Triored al ver al hijo de Firop cerca de su hija, pidió que se la devolvieran de inmediato, no era una petición era una orden desesperada —Firop entrégame a mi hija. Dame a mi hija —él frunció el ceño al ver a la reina extender las manos pidiendo a su niña.
Al entregarla, el pequeño quiso acercarse nuevamente a ella, ya que le llamó la atención verla tan pequeña, pero Triored simplemente ordenó que se fuera —Llévatelo Firop... Llévate a tu hijo —dijo a gritos.
Su padre tomó su pequeña mano y le sacó de la habitación de la reina, solo para acuclillarse delante de él pequeño y susurrarle al oído —Hijo mío, esa niña, la pequeña que acabas de ver estará bajo tu protección, la amaras como a una hermana, como a una amiga, como a una amante, como a un amor, pero tu destino no estar junto a ella —hizo una pausa solo para decirle las palabras más duras a su corta edad —Tú vivirás en una larga cadena de descendencia, mientras que ella solo nació para regresar a un lugar que el hombre jamás ha conocido, ella solo vive para morir.
— ¿Por qué papá? No es justo —lo interrumpió, pero él solo hizo caso omiso y continuo.
— Mi querido hijo, Alox estará bajo tu cuidado y protección, pero cuidado... No debes enamorarte de ella, ya que será tu perdición, tú tomaras su vida, su alma y con ello el poder con el que nació, solo para traer de nuevo a la vida al linaje real, nuestra sangre extinta, nuestras almas marchitas podrán encontrar con su sacrificio y tu misión la redención y la libertad que por siglos nos ha sido arrebatada.
—¿Por qué padre? ¿Por qué no puedo enamorarme de ella? ¿Por qué no puedo tenerla?
—Porque ella no vivirá como tú lo harás. Ella morirá por tu mano y lo que tú debes hacer es cuidar su legado, cuidar que ella no muera a manos del enemigo y tomé lo que por derecho nos corresponde. Cuando seas grande comprenderás. Comprenderás mucho mejor.”»
Ante el recuerdo de su vida pasada, Joe se irguió precipitadamente, recordando parte de un pasado olvidado, sudoroso y más afectado que antes, confuso, recordó que Piora le había dicho algo de olvidar, más no de recordar —Solo es un sueño. Un muy mal sueño. Nada es real, nada que provenga de ese mundo es real —se llevó las manos al rostro tratando de poder borrar cada palabra que recordó de un padre, de su verdadero padre.
Suspiró y deseó volver a dormir, pero le fue imposible conciliar el sueño y menos si también ella estaba presente en sus sueños, fue la noche más larga que Joe tuvo que pasar, una cama extraña, una habitación simple, y sobre todo solo, se encontraba muy solo.
Se giró y miró al techo, llevando ambos brazos debajo de su cabeza —¡Dios! ¿Acaso estoy condenado a verla cada noche al cerrar los ojos? Por qué recordar un pasado olvidado, ver que aún está presente en mi vida, y saber que hasta en mi niñez la amé desde el primer día en que la vi. —rogó, reprochó y pidió clemencia al cielo, ya que su vida se volvería un infierno, despertó solo para adormecer su mente con cervezas y quedar profundamente dormido.
Sin embargo Natle quedó dormida ante sus lágrimas, hecha un ovillo, temblorosa, débil y vulnerable, con el medallón de Joe aún en sus manos, pedía su regreso en susurros leves que desaparecían con el viento —¡Joe! ¡Joe! ¿Dónde estás? —se movía inquieta de un lado a otro, sin tiempo de soñar, más que verlo en cortas imágenes, verlo de igual manera en sueños, en recuerdos que desaparecían al abrir de manera lenta los ojos, solo para cerrarlos nuevamente.
«“Lo vio a la distancia, en medio de ese campo de girasoles que resultaba ya tan familiar, lo llamó a la distancia —¡Joe! ¿Dónde estabas, Joe? —extendió la mano para poder tocarlo, pero su distancia se alargaba a medida que trataba de alcanzarle —¿Por qué haces esto? —le preguntó.
—Por la razón que deje de amarte —respondió alejándose de ella, sin mirar atrás.
—No... —negó rotundamente con la cabeza —¡JOE! ¡No! —lo vio caminar hacia el campo, desapareciendo, dejándola sola, triste y con miedo a no encontrar nuevamente el camino de regreso a casa.
Volvió el rostro y vio que estaba sola, sin más, cayó de rodillas, sin parpadear con los ojos brillantes por las lágrimas y los labios secos, mientras que el viento elevaba sus cabellos, el frío sonrosaba sus mejillas, pero helaba más su alma.”»
Quizás fueron las horas más largas de nuestras vidas, para Joe intentando olvidar, para Natle tratando de imaginar que él regresaría y para mí lo importante era solo recuperarme, curarme, buscarle y patearle el trasero por traicionarnos.
Para la mañana siguiente, Joe despertó con una de las resacas monumental, además de tener unas cuantas botellas de cerveza regadas en su habitación en su vano intento de adormecer sus sentimientos. Quizás solo había empeorado las cosas desde mi punto de vista, y para él la manera de verla con vida, aunque sea de lejos, sin saber que solo adelantaría muchos de los planes que nuestros padres tenían para nosotros en el pasado.
Philip se alistó como todos los días para ir a clases, salió de su habitación solo para llamar a la puerta de Natle con los nudillos, pero ella no respondió —¡Natle! ¿Te encuentras bien? —él sabía muy bien lo que paso con Ethan y cómo se alejó en ese momento en que ella lo necesitaba más que nunca, y no deseaba cometer el mismo error, dos veces —¡Natle! Abre la puerta, por favor —tomó la perilla solo para confirmar que estaba con seguro desde adentro.
Al ver que no respondía se preocupó, volviendo a tocar con más fuerza —¡Natle! Abre la puerta —no pidió, ordenó, solo para golpear con el puño la puerta —Abre la puerta.
—Basta Philip —respondió desde adentro, estaba con la frente pegada a la puerta —Por favor, no hagas esto. No me hagas esto, tú ahora no —no deseaba ver como la compadecían, como la sostenían, cuando solo había intereses mezquinos.
—No voy a dejar que te hundas ¡Entendiste! —hizo una pausa significativa, cerrando los ojos y tratando de no perder el poco control que le quedaba —No quiero cometer otro error, sabes muy bien de ello.
—Si tratas de redimirte por lo que paso con Ethan creo que es innecesario en este momento. Creo que ya es tarde para ello —dijo tensamente.
—Nunca es tarde. Siempre habrá más oportunidades aunque se nos sean negadas, siempre encontraremos más opciones —cerró los ojos por un momento, aferrándose a sus palabras.
—En mi caso no Philip, yo no soy como los demás.
—Yo sé lo que eres —las palabras escaparon de su boca. Natle abrió los ojos, sin parpadear, se quedó inmóvil al oír dicha confesión, además de no poder articular palabra alguna —Pero no te asustes —le rogó, con las manos extendidas en la puerta —Por favor. Solo escúchame, lo sé desde lo de Ethan.
—¿De qué estás hablándome? —espetó asustada.
—Abre la puerta y te explicaré —le pidió.
Natle abrió la puerta lentamente, sintió un nudo en la garganta sin aire en los pulmones y en medio del pánico, lo único que pudo registrar fue la mirada de Philip, una mirada que no pudo descifrar en su momento.
—¿Puedo entrar? —preguntó.
—Aja —respondió vacilando, dándole paso para que pudiera entrar.
Adentrándose a la habitación, se sentó al pie de la cama, viendo a Natle cerrar la puerta y apoyarse sobre ella, ya que sus piernas temblorosas parecían no poder soportar su propio peso.
—No te asustes, por favor —él le sostuvo la mirada, mientras que ella le observaba confundida, asustada y nerviosa —Solo quiero que escuches con atención. —fue entonces donde Philip comenzó a recordar y contarle — «El día en que le contaste a Ethan tu secreto, recuerdo que desapareció por unos días, quizás fue el miedo, quizás el estar confundido por lo que le contaste y mostraste, la noche horas antes de accidente, fue directo a la habitación de Ashley a contarle, pero yo ya le había estado siguiendo los pasos, veía como después de hablar contigo o antes, siempre estaba con Ashley. Así que me encontró en su habitación.
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