Que nuestro espíritu trabaje sobre nuestra alma o nuestra voluntad sobre la imaginación, que el Sol fertilice la Luna o que el hombre fertilice la mujer, el resultado será siempre la creación de un hijo. Y ¿qué es este hijo? Cuando vosotros ponéis fuego bajo una cacerola llena de agua (aquí, la cacerola, ¡es la Luna!) el agua se transforma en vapor. La fuerza fuerte de todas las fuerzas, es este vapor, este agua destilada. Por lo tanto, de este trabajo de la voluntad sobre la imaginación, del espíritu sobre el alma, del Sol sobre la Luna, del hombre sobre la mujer, nace una fuerza que es el hijo, Mercurio, que tiene la posibilidad de emprender realizaciones formidables. El Sol o la Luna separadamente no pueden realizar gran cosa. Separados el uno del otro, el fuego quema y el agua inunda; pero los dos unidos producen una fuerza capaz de todas la realizaciones: la piedra filosofal que tiene el poder de transformar todos los metales en oro. De esta fuerza se dice en la Tabla de Esmeralda: “El sol es su padre, la luna es su madre, el viento lo ha llevado en su vientre (el vientre de la luna) y la tierra es su nodriza...” La tierra, es decir la cruz, la piedra cúbica.
Está escrito: “Creced y multiplicaos...” Pero los humanos han comprendido este mandamiento solamente en el plano físico y ahí, evidentemente, eso trae muchas complicaciones: ya no queda más espacio ni alimentos para todos, y están obligados a masacrarse. Este mandamiento termina pues siendo nocivo. No es que lo corrija, no, sino digo que fue válido para una época; los humanos han querido eternizar este mandamiento, y ahora ya no da buenos resultados. Es necesario de ahora en adelante comprender su sentido simbólico que siempre es válido.14
El discípulo debe pensar en el trabajo que hace con su voluntad sobre su imaginación, y este trabajo concierne tanto al hombre como a la mujer. Es en el plano espiritual en el que el discípulo debe fertilizar a su propia mujer y tener hijos, miles de hijos angelicales que irán por el espacio para trabajar para él. Sabéis cómo terminan los cuentos: “Vivieron felices y tuvieron muchos hijos...” Tener muchos hijos, no solamente implica al plano físico. ¿Qué es un Iniciado? Es un padre de familia que tiene muchos hijos que caminan cerca de él, tirando de sus ropas, hurgando en sus bolsillos, pero estos hijos sienten un amor tan grande por él que nunca se siente importunado por ellos. Cuando tiene necesidad, llama a sus hijos y les dice: “Tu, vete a casa de aquél y llévale regalos... Tu, ve a tirar de las orejas de aquel otro...” y lo hacen. Son hijos sacados de su propia carne, de su propia sangre. Mientras que un hombre ordinario es un solitario sin hijos: se siente triste y desdichado porque debe trabajar solo, nadie le echa una mano. He ahí un terreno desconocido para algunos, pero conocido y vivido por otros.
Durante las fiestas de Navidad, os hablé del nacimiento del Niño-Cristo.15 El Niño-Cristo, es Mercurio. Se sabe que hace dos mil años Jesús nació en Palestina, pero debemos comprender el significado de esta fiesta; en realidad, tiene dimensiones cósmicas, universales. Este nacimiento también debe tener lugar en nosotros. El Niño-Cristo es esta fuerza que dormita en nosotros y que debemos despertar.
Antes de descender a la tierra, el hombre trabajó con su cuerpo físico, y como ya os he explicado, el cuerpo físico sólo es el caduceo de Hermes con las corrientes que descienden de los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro, y que se cruzan al nivel de los órganos. El hombre es pues el producto del trabajo de la voluntad y de la imaginación, del espíritu y del alma materializados en el plano físico. En tanto que caduceo de Hermes, puede crear en los tres mundos. Por el momento sólo crea en el plano físico, pero debe aprender a crear en otros mundos.
El caduceo de Hermes es la fuerza fuerte de todas las fuerzas; la vida en su grado superior de manifestación. Entonces, cuando el hombre logra desarrollar en él mismo el caduceo de Hermes, la vida circula y se difunde por todas las criaturas hasta las estrellas. Este grado superior de la vida es la verdadera fuerza, esta vida que brota y que no es únicamente la vitalidad. La vitalidad, precisamente es Tauro... Todos los hombres tienen vida, por supuesto, pero en la mayoría se manifiesta como una fuerza que destruye. Cuando tiene demasiada vitalidad, la gente no puede dominarse, engulle, viola, asesina... Esta vitalidad debe ser dirigida, intensificada, espiritualizada para ser transformada en vida divina.
Por eso, desead día y noche espiritualizar vuestra vida para poder darla con el fin que vaya por todas partes en el universo a vivificar e iluminar las criaturas. Esta idea es la que está contenida en la imagen que los antiguos daban de Hermes, con alas en los pies. Los pies por otra parte poseen centros muy importantes que, si lográis desarrollarlos, os darán la posibilidad de desplazaros en el espacio espiritualmente e incluso físicamente.
La vida sublime, es eso el caduceo de Hermes. Cuando irradiáis esta vida, poseéis fuerzas formidables. Si vuestra vida no va más allá de algunos centímetros alrededor de vuestro cuerpo, sois débiles, no podéis actuar. Pero si vuestro resplandor se extiende kilómetros, entonces ahí, podéis actuar sobre las criaturas. Así pues, cuánto más intenso sea lo que emana de vosotros y más lejos se propague, más poderes tenéis.
Yo os explico la importancia de este trabajo, tomadlo en serio y dejad de lado muchas otras ocupaciones inútiles que no os aportan nada, excepto sufrimientos. Trabajad sobre vosotros mismos hasta que la fuerza fuerte de todas las fuerzas comience a manifestarse en vosotros.
Sevres, 3 de enero de 1971
6Lenguaje simbólico, lenguaje de la naturaleza, Obras completas, t. 8, cap. V: “El primer día de primavera”.
7La piedra filosofal – de los Evangelios a los tratados alquímicos, Col. Izvor n° 241, cap. X: “La piedra filosofal, fruto de una unión mística”.
8La luz, espíritu vivo, Col. Izvor n° 212, cap. IX: “El rayo láser en la vida espiritual”.
9Centros y cuerpos sutiles, Col. Izvor n° 219, cap. III: “El plexo solar”.
10Ibid., cap. IV: “El centro Hara”.
11Ibid., cap. V: “La fuerza Kundalini”, y cap. VI: “Los chacras”.
12Del hombre a Dios – sefirot y jerarquías angélicas, Col. Izvor n° 236, cap. V: “Los sefirot del pilar central”.
13La piedra filosofal – de los Evangelios a los tratados alquímicos, Col. Izvor n° 241, cap. XI: “La regeneración de la materia: la cruz y el crisol”.
14La semilla de mostaza, Obras completas, t. 4, cap. XII: “Creced y multiplicaos”.
15Navidad y el misterio del nacimiento de Cristo, Folleto n° 321.
III
LA SERPIENTE – ISIS SIN VELO
Lectura del pensamiento del día:
“Cuenta una leyenda que Buda se enamoró un día de una bella joven. Amó en ella el principio divino. Pero un día que la miraba, quedó tan prendado de su belleza que se durmió sin darse cuenta. Como la bella joven tenía trabajo, le abandonó; en otras palabras, el principio divino que estaba en ella se fue, sólo quedó su naturaleza humana, lo que se llama la mujer astral, que se enrolló alrededor suyo como una serpiente y no quiso abandonarle. Buda poseía una gran sabiduría, pero la única manera que le permitió liberarse fue la humildad, la facultad de rebajarse. Hasta ese momento, sabía crecer y engrandecerse, pero para liberarse de la serpiente necesitaba disminuirse o morir. Poco a poco fue disminuyéndose hasta que no quedó casi nada de él, y es así como escapó de la serpiente...”
En ciertas regiones de la India se adora aún a las serpientes. Es toda una religión con sus sacerdotes y sus sacerdotisas. La serpiente tiene servidoras que la sirven como a una divinidad. En determinados días se les hacen sacrificios, la sacerdotisa se unta el cuerpo con aceite y polvo de cierta piedra, y empieza a danzar para ella. Entonces la serpiente se yergue y comienza una lucha extraordinaria entre la mujer y ella, hasta que la mujer logra encantarla; y el final es formidable, se diría que ambas quieren abrazarse... Muchas sacerdotisas mueren mordidas por la serpiente en el curso de esta ceremonia ritual, pero la tradición continúa.
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