Un olor se impregnó en el sillón, son todos los fluidos que ha absorbido y que ensanchan su tejido. Por fin llegó el amanecer, así que ya no habrá que seguir ocultando a los muertos, pronto vendrán por ellos para llevárselos antes de que lleguen los cuerpos de paz. Nos dieron sólo un par de horas para hacer esto, pero, por lo intenso que fue todo, me pareció que pasaron unos cuantos minutos solamente (de repente ya había vuelto a salir el sol). Cuando llegué a esta casa no me pareció que todo ocurriera con ese ritmo tan precipitado, tal vez era porque no conocía este lugar y por más que haya oído de él y por más que me lo haya imaginado antes jamás creí que fuera a ser así. Por fuera no lucía nada extraordinaria, la construcción era de lo más común, con sus tablas y sus tejas como cualquiera de los otros bungalós de la zona, sin embargo, todo era una fachada, pues al interior no había nada más que las vigas que sostenían los muros falsos.
Al principio creí que me había equivocado de sitio, puesto que nada de lo que me habían dicho que encontraría aquí estaba a la vista, pero una vez que comencé a «pensar bajo su lógica» pude dar con lo que estaba buscando. «Es increíble cómo se impregna todo con el sabor del recuerdo»; no sé dónde había escuchado eso, ni tampoco por qué lo había recordado en ese momento, pero cuando retiré la pared falsa y crucé al otro lado de la construcción parecía como si esa frase tuviera un sentido especial, como si en realidad significaran algo esas palabras, y no es que no lo hicieran antes, sino que hasta ahora cobraban otro peso. No tenía sentido lo que estaba pensando, incluso creí que mi ímpetu no había sido originado por mi voluntad, es decir, que ese estado de embriaguez que sentía por el hecho de finalmente conocer la verdad no era más que el resultado de alguna sustancia que me habían administrado sin que pudiera notarlo.
Mi imaginación se estaba confundiendo con mi experiencia, de modo que estaba haciendo algo que me daba la impresión de ya haber hecho anteriormente y, no obstante, todo a mi alrededor en ese lugar conservaba intacta esa especie de aura que lo hace brillar como sólo lo hará la primera vez que se le conoce. Tras la puerta había un pasillo sumamente oscuro, mas cuando crucé el umbral y entré, una luz se encendió en automático seguida de todas las demás que había hasta el final del camino. En cada lado había una puerta, una negra y una gris, aunque al estar hechas de cristal se lograba apreciar ligeramente lo que había al interior. No había entendido muy bien las pistas que tenía para descifrar cuál era la puerta que estaba buscando, había sido algo confuso todo eso de los códigos y las señales encima de cada una de las puertas, de manera que decidí seguir mi propia lógica, a pesar de que eso era precisamente lo que no debía hacer, ya que así no daría con la puerta correcta.
Tenía que ubicar el cuerpo indicado, aquel que ya no tenía rostro y cuyos dedos tenían la peculiaridad de estar totalmente destazados. No creí que fuera a ser tan complicado, finalmente, por más cuerpos que tuvieran ahí almacenados, la mitad de ellos estaba muerta y la otra paralizada (supongo que eso era lo que indicaba el color de cada puerta), así que no debía de haber mayor dificultad, además, tenía toda la noche por delante. Evidentemente, no iba a revisar todas las puertas, por lo que me guie por una casualidad y entré a la que, entre todas las que había, no estaba iluminada. Una vez que pasé se encendieron las luces, lo que pasaba es que estaban ubicadas en la parte inferior de una especie de estantes de cristal, como vitrales de una joyería, que contenían los cuerpos. Como a mi entender era más particular un rostro deshecho que un par de manos sin piel, me fijé únicamente en los rostros que había de uno y otro lado haciéndolo lo más rápidamente posible, puesto que ya se me había advertido que esa labor, por más monótona e inofensiva que podía parecer, podría desquiciar a cualquiera.
Pasaron horas sin que lo notara, aunque tampoco encontraba el maldito cuerpo que necesitaba llevarme de ahí; era un ejercicio casi hipnótico, dado que, ya que había establecido un cierto ritmo, pasaba de una cara a otra y otra sin mirarlas realmente, sólo me enfocaba en las facciones o en las marcas que estaba tratando de localizar. Tuve que revisar varias puertas, mas, al igual que antes, siguiendo solamente la señal de los focos fundidos, y al final de cada bóveda, el olor se hacía más denso al estar ubicado al fondo de una de ellas una suerte de sillón o camilla en la que revisaban a los cuerpos más detenidamente.
Hubo un momento en el que me tuve que detener, puesto que creí haber encontrado el cuerpo que estaba buscando, sin embargo, en cuanto intenté sacarlo de la caja de cristal en la que estaba contenido me percaté de que el muerto del otro lado tenía exactamente las mismas facciones que el que estaba buscando y que, aparentemente, ya había localizado. Me fijé en las manos entonces y ambos las tenían como las del tipo que había visto en las fotografías que había adquirido al iniciar esta investigación. Eran idénticos, pero mi sorpresa fue acrecentándose a medida que caminaba hacia el fondo de la sala, puesto que todos los demás eran iguales, tanto en lo que respecta al rostro como a las manos, de ambos lados, sin variación ni excepción, así fue hasta que llegué a donde estaba el camastro en el que los examinaban.
Al final me dio mucha ansiedad, pero sobre todo mucha curiosidad, pues si todos esos cuerpos eran idénticos, seguramente se trataba de una serie de réplicas que, por alguna razón, habían tenido que destruir, de suerte que decidí volver al inicio del corredor con la intención de identificar el rostro del que, según creía, estarían hechas las demás copias. Era impresionante como, una vez que el rostro comenzaba a reformarse conforme seguía la consecución de cuerpos inertes, poco a poco iban recuperando su expresión cada una de las facciones hasta que, finalmente, conseguían formar una imagen completa casi perfecta. Como consecuencia de todo ese ímpetu que resentí al darme cuenta de que algo andaba mal con esos sujetos inanimados, cuando vi el rostro completo no pude controlar mis impulsos; hubo algo en mí que se perdió, y me puse a destrozar las bóvedas sin parar tratando de destruir ese maldito rostro que tanto se parecía al mío.
Al final, mis nudillos estaban empapados en sangre y los cuerpos de paz me tuvieron que llevar a mi casa luego de que los convenciera de que en un hospital tardarían mucho más en curarme que yo mismo con los instrumentos que había en mi apartamento.
Sólo hay otra sensación como esa que aún puedo reconocer: cuando por fin alcancé la puerta de aquella perfumería que ya he mencionado. Antes de que sintiera cómo se nublaban mis ojos con todas esas fragancias que se aglomeraban para ya no distinguirse una de otra, sentí, antes de que entrara algo de aire fresco a mis pulmones mientras iba saliendo, un zumbido que se remontaba a algo que parecía haber estado ahí desde siempre.
Cuando di el paso hacia la calle me quedé pasmado por todas esas imágenes que vi, dado que, en las otras ocasiones en las que había experimentado algo similar, solamente distinguía una luz tan incandescente como para que todo lo demás se dejara de percibir. Esta vez no fue así, había algo más en ese ruido, pero no se trataba tampoco de la interferencia que me deslumbra mientras duermo, o tal vez sí, y no fue sino hasta que dejé de idealizar a los que son como usted que pude percatarme de ello. Por alguna clase de predisposición de mis sentidos quisieron hacer que perdiera la noción de aquel acontecimiento que desencadenó todo esto y no puedo hacer ningún esbozo de la forma de la idea que usted tuvo, mas todo parece indicar que no fue como lo había pensado, puesto que de no ser así no estaría escribiendo.
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