Lucio Victorio Mansilla - Una excursión a los indios ranqueles

Здесь есть возможность читать онлайн «Lucio Victorio Mansilla - Una excursión a los indios ranqueles» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Una excursión a los indios ranqueles: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Una excursión a los indios ranqueles»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

A fines de 1868 Lucio Victorio Mansilla llega a Córdoba con el cargo de comandante de fronteras. Trabaja intensamente en la provincia y, dos años después, resuelve firmar un tratado de paz con los indios ranqueles. Viaja a las tolderías de los caciques Ramón, Mariano Rosas y Baigorrita, donde permanece más de dos semanas. Su plan de pacificación es posteriormente rechazado tanto por el presidente Domingo F. Sarmiento como por el Congreso, frustrándose así una de las últimas oportunidades de establecer con los indios un sistema de convivencia razonable y de mutua comprensión y respeto. Sin embargo, su permanencia entre los ranqueles dará origen a una de las obras más fascinantes y mejor escritas de nuestra literatura:
Una excursión a los indios ranqueles, que fue primero publicada en entregas en forma de cartas o apostillas en el diario
La Tribuna, en las que mediante un estilo ágil, de sorprendente modernidad, el autor da una descripción veraz y objetiva de la situación de los pueblos originarios que habitaban la actual República Argentina. La rica personalidad de Mansilla, una de las más interesantes de nuestro pasado histórico y literario, se manifiesta en toda su potencia en este libro singular, que Tolemia ofrece en su versión completa.

Una excursión a los indios ranqueles — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Una excursión a los indios ranqueles», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pues entonces ¿por qué se ha de afanar tanto?

Una rastrillada, son los surcos paralelos y tortuosos que con sus constantes idas y venidas han dejado los indios en los campos.

Estos surcos, parecidos a la huella que hace una carreta la primera vez que cruza por un terreno virgen, suelen ser profundos y constituyen un verdadero camino ancho y sólido.

En plena pampa, no hay más caminos. Apartarse de ellos un palmo, salirse de la senda, es muchas veces un peligro real; porque no es difícil que ahí mismo, al lado de la rastrillada, haya un guadal en el que se entierren caballo y jinete enteros.

Guadal se llama un terreno blando y movedizo que no habiendo sido pisado con frecuencia, no ha podido solidificarse.

Es una palabra que no está en el diccionario de la lengua castellana, aunque la hemos tomado de nuestros antepasados, que viene del árabe y significa agua o río.

La pampa está llena de estos obstáculos.

¡Cuántas veces en una operación militar, yendo en persecución de los indios, una columna entera no ha desaparecido en medio del ímpetu de la carrera!

¡Cuántas veces un trecho de pocas varas ha sido causa de que jefes muy intrépidos se viesen burlados por el enemigo, en esas Pampas sin fin!

¡Cuántas veces los mismos indios no han perecido bajo el filo del sable de nuestros valientes soldados fronterizos por haber caído en un guadal!

Las Pampas son tan vastas, que los hombres más conocedores de los campos se pierden a veces en ellas.

El caballo de los indios es una especialidad en las Pampas.

Corre por los campos guadalosos, cayendo y levantando, y resiste a esa fatiga hercúlea asombrosamente, como que está educado al efecto y acostumbrado a ello.

El guadal suele ser húmedo y suele ser seco, pantanoso y pegajoso, o simplemente arenoso.

Es necesario que el ojo esté sumamente acostumbrado para conocer el terreno guadaloso. Unas veces el pasto, otras veces el color de la tierra son indicios seguros. Las más el guadal es una emboscada para indios y cristianos.

Los caballos que entran en él, cuando no están acostumbrados, pugnan un instante por salir, y el esfuerzo que hacen es tan grande, que en los días más fríos no tardan en cubrirse de sudor y en caer postrados, sin que haya espuela ni rebenque que los haga levantar. Y llegan a acobardarse tanto, que a veces no hay poder que los haga dar un paso adelante cuando pisan el borde movedizo de la tierra. Y eso que es de todos los cuadrúpedos destinados al servicio del hombre el más valiente. Picado con las espuelas parte como el rayo y salva el mayor precipicio.

¡Cuán diferente de la mula! Jamás pierde ella su sangre fría.

Ora vaya por los caminos pampeanos o por las laderas vertiginosas de la Cordillera, el híbrido animal es siempre cauteloso. El caballo se lanza como el rayo; la mula tantea antes de ir adelante. Saca una mano, después otra, y es tan precavida, que en donde puso éstas, pone las patas. Cuando hay peligro no hay que advertirla; a nada obedece, ni a la rienda, ni al rebenque, ni a la espuela. Sólo su instinto de conservación la mueve. Es excusado querer dirigirla. Ella va por donde quiere. Morirá despeñada; pero no ciegamente como el caballo, sino por haberse equivocado.

Estando los campos cubiertos de agua, es más necesario que nunca seguir rectamente la dirección de la rastrillada; porque reblandecida la tierra por la humedad, el peligro del guadal es inminente a cada paso.

Cuando salimos de Sarmiento había llovido mucho. A una media legua de allí el terreno tiene un doblez y se cae a una cañada muy guadalosa; así fue que allí hice alto, me despedí y separé de los camaradas que me acompañaban, y después de algunas prevenciones generales a los que me seguían, tomé la dirección llevando el baquiano a mi izquierda, yendo él por una huella, por otra yo.

¡Con qué pena se despidieron de mí mis leales compañeros! Yo lo leí en sus caras, por más que con afables sonrisas y afectuosos apretones de manos, quisieran disimularlo.

¡Ah!, sólo los que somos soldados, sabemos lo que es ver partir a los amigos al peligro en que se cae o se muere, y quedarnos... ¡ Y sólo los que somos soldados, sabemos lo que es ver volver del combate, sanos e ilesos, a los hermanos cuya suerte no hemos compartido ese día!

Hay tales misterios en el corazón humano; abismos tan profundos, de amor, de abnegación, de generosidad, que la palabra no conseguirá jamás explicarlos.

Hay que sentir y callar. Por eso una mirada, un abrazo, un ademán con la mano, dicen más que todo cuanto la pluma más hábilmente manejada pueda describir.

La noche nos sorprendió sin haber alcanzado a cruzar la cañada.

La luna salía tarde, el cielo estaba cubierto de nubes, no se veían las estrellas. Durante un largo rato caminamos, pues, en medio de una completa obscuridad, cayendo y levantando, porque en cuanto nos desviábamos de las rastrilladas pisábamos el borde del guadal.

Las mulas que llevaban las cargas de charqui y regalos para los caciques daban muchísimo trabajo. Por huir del peligro caían a cada paso en él. Una de ellas llevaba los ornamentos sagrados de mis amigos los franciscanos, y ellos y yo íbamos con el jesús en la boca, esperando el momento en que gritaran: “Cayó la mula de los padrecitos”, que así llaman los paisanos cordobeses a los frailes.

Fue menester ponerles a todas bozal y llevarlas tirando del cabestro.

Perdiose tiempo en esta operación, así fue que era tarde cuando llegamos a la Laguna Alegre.

Estaban las cabalgaduras tan fatigadas de cuatro leguas más o menos de marcha nocturna por la obscuridad y entre el agua, que resolvía hacer una parada esperando que se despeje el cielo o saliera la luna.

Campamos... Y el fogón no tardó en brillar, haciéndose una rueda, en torno de él, de todos los que me acompañaban.

Entre mate y mate cada cual contó una historia más o menos soporífera. En todo pensábamos, menos en los indios.

Yo conté la mía, y un cabo Gómez, muerto en la gloriosa guerra del Paraguay fue el asunto de mi cuento.

Tiene algo de fantástico y maravilloso.

Si estoy de humor mañana y no te vas fastidiando de las digresiones y no te urge llegar a Leubucó, te la contaré.

5

El fogón. Calixto Oyarzábal. El cabo Cómez. De qué fue a la guerra del Paraguay. Por qué lo hicieron soldado de línea. José Ignacio Garmendia y Maximio Alcorta. Predisposiciones mías en favor de Gómez. Su conducta en el batallón 12 de línea. Primera entrevista con él. Su figura en el asalto de Curupaití. La lista después del combate. El cabo Gómez muerto.

El fogón es la delicia del pobre soldado, después de la fatiga. Alrededor de sus resplandores desaparecen las jerarquías militares. Jefes superiores y oficiales subalternos conversan fraternalmente y ríen a sus anchas. Y hasta los asistentes que cocinan el puchero y el asado, y los que ceban el mate, meten, de vez en cuando, su cucharada en la charla general, apoyando o contradiciendo a sus jefes y oficiales, diciendo alguna agudeza o alguna patochada.

Cuando Calixto Oyarzábal, mi asistente, dejó la palabra, con sentimiento de los que le escuchaban, pues es un pillo de siete suelas, capaz de hacer reír a carcajadas a un inglés, pidiéronme mis circunstantes mi cuentito.

Yo estaba de buen humor, así fue que después de dirigirle algunas bromas a Calixto, que con su aire de zonzo estudiado, ha hecho ya una revolución en las Provincias, para que veas lo que es el país, tomé a mi turno la palabra.

Y este cuento me permitirás que se lo dedique a un mi amigo que ha hecho la guerra en el Paraguay como oficial de un batallón de Guardia Nacional.

Se llama Eduardo Dimet, y como le quiero, me permitirás no te haga la pintura de su carácter y cualidades; porque los colores de la paleta del cariño son siempre lisonjeros y sospechosos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Una excursión a los indios ranqueles»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Una excursión a los indios ranqueles» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Una excursión a los indios ranqueles»

Обсуждение, отзывы о книге «Una excursión a los indios ranqueles» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x