[37]Heilbron, «Toward a Sociology of Translation», traducido de la versión francesa hecha por Anaïs Bokobza.
[38]Véase Anne-Marie Thiesse y Natalia Chmatko, «Les nouveaux éditeurs russes». Actes de la recherche en sciences sociales, n.º 126-127 (1999): 75-89.
[39]El cambio se debe a la transformación del soporte, comparable a la revolución del códice, más que a la de la imprenta, que no modificó la forma del libro, como lo señala Roger Chartier en Métamorphoses du livre: Le livre et le numérique (París: Bibliothèque du Centre Pompidou, 2001), 9. Para una revisión crítica reciente del debate sobre el tecnodeterminismo véase Bernard Miège, La Société conquise par la communication: Les tic entre innovation technique et ancrage social, tomo iii (Grenoble: PuG, 2007).
[40]Robert Darnton, «Le nouvel âge du livre». Le Débat, n.º 105 (1999); Chartier, Métamorphoses du livre; Roger Chartier, «Le lecteur dans un monde en perpétuelle mutation», en Où va le livre?, 345-360; Philippe Lane, «La librairie du xixe siècle, un acteur en perpétuel mutation», en Où va le livre?, 91-108; Daniel Garric y Jean-Michel Oullion, «L’édition électronique», en Histoire de l’édition depuis 1945, 408-421, y Bertrand Legendre y Corinne Abensour, Les Nouveaux Éditeurs (París: La Documentation Française, 2007).
[41]Sobre los asuntos que sustentan este acuerdo véase Peter Drahos y John Braithwaite, «Une hégémonie de la connaissance: Les enjeux des débats sur la propriété intellectuelle». Actes de la recherche en sciences sociales, n.º 151-152 (2004): 69-80.
[42]Álvaro Garzón, La Politique nationale du livre: Un guide pour le travail sur le terrain (París: Unesco, 1997). Véanse especialmente las contribuciones de Paulo Slachevsky, en las ediciones Lom (Chile), y de Luiz Fernando Sarmiento, representante del Cerlalc, en el encuentro de editores independientes en la Feria de Guadalajara, en noviembre del 2005 (Des paroles et des actes, 55-65 y 233-238). En cambio, esta política no ha tenido una verdadera repercusión en África, como lo lamentaba en este mismo encuentro Serge Dontchueng Kouam, de Presses Universitaires d’Afrique (Camerún), 117-128.
[43]Según un concepto elaborado por Roger Chartier en Culture écrite et société: L’ordre des livres xive-xviiie siècles (París: Albin Michel, 1996).
[44]André Schiffrin, Le Contrôle de la parole (París: La Fabrique, 2005). Véase también, para el caso francés, Jean-Yves Mollier, «Les tentations de la censure: Entre l’État et le marché», en Où va le livre?, 109-125.
primera parte
Mutaciones del mercado del libro
Las estrategias de los grupos de comunicación en los albores del siglo xxi
Jean-Yves Mollier
El Premio Nobel de Economía de 1982, el estadounidense George Joseph Stigler, definía en ese entonces la estructura del mercado del libro, en los países más desarrollados, como un «oligopolio de franja competitiva»45. Por medio de la inverted umbrella, imagen que en su traducción al francés parece estetizar las relaciones de dominación económica, el líder de la economía de la regulación buscaba justificar el incómodo fenómeno del oligopolio que caracteriza un mercado de competencia imperfecta. Luego de ello, Bénédicte Reynaud-Crescent habría de aplicar su observación al mercado francés de la edición. Su tesis de Economía, sustentada en 1981, que lleva el título de «L’évolution de la structure de la branche d’édition de livres en France»46, resumida al año siguiente en un artículo de la Revue d’économie industrielle, fijaría por mucho tiempo el marco conceptual desde el cual se pensó la concentración activa en este sector por varios años47.
Como se presenciaba tanto en Estados Unidos como en la vieja Europa un formidable movimiento de monopolio industrial, convenía prohibirles a los marxistas la estigmatización de este estadio de evolución del monopolio capitalista oponiéndoles la objetividad de la observación científica48. Considerando que efectivamente los actores del mercado unían sus esfuerzos con los de los responsables políticos para obtener una regulación favorable a sus intereses, George Stigler hizo posible pensar en el entusiasmo que despertó en la edición francesa, el 14 de diciembre de 1980, el resonado grito de victoria de Jean-Luc Lagardère, quien acababa de comprar el 41 % de las acciones de la Librairie Hachette49. Casi al mismo tiempo, el grupo Havas, por medio de su filial cep-Communication, comenzó a avanzar para convertirse, a finales de esa década, en el número uno de la edición francesa con el nombre de Groupe de la Cité, el holding financiero constituido en asociación con las Presses de la Cité50. Todos los ingredientes parecían estar presentes para hacer que el mercado del libro francés estuviera bajo el control de dos gigantes industriales, el grupo Matra, por un lado, y la Compañía General de Electricidad, por el otro51. Ambos se interesaban bastante en la información y en la comunicación; Matra poseía la estación de radio Europe 1 y también participaba en el grupo Hachette-Filipacchi Media, mientras que la agencia Havas dominaba el mundo de los telegramas y las vallas publicitarias.
En Estados Unidos se daría un paso más lejos en la década de 1980 cuando las empresas industriales, que habían invertido en la edición, se liberaron y vendieron sus participaciones a grupos de comunicación, para quienes el libro debía en adelante generar beneficios comparables a los obtenidos en los sectores más rentables de la economía. Este giro condujo entonces a André Schiffrin a renunciar a la editorial Pantheon Books, parte de Random House, y vendida por rca a Samuel I. Newhouse, un millonario que había hecho fortuna en la prensa, la radio y la televisión52.
En 1990, al salir de su oficina en la que había dirigido la edición literaria neoyorquina durante treinta años, André Schiffrin parecía anunciar el fin de un mundo y la intrusión en el universo de las letras de una lógica financiera que, aún más que las estrategias industriales conquistadoras de los años 1960 a 1980, iba a modificar la naturaleza profunda de la edición de libros en el mundo. Como el movimiento parecía idéntico en Gran Bretaña y en los Países Bajos, con la aparición de Pearson, Reed Elsevier o Wolters Kluwer; en Italia, donde la familia Mondadori vería su casa absorbida por el cavaliere Berlusconi, y en Francia, con la transformación próxima de la Compañía General de Aguas en Vivendi y luego en Vivendi Universal53, se llegó a pensar que esta marejada ya no se detendría. Tal era, por cierto, la opinión de André Schiffrin cuando redactaba la Édition sans éditeurs, publicada en París con ocasión del Salón del Libro, en marzo de 1999.
Sin embargo, con el anuncio en enero del 2000 del matrimonio entre aol, primer proveedor de acceso a Internet, y Time Warner, primer imperio mediático en el mundo, con cnn, Time, Life y Warner Bros, se debía sumar una dimensión más a estas fusiones54. Con la partida para Estados Unidos de Jean-Marie Messier y la constitución del grupo Vivendi Universal, que quería rivalizar con aol-Time Warner, se asistía al inicio de una batalla entre grupos mundiales de comunicación, encabezados por las grandes figuras de News Corporation, Walt Disney, Paramount Viacom, Comcast y Bertelsmann, este último propietario desde 1998 de Random House, gracias a lo cual, se había convertido en el primer editor estadounidense. El llamado ulterior de su presidente-director general en Europa y luego su destitución no ayudaron a entender cuál era la estrategia a largo plazo del líder alemán de la edición. Del mismo modo, la venta en febrero del 2006 de Time Warner Book Group —la división de libros de Time Warner— a Hachette Livre pareció destinada a barajar de nuevo las cartas de este sector y prohibir cualquier intento de clarificación de sus intenciones en materia de control de la información y de la comunicación. La financiarización acelerada de la economía, que sustituye una lógica fragmentaria a la voluntad de los grupos gigantes de permanecer perennes55 es en apariencia el aguafiestas que perturba todas las sabias construcciones que se hicieron estos últimos años y que derriba como castillos de arena las fortalezas edificadas por Jean-Marie Messier y sus colegas.
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