La indagación sobre la prostitución en la India es la más abundante, ya que existen numerosas fuentes que aportan datos desde la época antigua hasta hoy. González Torres señala que en la India antigua había varios tipos de prostitutas o veshya : rajaveshya , la del rey; nagari , la de la ciudad; guptaveshya , la que actuaba secretamente, que era una mujer de buena familia que llevaba a cabo su vocación en secreto; devadeshya , del dios ( devadasi : servidora del dios) y brahmaveshya o tirthaga , las que se encontraban en los lugares de peregrinación (Sur: 142) 13.
El mismo autor referido indica que según el Arthashashtra , existía un superintendente, responsable del cuidado y de la supervisión de las cortesanas de palacio, de la inspección de los prostíbulos y de la recolección mensual de dos días de ganancia de cada prostituta, como impuesto para los gobernantes. Había un estímulo del mismo estado para los maestros de las prostitutas. Y eran famosas las de la India que aun en Roma se las encontraba. Se habla también de muchas obras, como puentes y edificios públicos, pagadas por las prostitutas 14.
La problemática está vinculada con la posición de la mujer en la sociedad, su posición en la familia, la actitud ante el sexo, los tabúes, la concepción de la virginidad, del aborto y de las relaciones de parentesco; etcétera. En la tradición de la India, pues, se considera a las prostitutas como mujeres que tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio, por lo cual reciben un pago ellas mismas o las personas que las administran. En otras palabras, señala González Torres que queda fuera de este concepto el adulterio, el concubinato, la promiscuidad sexual voluntaria y sin remuneración, y los préstamos de mujeres a los huéspedes como muestra de buena voluntad, como era el caso de los esquimales 15.
González Torres concluye que es posible que las prostitutas sagradas hayan antecedido a las seculares, aunque también es posible que su aparición haya tenido orígenes funcionales diferentes. Las prostitutas sagradas formaban parte de los especialistas de los templos, y eran una especie de puente entre las sacerdotisas y las “brujas”, es decir, “aquellas mujeres con conocimientos y poderes más allá de lo normal, gran parte de los cuales se basaban en el sexo” 16.
Por su parte, las auianime mexicas eran mujeres expertas amorosas, que vendían sus favores a cambio de regalos costosos, y que solían ir muy adornadas y maquilladas. Es así que “eran tan afectas al dispendio de lo que tenían, que se empeñaban y acababan sus días en la piedra de los sacrificios” 17.
Valdría la pena reflexionar acerca de si las llamadas devadasis deberían realmente ser consideradas como hierodulas o como simples prostitutas. Es decir, posiblemente en un principio llevaban a cabo ritos a través de las relaciones sexuales, pero esto cambió, sus funciones en el templo se fueron reduciendo y casi se concretaban en bailar delante de la imagen del dios en las procesiones. Se convirtieron en una de tantas castas, cuyo oficio era ese: el de la danza y la prostitución, pero que también jugaban el papel de portadoras de buena fortuna. Las prostitutas en las sociedades antiguas parecen tener así un papel ambivalente, pues están fuera de las reglas normales de la sociedad que rigen el papel y la conducta de las mujeres, sobre todo en relación con su comportamiento 18.
B. ELEMENTOS PARA UNA REFLEXIÓN SOBRE EL MERETRICIO COMO EXPLOTACIÓN ECONÓMICA DEL PROPIO CUERPO EN EL DERECHO ROMANO. LA MORAL SEXUAL EN EL MUNDO ROMANO. POSICIÓN DE LA MERETRIZ
La cultura y la ciencia del mundo clásico reafirmaron enérgicamente el principio de una virtual ataraxia conyugal, que se preocupaba, de las maneras más diversas, pero sustancialmente convergentes, de condenar cualquier forma de sexualidad lúdica o no procreativa, incluso en lexicografía 19. Por ejemplo, desde el siglo I a.C., a propósito del beso, un signo/símbolo preliminar y esencial para cualquier acercamiento o contacto personal, se destacará claramente entre los oscula , ascéticos y obligados, reservado para los cónyuges, de los basia / savia , tiernos y apasionados, propios de los amantes ( milia multa , de perder la cuenta, pregunta Catulo en el emblemático carme 5): los primeros pertenecen a la oficialidad y al deber ( officium ), los segundos al amor y la libido. “Quien quiera irse a la cama ( cubare ) con una mujer, se abra el camino con besos” 20, observa en términos directos un esclavo a su joven dueño 21.
La libido, el deseo y la pasión, tendencialmente vinculados a la homofilia por la mentalidad clásica y cristiana, se identificaba con la condición despreciable y obsoleta de explotación y miseria de la prostituta ( meretrix : el hecho de que en latín los sinónimos de meretrix son más de cincuenta es un signo claro de la propagación de la prostitución en la sociedad romana y su imaginación colectiva): hablo por supuesto, pensando en el varón romano, ya que cada iniciativa femenina contra los hombres, sexual en particular, fue severamente rechazada y, de ser posible, reprimida, porque contradecía clamorosamente la anulación del yo, y de su propio femenino, requerido e impuesto a cada mujer) 22.
La sexualidad en general, y la libido en particular, siempre fueron temidas y consideradas peligrosas en cualquier nivel de la ciencia y cultura helenístico-romana por razones fisiológicas, filosóficas y políticas, ciertamente no éticas o moralistas. Téngase en cuenta el variado cuadro que presenta Valerio Máximo sobre el usus veneris y sobre los crimina libidinis 23: había preocupación, por supuesto, pero más por la salud intelectual y física del ciudadano que por la mujer en sí. Por otro lado, solo unos pocos médicos se ocuparon de los abortos espontáneos, los nacimientos prematuros y las muertes frecuentes de las esposas-niñas (condición que todavía hoy sufren al menos 70.000.000 de mujeres en la pubertad en África subsahariana y Asia meridional) 24.
La mulier romana, por definición, existe solo en función y en la sombra del hombre: es parte del todo, vive y actúa en beneficio exclusivo del hombre y su sistema socio-económico. Indudable el sistema de laberinto patriarcal. Y justo frente al heroísmo viril de corte republicano, y luego neoestoico, enfatizado y sublimado en/desde el mos maiorum , lo femenino/la feminidad colisionan y sucumben a diario: la guerra y la vida pública radicalizan la superioridad masculina 25.
También en Roma, por otra parte, hablar de mujer –de cualquier mujer– significa hablar de un objeto estructuralmente y legalmente bajo tutela del hombre, incluso la mujer púber 26: propiedad del hombre, por derecho, o violencia, o robo, se debe someter y adaptar sin discusión o remordimiento, de acuerdo con una atávica mística de absoluta obediencia y subordinación en el ámbito familiar, civil, y religioso. El derecho romano, además, pero también la literatura y la filosofía (también la neo-estoica, que ya en el siglo I d.C. con Musonio Rufo divulgaba en la Urbe la igual dignidad de la naturaleza humana), hubieron de resaltar, instalar y acendrar un discurso de la supuesta congénita inferioridad jurídico-personal de “un ser constantemente irracional” ( aeque imprudens animal ) 27.
En este punto ya es posible anticipar que la moral sexual romana era más una cuestión de status que de virtud y, en este sentido, difería del significado moderno. Destaca la actitud ambigua que el derecho romano asumió hacia algunas personas consideradas “infames” como las prostitutas 28. Como se sabe, el mundo romano exorcizaba el eros integrándolo en sus estructuras sociojurídicas a través del matrimonio, del conubium , y, para el hombre, limitándolo a un desfogo fisiológico con mujeres de las clases bajas o, aunque no oficialmente, con varones adolescentes.
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