En el plano de la seducción ocurre algo parecido. Un hombre alto, delgado, con registro de voz grave, manos con dedos largos, ojos claros y algunas cualidades personales, que gracias a su experiencia ha aprendido, como la simpatía, el sentido del humor, el liderazgo, sin lugar a dudas corre con ventajas. Una mujer delgada, con voz suave, ciertas curvas del cuerpo marcadas, glúteos firmes, busto llamativo, piernas estilizadas y cintura pequeña, además de algunas virtudes como la dulzura, la simpatía, la empatía, la sensualidad —y ni se diga si además cocina bien— tendrá más atractivo sexual. Pero seguro que conoces muchas personas que tienen esas mismas virtudes latentes y no las han descubierto. O no saben cómo sacarlas a la luz. Y también sabes de otras que las han aprendido. Para ser seductor no es necesario tener o incorporar todas las cualidades reconocidas como seductoras o sensuales. Lo importante es reconocer tus propias capacidades innatas, saber presentarlas de manera adecuada y trabajar contigo para desarrollar aquellos aspectos en los cuales tienes mayores limitaciones. Es una mala costumbre de estos tiempos el construir una mirada predominantemente negativa de ti mismo. Se te enseña que lo bueno es lo externo, el modelo que se exhibe en los medios de comunicación y en las propagandas. La perfección es lo que se busca. Y por supuesto es un ideal inalcanzable. Esos modelos tiranos te hacen pensar que no eres lo suficientemente valioso, que no coincides con lo que debería ser . Así aprendes a enfocarte en tus defectos y tus limitaciones, poniéndolos por delante de tus potenciales y de tus virtudes. El concepto que te propongo es, en este sentido, el reconocimiento, la valoración, el perfeccionamiento y la exposición de las virtudes, y el trabajo planificado y persistente para superar las limitaciones.
Mi propuesta está lejos de crear un personaje, de construir una máscara o de imitar a alguien exitoso. Te invito a rescatar lo mejor de tu propia persona y construir (por medio de la reflexión, la elaboración y la autocrítica positiva) una imagen y una personalidad donde integres armónicamente diferentes aspectos que te facilitarán seducirte mejor a ti mismo, y por lo tanto, a los demás.
Desde este punto de vista, la seducción implica una estrategia de autodesarrollo, en la que te vas a dar un tiempo y recurrirás a ciertos recursos que te permitirán lograr tus objetivos.
Te invito a pasar de la teoría a los testimonios. Aquello que opinan hombres y mujeres sobre la seducción, la posibilidad o imposibilidad de aprenderla.
Mariano.Muchas personas nacen con características físicas que las favorecen, pero es en la crianza donde la autoestima se empieza a construir, lo que en los adultos se traduce como seguridad. Por supuesto, muchas personas que carezcan de las dos pueden trabajar en su autoconfianza, pero quien tenga las dos no necesitará esforzarse tanto.
Paula.Eso depende de cómo cada uno se ve a sí mismo, si se autoseduce entonces puede seducir a otra persona, siendo natural y verdadero. Lo que veo mucho por ahí es que algunas personas se creen que seducen siendo artificiales… eso en mí produce rechazo inmediato.
María Mercedes.Depende de cuán inteligente seas. La seducción para mi punto de vista no tiene que ver con el sex appeal. ¡Es más bien lo seguro que te sientes contigo y para ti! Seducir es una estrategia, un arte, un disfrutar de uno mismo en el juego.
Mariana.Sin lugar a dudas estoy de acuerdo en que la seducción se encuentra relacionada con la confianza y la seguridad. Sin embargo, más allá de esto, considero que es un aprendizaje. Las primeras citas y situaciones de cortejo son más bien tiernas y un poco ingenuas, pero con el paso del tiempo y de la experiencia, estas adquieren un poco de picardía, sin necesidad de tanto preámbulo con la finalidad de alcanzar algo. Es un continuo aprendizaje, donde se experimenta que quizás cierto tipo de técnicas funcionan para determinadas situaciones y personas, y otras quizás no funcionen, pero es ahí donde las perfeccionas.
Los argumentos van en el mismo sentido: todos podemos seducir. ¡Qué buena noticia!
ADIÓS PREJUICIOS: MITOS Y MIEDOS SOBRE LA SEDUCCIÓN
Varios prejuicios y miedos en torno a la seducción inducen a que muchos hombres y mujeres se sientan como excluidos de la posibilidad de seducir a alguien, o que tengan serias limitaciones y barreras para hacerlo. Es por eso que el primer paso para desarrollar habilidades para la seducción es reconocer esos mitos y miedos, someterlos a crítica y superarlos. En caso contrario, siempre serán una piedra pesada en tu maleta, que va a entorpecer tu viaje hacia el crecimiento personal.
Voy a comenzar entonces criticando los cinco mitos más comunes sobre la seducción:
a) No se puede aprender a seducir. Uno es seductor por naturaleza o no lo es
Se trata de una idea muy divulgada desde el sentido común: las personas se dividen en quienes seducen y quienes no seducen. Esta idea da lugar a que si te ubicas dentro de la categoría “no seductores” pierdes la oportunidad de investigar si realmente vas a llegar a serlo. Entonces te pones un cartel por delante que te limitará para siempre.
Desde mi punto de vista, tú vas a encontrar en ti mismo cualidades que te permitan ser más seductor, pero solo si te lo propones. Como dije antes, cada uno tiene sus capacidades innatas y sus limitaciones propias, lo cual facilita o quizás obstaculiza el trabajo, pero siempre está la alternativa de superarte. Revisar y descubrir aspectos de tu imagen y de tu personalidad que son potencialmente seductores es el punto de partida para explotar tu sensualidad.
Y claro, si este mito fuera real, el libro no tendría sentido. Por el contrario, parto de la premisa opuesta, ya esbozada anteriormente: la seducción es un arte que se puede aprender. Al final de la obra, vas a sacar tus propias conclusiones.
b) Solamente seducen las personas lindas
Otra gran mentira: tú y yo conocemos casos de hombres y de mujeres que, de acuerdo con los criterios sociales, no son lindos o bellos y, sin embargo, resultan atractivos. También ocurre lo contrario: observas personas lindas que ni son carismáticas ni tienen atractivo sexual o interpersonal. Seducción no es sinónimo de belleza. Por supuesto que la belleza física o estética colabora y esto nadie sensato puede negarlo, pero ni es absolutamente necesaria ni tampoco es suficiente.
Las opiniones de mis seguidores apoyan de una u otra manera estos conceptos, comenzando por la relatividad de la belleza.
Stella Maris. La belleza es subjetiva. A cada uno lo va a seducir lo que le parezca lindo, lo que no significa que para otro lo sea. Casi siempre pienso: “¿Qué le vio? ¡Tan feo, o tan fea!”, y no solo me parece feo, sino que además lo cela como si fuese un símbolo sexual.
Claro, es verdad que muchas veces la fealdad no es tanto el producto de lo que tienes escrito en tu ADN, sino la expresión de características de personalidad o de hábitos que reflejan lo que eres. Y quizás es eso lo que te produce rechazo.
Alejandra.Depende de qué tipo de fealdad estamos hablando. Si es feo porque su cara no es agraciada es una cosa, a diferencia de que sea feo por descuido en el peso, en su pelo, la barba, o feo por suciedad o mala pinta. Una cara no muy simétrica en una persona segura de sí misma, que se cuide, huela rico, hable y baile bien, es tan efectiva y mucho más fácil de encontrar que una cara bonita con las características que nos gustan. Muchos hombres lindos asumen que por su belleza tienen las de ganar, y olvidan cultivar esos atributos que nos encantan. A ellos les va bien en la adolescencia, ya que nos dejamos llevar por lo que vemos, pero no son tan efectivos en la adultez en donde prima lo que queremos.
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