieron de golpe, dilatando las pupilas, como si acabase de aterrizar en la tierra.
—No sé exactamente si los tengo —dijo con la boca todavía llena.
Sofía soltó un gruñido de indignación y empezó a andar con paso decidido, como si para ella fuese obvio que sus amigas iban a seguirla.Tenía la superioridad demasiado subida a la cabeza. Brianna dejo de apoyar su espalda en las taquillas para seguir a Sofía y June a regañadientes, teniendo que esquivar a la gente que parloteaba en medio del pasillo, sin más.
—¡Habla con la boca vacía, asquerosa! —le siseó Sofía.
June simplemente desvió su mirada hacia un lado, buscando el apoyo de Brianna.
—¡Ha dicho que no! —comentó Brianna mientras se le acercaba. Montó en cólera y, apretando sus puños, se encaró con Sofía. Esta dejó de andar y se giró para mirar atentamente a June:
—¿¡Vas enserio!?
June se quedó de piedra, engullendo su magdalena con rapidez, y esperando una reprimenda.
—Yo… lo siento. Se me olvidaron.
Sofía se echó las manos a la cabeza.
—Pues ve a buscar a alguien que los tenga. ¡Venga!
Brianna abrió los ojos de par en par, como si no diese crédito a aquello.
—Está bien —susurró June con tristeza—. Lo siento. Chao, Bri. Chao, Sofi.
Sofía cogió aire y levantó la cabeza. No parecía darle importancia a la reacción de su amiga. Los nervios de Brianna se volvieron a crispar al ver como Sofía se acercaba a su taquilla con paso seguro, como si no ocurriese nada, pero se tragó un mal comentario para seguirla con desdén.
—¿Por qué le has hecho eso a June? Sabes perfectamente que es muy sensible y que se siente culpable por todo —le dijo al llegar a su lado.
Sofía abrió su taquilla con tranquilidad y empezó a revolverla.
—Di lo que te dé la gana, Bri. ¡Tampoco la he matado!
Brianna levantó las cejas con sorpresa y en un ataque de rabia imitó a su amiga con descaro, poniendo caras sin que esta se diese cuenta. Sofía cerró su taquilla de un golpe, haciendo que Brianna diese un respingo. De pronto, un destello negruzco captó la atención de Sofía, quien, sin vacilar, se volvió para observar el pasillo en busca de la persona que había llamado su atención.
Al fondo, envuelta entre la multitud de la gente, Emma andaba con tranquilidad, la cabeza gacha y los brazos cargados de libros. A su lado,Ángela tecleaba un móvil entretenidamente, soltando alguna risita de vez en cuando.
—¿¡Qué hace esa por este pasillo!? Aquí no tiene su taquilla — preguntó Sofía.
Brianna, todavía asustada por el repentino movimiento de su amiga, frunció el ceño.
—¿Quién?
Sofía señaló levemente a Emma.
—¿A mí qué me preguntas? No soy adivina.
Sofía volvió su mirada salvaje hacia ella, como en un intento de amenaza.
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