Fase ii-guaviare-guayabero. Se destaca en Colombia por la desaparición casi total de las representaciones humanas y de los animales con cabeza en forma de C. En la mayoría de los contextos, la cabeza se redondea y la figura antropomorfa se vuelve más esquematizada, un tanto menos dinámica y de movimientos más rígidos al final de la fase. Se observan figuras con los brazos arriba, la distinción profusa del sexo masculino y escenas de baile y luego de cacería, pero menos que en la fase Ajaju.
A medida que la proporción de figuras humanas disminuye, aumenta el uso de figuras geométricas. Los animales son representados generalmente sin la boca abierta. Aunque a veces los cuadrúpedos presentan diseños decorativos en su cuerpo, ya no están encapsulados en el centro, como antes. En esta fase se simplifica mucho la figura humana, los brazos ya no se muestran necesariamente extendidos hacia arriba tanto como antes, sino doblados hacia abajo. En muchos casos aparecen prolongaciones y ramificaciones de las manos y los pies, como dedos, que casi nunca se ven en la fase Ajaju. La figura humana masculina muestra muchas veces el pene, pero no objetos en detalle, implementos ni accesorios en el cuerpo o en las manos como en la fase anterior. Se observa el arribo de una infinidad de elementos nuevos, por ejemplo, la figura femenina, las escenas sexuales y la estilización de encapsulados geométricos independientes. Aparecen los primeros conjuntos de grabados (petroglifos) asociados a fuentes de agua, que indican gran afinidad con las formas iconográficas de la fase Guayabero. Desaparecen las representaciones de los hombres jaguar y los hombres avispa, así como los trajes ceremoniales y el carácter figurativo de las armas que se empuñaban, los propulsores, los dardos, las escenas rituales asociadas a patrones y atuendos de baile, y una gran cantidad de representaciones fitomorfas, sagradas y utilitarias. En algunos contextos pictóricos se observan recurrencias de hombres con caras como picos de aves u hocico de caimán, lo cual no es otra cosa que la cara C más prolongada, a veces con la boca abierta y otras cerrada, generando así una cabeza casi lineal muy larga. Este elemento se observa mucho en el sur del continente. En comparación con la gran variedad de fauna en las escenas murales de Chiribiquete de la fase Ajaju, en esta fase Guaviare-Guayabero hay una disminución muy importante de especies, número de individuos y detalles figurativos, pero, curiosamente, se observan figuras de fauna diferente de la típicamente amazónica.
Mural con pinturas tipo de la Fase Guayabero/Guaviare, Abrigo Nuevo Tolima-La Lindosa. Fotografía: Jorge Mario Álvarez Arango.
Sin lugar a dudas, el elemento más notorio es la gran profusión de figuras geométricas que recuerdan los elementos esenciales de la fase Ajaju, aunque ahora se vuelven más complejas de forma, número y contenido. Las ondulaciones y las redes se encapsulan, lo mismo que los punteados y las rayas finas intermitentes, tan redundantes en la fase anterior. En diferentes sitios, el orden gráfico de varios paneles cambia y se presenta más lineal, como en algunos paneles de La Lindosa, donde sorprende el balance y el equilibrio gráfico y hay un aumento considerable de recuadros geométricos encapsulados punteados, líneas en zigzag, círculos y rombos. En tal sentido, es importante indicar a título general, que los diseños de la TCC incluyen, en las tres fases, una concepción geométrica con enrejados, elementos rectilíneos, puntos, círculos y líneas curvas que pueden estar dispuestas de forma sencilla o en pares, bien sean simétricos y asimétricos, divergentes, superpuestos o atravesados. Los motivos pueden encontrarse dentro de un perímetro lineal, cuadrado o rectangular, o en algunos casos en óvalos –como una gran pupa ovoide o triangular– que llamaremos “encapsulado”, cuya línea de perímetro puede ser de diferentes espesores y que forma un espacio cerrado para incorporar en su interior las alegorías geométricas diversas. Estos encapsulados pueden tener en el perímetro exterior un contorno de líneas cortas, como filamentos perpendiculares, que se asemejan a estambres en uno o más de sus lados, figura que asemeja a un “tapete” o tejido con hilachas de adorno.
En Chiribiquete, donde también aparece esta fase y donde documentamos el proceso de transformación entre Ajaju y Guaviare-Guayabero (particularmente en el Abrigo J-Agreste I y II en el extremo norte de la serranía), se observan los encapsulados rectangulares decorados por dentro, que incluyen unos apéndices muy pequeños, casi imperceptibles, en sus extremos. Estos representan la cabeza, la cola y las patas; es decir, estamos ante el proceso de transformación hacia la nueva expresión pictórica abstracta. En síntesis, en Chiribiquete hay ejemplos de una simplificación notoria de las extremidades de venados y jaguares, en los que se resalta el cuerpo rectangular con diseños geométricos, pero empiezan a desaparecer las extremidades para ser reemplazadas por circunferencias y arcos. Los pigmentos que se emplean para las pinturas incorporan nuevos colores y se hace más frecuente el uso del amarillo-ocre, blanco y negro. Ahora también aparece el color verde junto a dibujos hechos con carbón vegetal. Ocasionalmente, se observa el empleo de pinceles delgados y es más frecuente el uso del dedo como instrumento de pintura. La presencia del jaguar disminuye en las escenas y empieza a sobresalir el venado, ambos más esquematizados. En los comienzos de esta fase, el jaguar se muestra saltando y su imagen conserva la morfología anatómica básica del animal, a pesar de que en infinidad de dibujos las patas y la cola se representan con círculos, como si fueran espuma o burbujas. Este atributo se documenta en otros sitios en el Guaviare y el Orinoco, asociados a otras figuras geométricas como cruces o equis. Frecuentemente, se ven en escena felinos amarrados del cuello con cuerdas y figuras humanas que los sujetan. Algunos dibujos, posiblemente de venados, se hicieron con el cuello largo, parecidos a los camélidos andinos. Hay mayor número de tortugas de río, zorros y varias formas de aves, especialmente garzas, que también se labraron en los petroglifos. Las aves adquieren una importancia cada vez mayor: aumentan las zanconas, como garzas y garzones; los gallinazos, las águilas harpía, los búhos y otras especies no identificables. Se ve, además, una gran cantidad de elementos emblemáticos nuevos, ausentes en la fase Ajaju, tal como la representación de protuberancias en las articulaciones de las extremidades, o “rodillones”, en figuras humanas, fauna y flora, aspecto que luego se difunde hasta las islas de las Antillas, y que es muy característico en Cuba y República Dominicana. Ocasionalmente, encontramos representaciones que podríamos llamar cósmicas, acompañando muchas escenas con alusiones circulares y de media luna, asociadas con dibujos de dardos, lanzas y dos triángulos convergentes llamados popularmente “relojes de arena”, entre otros.
En Colombia, la Fase II Guaviare-Guayabero se localiza, por el momento, en algunos sitios en el extremo norte de la serranía de Chiribiquete; las serranías de La Macarena y La Lindosa sobre el río Guayabero-Guaviare; la serranía del Tunahí, en el interfluvio de los ríos Inírida-Guaviare-Guainía; la serranía de Caranacoa, en el interfluvio de los ríos Inírida-Guainía-Negro; y en algunos otros sitios de la cuenca baja y media del río Orinoco, compartiéndose con Venezuela.
Uno de los rasgos más sorprendentes del arte ritual de Chiribiquete tiene que ver con el hecho de que los conjuntos artísticos muestran una secuencia continuada de manifestaciones de uso pictórico desde el final del Pleistoceno hasta nuestros días –que en el caso más reciente está siendo efectuada, seguramente, por grupos indígenas no contactados o en aislamiento voluntario–. Se suponía que los elementos figurativos eran muy evidentes al comienzo y más abstractos al final, no obstante, la evidencia dentro de Chiribiquete muestra el uso de caracteres figurativos y abstractos que se han ido usando indistintamente a lo largo del tiempo, variable digna de ser analizada en el marco de los estudios de secuencia cronológica de las manifestaciones pictóricas. Lo que es muy evidente es que lo abstracto y geométrico se vuelve muy reiterativo por fuera de la serranía y lo figurativo es una constante más observable, como atributo fundamental del sitio. Fotografía: Jorge Mario Álvarez Arango.
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