NOMBRES DE MUJER
JOHN SULLIVAN
NOMBRES DE MUJER
EXLIBRIC
ANTEQUERA 2021
NOMBRES DE MUJER
© John Sullivan
Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric
Iª edición
© ExLibric, 2021.
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ISBN: 978-84-18470-93-6
Nota de la editorial: ExLibric pertenece a Innovación y Cualificación S. L.
JOHN SULLIVAN
NOMBRES DE MUJER
Índice
Introducción
Yuye, el azote del tabú
El Jardín de los Deseos
Yuye y el turno de Miguel
La Luz del sur
Yuye: bacanal de liberación plena
Cristina en la playa
La casa rural
El regreso de Laura
La venganza de Laura
Catfight, lucha de chicas
Paz, la guerrera del placer
Dominado
Paz castigada
Firmando la Paz
Bárbara
La Bárbara locura
Orgía en construcción
El nuevo local
Retorno al Lliuresex
Morbo de ébano
Sexo tribal
Un final inesperado
El hombre que mira
La musa y la diosa
Sobre el autor
Introducción
Llega un día en que, de repente, tus inquietudes deciden volverte loco y, paradójicamente, recuperar la cordura al mismo tiempo. Quieres salirte de lo que socialmente consideramos «normal» y emprender tu locura artística. La paradoja es que, al mismo tiempo, estás recuperando la cordura al salirte del peor acceso de locura, que no es otro que conformarse con ser uno más, anulando esas excentricidades del alma que son las que nos hacen únicos. Cada persona es única, irrepetible, y por eso no hay nada tan cuerdo como volverse loco para dejar de ser solo uno más dentro de la masa.
Comencé a escribir como cualquiera que empieza sin tener un rumbo claro. Probé persiguiendo la belleza y buscando versos de mármol, intenté encontrar mi lado más descarnado relatando la dureza de la guerra en relatos ficticios o tratando de escribir ensayos sobre la actualidad y la política (reconozco que me encantaban la prensa y los informativos). Busqué épicos relatos, traté de escribir historias llenas de fantasía…, pero no me sentía lleno. No encontraba ese relato que me hiciera disfrutar escribiendo primero y leyendo después. No me sentía realizado escribiendo lo que todo el mundo intenta aunque luego haya que tener un talento especial para destacar.
Dentro de la masa, había acotado en el literario ese espacio en que me hallaba a gusto. Pero no había dejado de ser uno más.
Un día se me ocurrió escribir un relato erótico. No recuerdo por qué, sinceramente. Solo se me ocurrió y me puse a ello. Al principio solo describía un encuentro, una fantasía. Sin más. Lo encontré vacío al leerlo, pero había disfrutado escribiéndolo. Me gustaba cómo se relataba el sexo en ese relato, pero no había nada más. Decidí construir una historia, elaborar una trama que llevara al momento final del clímax. O quizá no tuviera este que ser el punto final. Pero me di cuenta de que construir una historia, elaborarla, incluso ralentizarla, era una buena manera de acumular tensión e insinuaciones para dispararlo todo en el momento de llegar al sexo. Había logrado pasar del porno gonzo a un erotismo más elaborado. El resto ya fue cuestión de escribir y escribir hasta que encontré mi estilo y mi camino. Quizá siguiera siendo uno más, incluso habiendo acotado mi espacio un poco más dentro del relato erótico, pero había encontrado mi lugar, ese donde tarde o temprano podría ser yo, con mis particularidades, dentro de un espacio más limitado.
Escribía relatos, pero no encontraba una historia que alargar tanto que diera para un libro. Hasta que pensé que los propios relatos podrían formar el libro. Busqué un nexo común entre ellos, ver por dónde conectarlos entre sí. Apenas llevaba tres o cuatro y lo único que los unía era la constante presencia de un protagonista masculino, sin nombre, narrando la historia en primera persona. Por lo demás, eran diferentes por los personajes femeninos, la esporádica aparición de algún que otro hombre en la trama, los perfiles físicos, psicológicos y sexuales de cada mujer… Me di cuenta de que los relatos estaban unidos por aquello que los hacía diferentes. Entendí que, además, esos personajes que hasta el momento solo aparecían una vez eran la esencia de la historia, la piedra angular sobre la que giraban. Comprendí que el protagonismo era de esos personajes que aparecían menos. Supe entonces que mi primer libro giraba en torno a esos nombres de mujer. Y tal fue el título elegido.
Me inspiré en distintas etapas de mi vida, en esas compañías que a veces te pide el momento… e incluso en las que no. No digo que esos personajes existan o que, siendo ficticios, representen a nadie de mi vida.
Simplemente, que la etapa vital (aparte del cuerpo) pedía encontrarse con un tipo de persona con la que compartir una hora, una noche, un fin de semana o la vida misma. Que encontrara esa compañía o no es harina de otro costal. Así completé el elenco de personajes que utilizaría. Luego, además, decidí combinarlos. Y sobre todo quería prestar mucha atención a la construcción de cada historia. Lo dicho, un conjunto de relatos edificados sobre nombres de mujer. Y tal se confirmó como el título elegido para mi primera obra.
Nombres de mujer intenta ser al relato erótico lo que un local swingers al intercambio de parejas: un lugar perfecto de encuentro entre elementos y personalidades diferentes que acaban conectándose por un objetivo, que no es otro que disfrutar y hacer disfrutar. Yo quería gozar escribiendo y volver a gozar leyendo. Y lo he conseguido con este libro. Ahora falta que tú, querido lector, confirmes con tu aceptación el objetivo primordial de cada obra, que es hacer disfrutar. De hecho, con cada relato he querido vivir al escribir las sensaciones que quiero que vivas tú cuando me leas. He intentado aglutinar diferentes formas de ser, de vivir el sexo, incluso de adaptar las historias al tipo de sexo que quería narrar y a las mujeres sobre las que giraba el relato. Insisto, esta obra no sería nada sin esas mujeres ficticias que la encarnan o sin sus nombres. Y por eso tiene ese título: Nombres de mujer.
Yuye, el azote del tabú
Llevaba unos meses saliendo con Yuye. Era una chica de mediana estatura, complexión normal, ojos castaños y pelo negro. Físicamente me encantaba, con sus pechos pequeños y firmes y un trasero prieto que era una delicia en la pista de baile. Ese sábado habíamos quedado a comer con Miguel y Josela, un matrimonio amigo nuestro. Eran algo diferentes a nosotros… Por ejemplo, ellos seguían anclados en viejos tabúes, mientras que Yuye y yo estábamos ávidos por experimentarlo todo en el terreno sexual. Ellos eran una pareja muy tradicional, mientras que nosotros tendíamos a buscar siempre cosas nuevas que nos sacaran de la rutina. Y como esas, muchas cosas más. Pero nos compenetrábamos bien y lo pasábamos bien juntos.
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