El bastón en el centro, es la columna vertebral, en cuya base, los Iniciados de la India dicen que dormita la fuerza Kundalini que debe ser despertada.11 A partir del chacra Muladhara, la fuerza Kundalini se eleva por el canal central de la columna vertebral llamado Suschuma; se activa gracias a la respiración por dos corrientes, Ida y Pingala, situadas a ambos lados de Suschuma y se eleva hasta el loto de los mil pétalos, el chacra Sahasrara.
Así pues, los Iniciados, los yoghis que logran hacer este trabajo mediante el Sol (la corriente positiva, Pingala) y la Luna (corriente negativa, Ida), despiertan la fuerza Kundalini y la hacen subir hasta la cima. Aquí encontraremos de nuevo el fenómeno del láser. El ser humano es un láser viviente. Aquellos que logran hacer funcionar este láser en ellos mismos, obtienen la fuerza fuerte de todas las fuerzas, el agente mágico universal.
Retened de estas palabras que debéis aprender a trabajar con la Luna, la imaginación, pero manteniéndola en la pureza (por otro lado, la Luna, en su verdadero sentido espiritual, está unida a la pureza de la imaginación) con la luz, el fuego del Sol, con el amor desinteresado de Venus, y finalmente con la justicia de la cruz, de la tierra, para obtener la realización perfecta. Mercurio es el símbolo del ser perfecto en el que la circulación de las dos corrientes se efectúa con tal equilibrio, con tal armonía, que nada en la paz, y se convierte en un centro radiante capaz de arrastrar las criaturas hacia el bien.
Cuando la Luna no está dirigida por Marte y el Sol, empuja a los humanos a encontrar los medios para no hacer nada, a depender de aparatos y máquinas que les liberen de realizar cualquier esfuerzo. El símbolo de Mercurio nos enseña, al contrario, que la actividad, los esfuerzos son absolutamente indispensables. No es malo tener aparatos y máquinas, pero a condición de que liberen al hombre de las tareas materiales para permitirle una actividad nueva, espiritual, un trabajo gigantesco, con la voluntad y la imaginación, a fin de crear obras divinas. Desgraciadamente, por el momento, no es con esta finalidad para la que los hombres trabajan; quieren eliminar el Sol y Marte, es decir, la actividad, el esfuerzo que son esenciales y quedarse solamente con la Luna y Venus. No saben que es el mejor medio para degenerar.
Me parece que aún no os he dicho nada, aunque en realidad os lo he dicho todo. Estáis ante el océano, estáis ante el Cielo, estáis colmados, y si seguís siempre siendo los mismos, es porque no se puede recibir más de lo que se ha evolucionado, nada más, es esto lo triste. Pero cuando os alimentáis de este ambiente, de este amor, de estos cantos, de esta luz, de estos conocimientos, evolucionáis, y un día seréis capaces de emprender realizaciones fantásticas. Aunque no entendáis nada, continuad, porque siempre hay algo luminoso que se inscribe en vosotros.
Sevres, 27 de diciembre de 1970
II
Interiormente, psíquica y espiritualmente, hay muy pocos seres que saben en qué, cómo, y porqué motivo deben trabajar. Nos ocupamos en dar a los humanos toda clase de conocimientos para que puedan ejercer todas las profesiones que existen en la tierra, van a las escuelas, aprenden oficios... pero ellos mismos, interiormente, quedan sin fuerza, sin poder, y al menor problema, a la mínima dificultad, se derrumban.
Bien sé que en la actualidad se están introduciendo en Occidente toda clase de prácticas orientales: yoga, zen, etc., y muchos se lanzan a estas prácticas, porque sienten precisamente que deben hacer algo en el ámbito de la voluntad, de la concentración, de la meditación, para adquirir poderes psíquicos. No tengo nada en contra de ello, y puede que para algunos esto les de buenos resultados, pero para la mayoría, lo dudo, porque estos son unos métodos muy antiguos que fueron buenos en el pasado, y para los Orientales. Los Occidentales necesitan otros métodos que estén adaptados a su mentalidad, a su estilo de vida, y estos métodos precisamente son los de la Enseñanza de la Fraternidad Blanca Universal. Los Occidentales que se lanzan inconscientemente, sin un verdadero guía, a las prácticas orientales, corren graves peligros. Los Orientales se ejercitan siempre bajo la dirección de un guía, de un Maestro que los vigila, como lo hacen aquí los médicos con algunos enfermos a los cuales han dado un tratamiento y observan en ellos el efecto de este tratamiento modificándolo si es necesario. Pero los seres abandonados a sí mismos con sus conocimientos y sus posibilidades tan insuficientes, sólo pueden decaer. Entonces, cada vez más, los humanos se darán cuenta de que deben explorar el terreno interior, pero que deben también desconfiar de todos esos métodos que se propagan por aquí y por allá y que a menudo son peligrosos.
El trabajo iniciático con el Sol y la Luna, es decir con la voluntad y la imaginación, que conocen los Iniciados, es válido para la eternidad porque la voluntad y la imaginación son dos principios fundamentales en el hombre. Por esto, en los libros de alquimia, se encuentra, a menudo, estas imágenes: el Sol y la Luna, el rey y la reina... Bajo todas las formas, no hay más que esto: el Sol y la Luna, el hombre y la mujer que producen un hijo real, la piedra filosofal, el elixir de la vida inmortal, la panacea universal, la varita mágica, el caduceo de Hermes...12
La misión del hombre es realizar el Cielo en la tierra, parecerse a su Padre Celestial, el Creador. Pero para realizar el esplendor de esta misión venidera que no puede cumplir de una sola vez, debe conocer los factores indispensables para este trabajo: los dos principios activo y pasivo, emisivo y receptivo, masculino y femenino, el Sol y la Luna, la voluntad y la imaginación, para trasmitir a la Luna todo lo que el Sol contiene de noble y de luminoso, a fin que pueda reflejar y propagar las cualidades del Sol. La Luna es accesible a cualquier influencia, no elige, cualquiera puede manifestarse a través de ella, es como el agua que toma la forma del recipiente en el cual se vierte. El agua, la Luna, la imaginación, son más o menos la misma cosa. Si el Sol no se ocupa de la Luna, la imaginación, ésta puede incluso reflejar el Infierno. Por esto los Iniciados vigilan que la Luna, es decir, su imaginación, su “mujer”, no vagabundee por cualquier parte, sino que, gracias al Sol, reciba un elemento de luz y de eternidad. En ese momento sí, la Luna se convierte en una mujer extraordinaria, adorable, y otras leyes, las divinas, intervienen para realizar en el plano material lo que se forma en la imaginación. Esto es lo que simboliza la cruz colocada en la base del signo de Mercurio. La cruz, es la piedra cúbica que es la expresión de la tierra. Para los alquimistas, la cruz, la piedra cúbica, era la tierra virgen gracias a la cual debían construir el edificio.13
Cada día el discípulo debe fijarse los proyectos más nobles, más grandiosos, para poder realizarlos sobre la tierra. Así pues, primero trabaja con la imaginación, después con el corazón y la voluntad, haciendo posible que lo que ha imaginado se convierta en realidad. No se contenta con soñar, con flotar, sintiéndose orgulloso de tener bellos proyectos en su cabeza, porque eso no es suficiente; sus proyectos debe realizarlos con su comportamiento, con sus actos, en el plano físico, para que el mundo entero pueda ver que lo que ha creado en lo alto ha descendido y ha arraigado en la tierra.
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