El planteamiento del libro sintoniza plenamente con nuestro modelo de Ecología Emocional , que ofrece un planteamiento ecosistémico y creativo para CAPACITARNOS en el arte de vivir vidas emocionalmente sostenibles, equilibradas y armónicas y llegar a ser personas más creativas, amorosas, pacíficasy autónomas. Este planteamiento compartido con David ha permitido nuestro encuentro y generar sinergias con vistas a lograrlo.
Con él compartimos que, en efecto, padecemos mayor contaminación emocional que atmosférica, y esto es así porque trasladamos afuera lo que llevamos en nuestro interior.
Si vivimos emocionalmente contaminados e intoxicados, reproducimos en todos los ecosistemas externos en los que participamos este clima desequilibrante generado en nuestro universo interior.
Este libro aporta respuestas clave a los problemas generados por un clima emocional tóxico que causa un sufrimiento totalmente evitable . Esto es de suma importancia porque el lector contará con un medio efectivo para sortear «problemas» que arrastra desde hace tiempo.
Se trata en suma de aprender a gestionar mejor las crisis y las emociones caóticas que se generan, y de promover la «higiene emocional» diaria. Porque, como dijo Gandhi, «si cada día nos arreglamos el cabello, ¿por qué no hacemos lo mismo con el corazón?»
Con la metáfora de la carreta cargada, el burro y la zanahoria, de forma divertida pero muy seria al mismo tiempo, entramos sin apenas darnos cuenta en una cuestión básica para poder avanzar hacia una vida emocionalmente sostenible.
Viajamos con carretas tan cargadas que para poder continuar viviendo esta vida desequilibrada e insostenible, necesitamos el estímulo o la promesa de la zanahoria.Y así, nos cuenta el autor, enfocados en la zanahoria no nos damos cuenta de que el problema real es la carga pesada de la carreta. ¿Acaso es posible el bienestar personal si vivimos emocionalmente intoxicados?
El autor propone realizar un detox emocional , de forma similar al detox que muchas personas realizan cuando su cuerpo físico está descompensado. Lógico es aplicar una estrategia similar al cuerpo emocional. Pero ¿cómo se puede hacer? Esto es lo que el lector descubrirá en este libro, que ofrece una gran cantidad de herramientas aplicables para momentos difíciles y procesos de desierto emocional .
La indiferencia más grande es no hacernos cargo de nuestra propia vida. El autor nos recuerda una idea de Boris Cyrulnik, psiquiatra y neurólogo francés: «Nuestro origen no es necesariamente nuestro destino».
¿Cómo hacemos un detox emocional ? David nos propone en este libro muchos «cómo»: remover, quitar, limpiar, reacomodar y reajustar lo que nos impide avanzar de forma más ligera por la vida.
También nos comparte una serie de Jugos Emocionales Desintoxicantes compuestos de un elevado contenido de valoresacción necesarios. Lo mejor es que todos disponemos de sus ingredientes clave y no dependemos de nadie para prepararlos y consumirlos.
¡Detectemos, pues, los hábitos que nos producen acidez emocional; revisemos nuestras creencias desadaptativas; desactivemos la carga de rencores, resentimientos y culpas; soltemos los apegos; quitémonos las capas tóxicas y desnudemos el alma, para descubrir como somos realmente y llegar a lo más valioso de ese universo del interior!
Gracias, David Montalvo, por este regalo de sabiduría en la forma de este libro. A partir de su lectura estamos convencidos de que todos vamos a prestar mucha más atención a la carga de la carreta que a la zanahoria que nos distrae.
JAUME SOLER Y MARÍA MERCÈ CONANGLA
Fundadores del Institut D´Ecología Emocional de Barcelona
Introducción
La carreta, el burro y la zanahoria
No sirve de nada ir deprisa si no sabes a dónde vas. Lo importante es caminar en la dirección correcta .
Antoine de Saint-Exupéry
Cuenta una parábola que si quieres hacer que un burro se mueva, necesitas colocar un palo del que cuelgue una zanahoria delante del animal, de tal manera que este camine hacia ella pero nunca la alcance.
Desde hace muchos años, esta historia ha tenido diferentes versiones, aunque en esencia el mensaje es el mismo. Quiero parafrasearte mi versión favorita de dicha parábola:
Trata de un señor que tenía que llevar sus zanahorias al mercado muy temprano para venderlas a un buen precio, y una vez cargada su carreta, partió.
Sin embargo, al poco andar el burro se detuvo y para obligarlo a que avanzara, el hombre lo golpeó con un palo. El burro respondió al castigo y recorrió un trecho, mas cuando se olvidó del dolor, volvió a detener la marcha.
El dueño de las zanahorias volvió a golpear al burro, y así transcurrió un buen rato. Por suerte para el pobre asno, el hombre se compadeció al fin de él y recordó que a su preciado animal de carga le gustaban las zanahorias, y le dio a comer una de ellas como recompensa, lo que motivó al burro a mover la carga hacia el mercado.
Estuvo un rato haciendo esto con las zanahorias y dándose cuenta de que si seguía así, se le iban a acabar y también su ganancia. Posteriormente se le ocurrió la creativa idea de utilizar el palo del castigo para colgarle en un extremo una zanahoria, subió a su carreta solo poniendo la hortaliza frente a las narices del burro, y el animal emocionado anduvo a buen paso tratando de alcanzar lo que tenía enfrente, logrando llegar así al mercado.
El burro creía que algún día podría alcanzar esa zanahoria y el amo siguió aplicando la misma técnica. El hombre trataba de motivar al animal repitiéndole que mañana seguramente tendría más fuerza, puesto que hoy casi la atrapaba con los dientes; como la zanahoria tocó su hocico, la sintió más cerca que nunca y esa noche el buen borrico soñó no solo con aquella, sino en una pradera donde corría casi sin sentir el pasto hasta llegar a un granero donde había cientos de zanahorias.
Al día siguiente, todo está preparado para alimentar la esperanza. El carretero ha dejado a su familia en la cama, y hacia las cinco de la mañana se dispone a salir con su burro, pero ahora para vender huevos de su granja. No olvida la zanahoria. Esa mañana fría al hombre le da por cantar para no aburrirse. La hortaliza es lo único que se ve al frente de su carreta.
El burro solo dedica rebuznos para una zanahoria que, piensa, hoy seguramente alcanzará. Al animal le emociona la idea puesto que imagina que algunos otros de su especie seguramente sí han logrado la hazaña.
Algún sábado excepcional, por el volumen de ventas que ha hecho, el hombre siente algo de pena por su burro, por lo que lo premia con la anhelada zanahoria al regresar a casa .
Se conforma con poco, piensa el hombre, basta una zanahoria para hacerlo feliz. «Y eso que te he tenido cuatro meses prometiéndote la zanahoria», le dice al burro, pensando que la bestia no entiende.
«Que eres un tonto, hijo mío», le sigue diciendo al pobre burro; y durante cuatro meses vuelve a ponerle la zanahoria delante, asegurándose de que no podrá alcanzarla, al menos no durante el trayecto entre su granja y el mercado.
En esta historia que, se dice, se popularizó desde 1800 gracias al padre del utilitarismo, el filósofo inglés Jeremy Bentham, al referirse a la motivación del ser humano con base en evitar el dolor y conseguir el placer, la zanahoria resulta ser el deseo, el incentivo o la meta, y el palo, el artilugio o método con el que se engaña al animal que no ve más allá.
Las zanahorias pueden ser diferentes motivos y necesidades. Algunas pueden ser superficiales y otras muy nobles y loables: ser inmensamente ricos o al menos ganar más, tener la pareja soñada, salud, un cuerpo envidiable, amor y aprobación de los demás, mejorar el puesto en la empresa, acceder al retiro a los sesenta años, comprar una casa en la playa, empezar una organización de ayuda social.
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