Por otro lado, Gustavo Sorá propone una reflexión sobre la reconfiguración de la edición de textos de ciencias sociales en Latinoamérica, y postula una nueva paradoja de la mundialización: la de un «mundo en expansión que se reduce». En efecto, la poderosa entrada de los grandes grupos españoles fragmentó y redujo la circulación de los libros dentro del continente. Las resistencias toman diversas formas, la más clásica consiste en la defensa de los valores «puros» de la autenticidad y de una «estética enfocada en las particularidades culturales», que es, sin embargo, susceptible, como lo señala David Harvey35, de caer en una política identitaria local, regionalista o nacionalista conservadora, incluso neofascista.
Sin embargo, el mundo editorial constituye también uno de los ámbitos de experimentación de otra forma de mundialización, como lo ejemplifica la formación de grupos de resistencia contra el aumento de las lógicas económicas en los intercambios culturales internacionales y las desigualdades entre zonas geográficas, en particular entre el norte y el sur. Luc Pinhas expone cómo las experiencias más innovadoras para la promoción de la «bibliodiversidad» y el auge del libro en el sur son producto de las iniciativas privadas, que reúnen a actores profesionales, como la Asociación Internacional de Vendedores de Libros Francófonos y la Alianza de Editores Independientes (Afrilivres), y a militantes de la altermundialización, más que a la Francophonie (Organización Internacional de la Francofonía) que, a pesar de haber hecho de la diversidad cultural uno de sus temas predilectos, realmente no ha cuestionado el modelo editorial colonial.
Las estrategias individuales y colectivas de los editores frente a la globalización editorial son abordadas en la segunda parte. La nueva proliferación, a lo largo de los años noventa, de pequeños editores independientes que se especializan en libros de política y ensayos críticos es una de las formas que ha tomado la oposición al proceso de racionalización y de comercialización de la edición. Sophie Noël esboza un panorama general de estos pequeños editores en Francia, de los valores y de las prácticas vocacionales comprometidas y desinteresadas con las que se oponen a la ley del crecimiento y de la ganancia. La comparación que hace Camille Joseph de la relación con lo extranjero de un editor comprometido con la causa tercermundista, Maspero, y de las ediciones de La Découverte que le sucedieron, da lugar a cuestionar la transmisión de la herencia intelectual en un espacio en transformación y la articulación entre asuntos políticos, culturales y económicos. Estas cuestiones se presentan también, como lo muestra Hervé Serry, en las ediciones de Seuil, que lanzó a finales de la década de 1980 la colección Faire l’Europe, en asociación con editores de Italia, Alemania y España. Paradójicamente, en el momento en que la Unión Europea estaba naciendo, esta tentativa de crear un nuevo territorio de lo imaginario anclándolo a una historia común chocó más que nunca con las tradiciones nacionales arraigadas tanto en las representaciones como en las prácticas profesionales. Como vanguardia política, el movimiento feminista pretendió, desde sus inicios, ser internacional, al favorecer la circulación de la producción editorial con la que se identificaba. Las ediciones Des Femmes, estudiadas por Fanny Mazzone, desarrollaron muy temprano una política de traducción que constituyó para esta editorial un modo de acumulación de capital militante, el cual aseguró, a cambio, su posición en la escena feminista internacional en cuanto representante del French Feminism, conduciendo a un malentendido característico de la recepción transnacional de las ideas36.
Por otro lado, la reproducción de las relaciones centro-periferia, con ocasión de las International Feminist Bookfairs, que tuvieron lugar entre 1984 y 1994, ilustra las contradicciones entre la voluntad política y el peso de las determinaciones geopolíticas y socioculturales. El caso del editor canadiense Hurtubise hmh, analizado por Martin Doré, revela una estrategia de subversión muy exitosa de las jerarquías entre centro-periferia dentro del espacio francófono, por medio especialmente de los intercambios con África.
La última parte está consagrada a la traducción como vector de los intercambios culturales internacionales en el sector del libro. Los flujos de traducción expresan las relaciones de fuerza dentro del mercando mundial del libro, cada vez más dominado por la lengua inglesa. Estas relaciones asimétricas conforman un sistema, que analiza Johan Heilbron en un artículo fundador de la sociología de la traducción y que aparece por primera vez en este volumen, en una versión modificada37. El artículo de Gisèle Sapiro intenta identificar los desafíos y las imposiciones que pesan sobre la circulación transnacional del libro, y la manera como son retraducidos por los actores: así, la traducción constituye para algunos una práctica concreta de defensa de la diversidad cultural frente a la amenaza de la estandarización y al dominio creciente del inglés. Los tipos de imposiciones, económicas, políticas, culturales, que pesan sobre las políticas editoriales en materia de selección de los nuevos títulos por traducir y el papel de los intermediarios políticos (agregados culturales, encargados del libro, institutos de traducción), económicos (editores, agentes literarios) y culturales (traductores, escritores, críticos, universitarios) son enseguida entendidos a partir de estudios de caso.
A partir de un análisis de la novela estadounidense del siglo xix, traducida al francés, Jean-Marc Gouanvic examina las prácticas de reedición de los clásicos. Al constatar la tendencia a reeditar traducciones bastante viejas, se interroga sobre la contradicción entre el discurso de valorización simbólica de la edición de este tipo de literatura y de las prácticas editoriales que parecen, ante todo, orientadas por la búsqueda de la rentabilidad económica. El examen de la evolución de las traducciones del francés en Brasil, llevado a cabo por Marta Pragana Dantas, para el periodo 1984-2002, muestra el relativo declive de la posición del francés en el mercado mundial del libro, frente a la dominación del inglés. Aunque el periodo está marcado por fuertes variaciones coyunturales debidas a factores sociopolíticos (transición democrática), económicos (plan económico de Fernando Collor, Plan Real) y culturales (boom de la literatura erótica y pornográfica luego de la supresión de la censura), surgen tendencias más duraderas, que reflejan las inclinaciones del mercado internacional, sobre todo con la aparición de un mercado especializado del libro juvenil y el aumento de las obras de rápida rotación.
A partir del caso de Polonia, que presenta algunas similitudes con el de Rusia38, Elżbieta Skibińska estudia los efectos de la mundialización en el mercado del libro en los países de Europa del Este luego de 1989, marcados por el paso brusco de una organización profesional rigurosamente controlada por el poder político a una economía liberal, lo que implicó un aumento muy significativo del número de traducciones y una transformación de la oferta, con la introducción masiva de libros religiosos, de libros prácticos y de la literatura popular al lado de ediciones de «lujo». En este espacio en reestructuración, la traducción es, para las nuevas empresas editoriales, un medio para acumular tanto capital económico como capital simbólico. Después de un periodo de «reajuste», pareciera establecerse un proceso de «normalización». Si la caída del Muro produjo el aumento de los flujos de traducción del este hacia el oeste, en el contexto posterior sucedió lo contrario, como lo muestra Ioana Popa, quien propone un análisis de las transformaciones del espacio de recepción de las literaturas de Europa del Este en Francia entre 1970 y el 2000. Fuertemente politizada, esta recepción se diversificó a partir de los años ochenta con la llegada de nuevos jugadores al campo editorial que se especializaron en las lenguas periféricas. Pero esta dinámica, sostenida principalmente por el interés en los asuntos políticos y la transferencia de escritos clandestinos, se vio interrumpida por la caída del Muro, lo que modificó la configuración de las relaciones geopolíticas en beneficio de la relación de la fuerza económica.
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