Pero debéis saber que entidades vivas, inteligentes, están vinculadas a cada planeta. Así pues, cada nueva hora lleva consigo entidades que hacen un trabajo sobre las plantas, los minerales, los animales, los seres humanos . Y como cada planeta está ligado no sólo a un color, sino también a un sonido determinado (Do a Saturno, Re a Júpiter, Mi a Marte, Fa al Sol, Sol a Venus, La a Mercurio, Si a la Luna), la sinfonía de los sonidos varía con la hora del día a causa de la sucesión de los espíritus. Son los planetas quienes cantan a través del espacio, sumergiéndonos en una música a la que se ha llamado la música de las esferas. Gracias a la meditación, a la contemplación, el hombre puede llegar a percibir esta sinfonía de los planetas, de las jerarquías angélicas... Animado por el canto de los ángeles, el universo respira, se alimenta y vive.
Consideremos de nuevo el orden de los planetas en relación a los días de la semana. Comenzando por el día de la Luna, tenemos:
. Si al tomar de nuevo este mismo orden nos saltamos cada vez un planeta, tendremos:
, lo que corresponde a la sucesión observada en el Árbol sefirótico. Transcribamos de nuevo verticalmente esta serie alternada de planetas para dos semanas:
Pongamos ahora estas dos series frente a frente:
Ahí tenemos la imagen de dos ondas en movimiento y vemos que, donde para un determinado planeta la curva corresponde a un máximo, para la serie de enfrente corresponde a un mínimo. Si colocamos de nuevo estas dos series a continuación la una de la otra, obtenemos el esquema:
En la primera semana, el Sol, Marte, Júpiter y Saturno están en su máximo, mientras que la Luna, Mercurio y Venus están en su mínimo. Para la semana siguiente sucede lo contrario.
Estas ondas que acabamos de describir son comparables a las de la luz. Cuando enviamos una onda al espacio, nace simétricamente una segunda cuyo movimiento es inverso al de la onda enviada. Allí donde, para la primera onda, la curva es convexa, para la otra es cóncava. Esto muestra que la plenitud y el vacío no existen por sí mismos, sino que son complementarios. La plenitud y el vacío son los dos principios masculino y femenino que trabajan siempre juntos en el universo. En el hombre estos dos principios están representados por el alma y el espíritu, el corazón y el intelecto. En la Ciencia iniciática, este fenómeno está simbolizado por la serpiente, cuyo movimiento es la sinusoide. Y, ¿os habéis dado cuenta de que la columna vertebral, que sostiene todo nuestro esqueleto, está también construida de acuerdo al movimiento sinusoidal de la serpiente, es decir, de la luz?
Pero volvamos a los días de la semana: el domingo está ligado al martes, que enlaza con el jueves, y éste, a su vez, con el sábado; y también: lunes, miércoles y viernes... Los días forman una cadena y su sucesión corresponde también a una disposición musical. Los planetas y los días de la semana cantan en coro al Creador. Unidos entre sí como los granos de un rosario sin fin, forman una cadena cuyo desarrollo se inscribe en la eternidad. Si los rosarios tienen mucha importancia en varias religiones, es porque simbolizan el encadenamiento de las fuerzas cósmicas, la sucesión infinita de los elementos y de los seres. Todos nosotros formamos también parte de una cadena; no hay que olvidar esto jamás, pues guardando la conciencia de que pertenecemos a este desarrollo infinito, viviremos al unísono con la armonía cósmica.
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