A to Z Classics - Mujercitas

Здесь есть возможность читать онлайн «A to Z Classics - Mujercitas» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Mujercitas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Mujercitas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Little Women o, Meg, Jo, Beth y Amy es una novela de la autora estadounidense Louisa May Alcott (1832-1888). Escrita y publicada en dos partes en 1868 y 1869, la novela sigue la vida de cuatro hermanas, Meg, Jo, Beth y Amy March, y se basa libremente en las experiencias infantiles de la autora con sus tres hermanas. La primera parte del libro fue un éxito comercial y crítico inmediato y provocó la composición de la segunda parte del libro, también un gran éxito. Ambas partes se publicaron por primera vez como un solo volumen en 1880. El libro es un clásico estadounidense incuestionable.

Mujercitas — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Mujercitas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cuando llegó el momento de separarse, Jo dio una palmada de ánimo a su hermana y cada una siguió su camino, con la empanada caliente en las manos, intentando poner buena cara al mal tiempo, al trabajo duro y al hecho de no poder satisfacer sus sueños adolescentes de bienestar.

Cuando el señor March perdió su fortuna en un intento de ayudar a un amigo caído en desgracia, las dos hijas mayores rogaron que se les permitiese colaborar en el sustento familiar. Sus padres, convencidos de que nunca era demasiado pronto para conocer el valor del esfuerzo, el trabajo y la independencia, accedieron y ambas se pusieron a trabajar henchidas de amor y buena voluntad, seguras de que, a pesar de los obstáculos, saldrían adelante.

Margaret encontró un puesto como institutriz y se sintió rica con su pequeño sueldo. Como ella misma reconocía, «le encantaba el lujo», y su principal preocupación era la pobreza en que vivían. A ella le resultaba más difícil de sobrellevar que a las demás porque recordaba la época en la que gozaban de un hogar hermoso y confortable en el que no faltaba nada. Trataba de no dejarse vencer por la envidia ni el descontento, pero era natural que una joven anhelase tener cosas bonitas, divertirse con sus amigos y llevar una vida feliz sin frustraciones. En casa de los King veía a diario todo aquello que deseaba, porque las hermanas de los niños que cuidaba salían con asiduidad y Meg las veía pasar con frecuencia con espectaculares vestidos de fiesta y ramilletes de flores, las oía comentar con entusiasmo obras de teatro, conciertos, fiestas y celebraciones de toda índole, y las veía gastar en fruslerías un dinero que a ella la hubiese sacado de un apuro. La pobre Meg no solía quejarse, pero en ocasiones se sentía amargada por aquella injusticia, y es que todavía no había aprendido a apreciar lo rica que era en la clase de bendiciones que, en verdad, garantizan una vida feliz.

En cuanto a Jo, resultó ser la ayuda perfecta para la tía March, que estaba inválida y necesitaba a alguien que la cuidase. La anciana, que no tenía hijos, se ofreció a adoptar a una de las jóvenes cuando la familia perdió su fortuna y se sintió muy ofendida cuando los padres rehusaron su oferta. Los amigos advirtieron a los March que con aquella decisión habían perdido toda posibilidad de figurar en el testamento de la rica anciana, a lo que el matrimonio, nada materialista, contestaba; «Ni una fortuna doce veces mayor podría compensar el perder a una de nuestras hijas. Ricos o pobres, permaneceremos unidos y felices».

La anciana les retiró la palabra durante un tiempo, hasta que un día, en casa de una amiga, conoció a Jo, que la cautivó con sus dotes cómicas y su franqueza, hasta el punto de que le ofreció trabajo como dama de compañía. A Jo no le entusiasmó la propuesta pero, en vista de que no surgía nada mejor, aceptó el puesto y, para sorpresa de muchos, se ganó el favor de su irascible parienta. Tenían sus más y sus menos, y en una ocasión Jo se había marchado a casa espetando que no aguantaba ni un segundo más, pero la tía March, a quien enseguida se le pasaban los enfados, la reclamó con tal urgencia que la joven no tuvo corazón para negarse, y es que en el fondo había cogido cariño a aquella vieja cascarrabias.

Yo sospecho que lo que en verdad le gustaba de aquel trabajo era la enorme y bien surtida biblioteca, que era pasto del polvo y las arañas desde la muerte del tío March. Jo recordaba bien al anciano y amable señor que le prestaba sus grandes diccionarios para que construyese puentes y raíles de ferrocarril, le contaba historias sobre curiosas ilustraciones de libros escritos en latín y le compraba panecillos de jengibre cuando coincidía con ella en la calle. La estancia, oscura y llena de polvo, con bustos que miraban fijamente desde las altas estanterías, cómodas butacas, globos terráqueos y, lo mejor de todo, una selva de libros en que perderse a su gusto, resultaba para la joven un paraíso terrenal. En cuanto la tía March dormía la siesta o atendía una visita, Jo corría a aquel tranquilo refugio para, acurrucada en una butaca, devorar poesía, novelas de amor, de historia o de aventuras, o contemplar ilustraciones, como un auténtico ratón de biblioteca. Pero, como suele ocurrir, la felicidad no dura eternamente y, así, cuando estaba en lo mejor de una historia, en el verso más dulce de un poema o en el punto álgido de un relato de aventuras, una voz chillona la reclamaba, «Josephine, Josephine», y se veía forzada a abandonar su paraíso para devanar un ovillo de hilo, bañar al perro o leer en voz alta ensayos de Belsham durante horas.

Jo sentía que estaba llamada a realizar algo portentoso y aunque no sabía en - фото 27

Jo sentía que estaba llamada a realizar algo portentoso y, aunque no sabía en qué podía consistir, confiaba en que lo descubriría con el tiempo. Mientras tanto, su principal frustración era no poder leer, correr y montar a caballo tanto como quisiera. Su carácter fuerte, su lengua afilada y su espíritu incansable la llevaban a meterse en líos una y mil veces, con lo que su vida era una sucesión de altibajos que podían resultar tanto cómicos como patéticos. El aprendizaje que recibía en casa de la tía March era justo lo que necesitaba, y la idea de colaborar a su propio sustento la hacía feliz, a pesar del constante «Josephine».

Beth era demasiado tímida para ir a la escuela. Lo habían intentado, pero la pobre lo pasaba tan mal que habían optado por que estudiase en casa, con su padre. Cuando él marchó al frente y la madre se vio impelida a volcar su energía y su tiempo en tareas de ayuda a los soldados, Beth siguió estudiando por su cuenta y se esforzó al máximo. Como era una joven muy hogareña, disfrutaba ayudando a Hannah a mantener la casa limpia y a punto para cuando las demás volviesen del trabajo, y no anhelaba más reconocimiento que el amor de sus seres queridos. Aun en las jornadas más largas y tranquilas, nunca se sentía sola ni permanecía ociosa, puesto que su mundo interior estaba poblado de amigos imaginarios y era, por naturaleza, laboriosa como una abeja. Por las mañanas, se divertía jugando con seis muñecas a las que despertaba y vestía con amor, pues todavía era una niña. No había ni una sola que estuviese entera y ninguna era bonita; habían permanecido en un rincón hasta que ella las rescató del olvido. Cuando sus hermanas fueron demasiado mayores para jugar con ellas, Beth las tomó a su cargo, pues Amy no consentía tener nada viejo o feo. Precisamente por eso, Beth se había entregado a su tierno cuidado y hasta había puesto en pie un hospital para muñecas enfermas. Nunca clavaba alfileres en sus cuerpos de algodón, no les gritaba ni las golpeaba, y no desatendía a ninguna por repulsiva que fuera. Las alimentaba, vestía, cuidaba y acariciaba a todas con idéntico afecto y devoción. Incluso había rescatado a una muñeca desmembrada que había pertenecido a Jo y que, tras una vida tempestuosa, había ido a pasar al saco de los trapos. Como tenía la cabeza descosida, le puso un bonito gorro, y para disimular la falta de brazos y piernas, la envolvió en una manta y le consagró la mejor cama de su hospital, como enferma crónica que era. No creo que nadie, viendo el amor que Beth prodigaba a aquella muñeca, pudiese dejar de emocionarse, por mucho que tal entrega le provocase risa. Le llevaba flores, le leía cuentos, la sacaba a que le diese el aire, oculta en su abrigo, le cantaba nanas y no se acostaba sin besar su sucia carita y susurrarle con dulzura: «Que pases una buena noche, querida».

Como el resto, Beth también tenía sus penas y, puesto que no era un ángel sino una niña muy humana, también ella «dejaba escapar unas lagrimitas», decía Jo, por no poder tomar lecciones de música y no contar con un buen piano. Amaba tanto la música, se esforzaba tanto por aprender y practicaba tan pacientemente en el viejo y desafinado instrumento de la familia, que parecía obligado que alguien (por no decir la tía March) acudiese en su ayuda. Nadie lo hizo, sin embargo, y nadie la vio nunca secar las lágrimas que caían sobre las teclas amarillentas y desafinadas cuando ensayaba sola. Mientras trabajaba cantaba como una pequeña alondra, nunca estaba cansada si se trataba de tocar para Marmee y sus hermanas. Todos los días se decía esperanzada: «Algún día, si soy buena, conseguiré tocar mi música».

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Mujercitas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Mujercitas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Mujercitas»

Обсуждение, отзывы о книге «Mujercitas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x