Cuando enumeráis los signos del zodíaco, en el sentido: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, etc., seguís el movimiento involutivo. Así se formó el hombre, empezando por la cabeza. Y Aries precisamente es la cabeza, ya que hemos visto que cada signo del zodíaco corresponde a una parte del cuerpo humano. Ya que el punto vernal* se desplaza en el zodíaco en sentido inverso, en el orden: Piscis, Acuario, Capricornio, Sagitario, Escorpio, etc., su trayecto corresponde al movimiento evolutivo; sigue el orden según el cual se materializaron los órganos.
* Al no ser esta obra un manual de astrología, se supone que los elementos astronómicos básicos en relación al zodíaco son conocidos.
Si se considera el movimiento de los planetas en relación al zodíaco, se encuentra la misma oposición. Las constelaciones del zodíaco ascienden en el cielo, siguiendo el orden: Aries, Tauro, Géminis, mientras que los planetas giran en sentido inverso.
También se puede estudiar la oposición entre los planetas y el zodíaco desde otro punto de vista. El zodíaco representa el lado estable, inmutable. A diferencia de los planetas que están siempre en movimiento, el zodíaco guarda un orden, una regularidad. Nunca se ha visto a Aries al lado de Libra, ni a Piscis entre Leo y Virgo. Las constelaciones del zodíaco conservan el mismo orden desde la eternidad, mientras que los planetas no están nunca en el mismo lugar, ni en el mismo orden los unos con respecto a los otros. Estos últimos representan el aspecto psíquico, que varía constantemente, en oposición al cuerpo físico que presenta siempre la misma disposición. Ni la cabeza, ni el estómago, ni los pies han cambiado nunca de lugar. Los miembros, los órganos, conservan, como los signos del zodíaco, un lugar fijo desde la creación del mundo, mientras que en el interior del cuerpo todo es movimiento: movimiento de la sangre, de los humores y de las corrientes nerviosas que atraviesan el organismo. Exactamente como los planetas, que están siempre en movimiento.
Por otra parte, sabéis que los planetas reciben una gran potencia o, por el contrario, resultan debilitados, según sean los signos por los que pasan y que, a su vez, influyen sobre estos signos. Cuando Marte entra en Aries se fortalece, se vuelve potente, porque Aries le da toda su energía. Marte y Aries se tienen mutua simpatía, se comprenden y toman fuerza el uno del otro. Pero cuando Marte entra en otros signos, como Cáncer o Libra, por ejemplo, se debilita porque estos signos le son extraños. De la misma forma, lo que representan los planetas, es decir, los impulsos, las tendencias, los sentimientos, resultan más o menos exaltados o debilitados de acuerdo a los órganos, a los centros a través de los cuales se manifiestan. Si situáis vuestro amor en la cabeza, no actuará de la misma forma que si lo colocáis en el corazón. Y si colocáis la sabiduría en otra parte que no sea el cerebro, ¿qué hará allí?... Sólo donde los órganos y las fuerzas “se comprendan” podrá producirse un intercambio energético importante. He ahí unos puntos que deben profundizarse. Así como en ciertos signos los planetas se encuentran exaltados o en exilio, de la misma forma nuestras facultades intelectuales, afectivas y psíquicas se refuerzan o debilitan, según sean los órganos a través de los cuales buscan exteriorizarse.
No basta contentarse con un estudio del zodíaco en sentido abstracto o teórico, sino que es preciso aprender a encontrarlo y a interpretarlo en todas las manifestaciones de la existencia. Verdaderamente entonces es cuando la astrología se vuelve viva y útil para vosotros. El zodíaco es un libro de una extraordinaria riqueza y profundidad; todos los misterios de la vida están contenidos en él. Las múltiples combinaciones que forman continuamente los signos y los planetas entre sí son como hilos que se van tejiendo. Constituyen combinaciones que, día tras día, forman la trama de la vida.
III
EL CICLO PLANETARIO DE LAS HORAS Y DE LOS DÍAS DE LA SEMANA
El Árbol sefirótico es una figura simbólica de una gran profundidad, a través de la cual los cabalistas han querido dar cuenta de la creación del mundo. La Cábala explica que, en el origen, existía el Absoluto, el No-manifestado, Ain Soph Aur, es decir, la luz sin fin, y toda la creación no era otra cosa que la condensación de esta luz. Los diez sefirot o las diez regiones divinas se formaron por emanaciones sucesivas, y a cada una de ellas se vincula un planeta: a Malkuth, la Tierra; a Iesod, la Luna; a Hod, Mercurio; a Netzatch, Venus; a Tipheret, el Sol; a Geburah, Marte; a Hésed, Júpiter; a Binah, Saturno... En nuestros días se atribuye Urano a Hokmah y Neptuno a Kether, pero los antiguos desconocían la existencia de planetas más allá de Saturno, y atribuyeron a Hokmah el zodíaco, y a Kether los primeros torbellinos que presidieron la creación.
Si consideramos los siete planetas, de la Luna a Saturno, colocados sobre el Árbol sefirótico, vemos que son precisamente los que corresponden a los siete días de la semana, pero en un orden diferente. En el Árbol sefirótico los planetas ocupan el siguiente orden:
Luna,
Mercurio,
Venus,
Sol,
Marte,
Júpiter,
Saturno; mientras que los días de la semana siguen el orden:
Sol (domingo),
Luna (lunes),
Marte (martes),
Mercurio (miércoles),
Júpiter (jueves),
Venus (viernes),
Saturno (sábado). Naturalmente os preguntáis a qué corresponde este orden de los días de la semana...
Empecemos por Saturno, que es el primer planeta de la parte alta del Árbol sefirótico. La tradición esotérica dice que rige la primera hora del sábado, mientras que la hora siguiente está regida por Júpiter, la tercera por Marte, la cuarta por el Sol... y así hasta la octava hora, que está de nuevo bajo la influencia de Saturno; y el ciclo comienza de nuevo. Se alcanza así la hora 24 y se constata que la primera hora siguiente está regida por el Sol.
Aplicando el mismo procedimiento para cada día, se constata que la primera hora está bajo el dominio del planeta que corresponde a este día, es decir, la Luna para el lunes, Marte para el martes, Mercurio para el miércoles, etc. He ahí cómo se explica el orden de los días de la semana.
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