Editorial Notas Universitarias, S.A. de C.V.
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© Mario Salvador Arroyo Martínez Fabre, 2017
Versión impresa. ISBN:
Versión digital. ISBN: 978-607-97065-5-5
Diseño de portada y edición: Miryam Meza Robles
Corrector de estilo: Demetrio Alemán Valenzuela
Atendedor: Montserrat Colchado Jiménez
Impreso en Ciudad de México, 23 de abril de 2017.
Ciencia y Fe: ¿Un Equilibrio Posible?
Contenido
Presentación
Introducción
La intuición del cardenal Newman
Rigor metodológico
El origen de los malentendidos
La Iglesia y el nacimiento de la ciencia
Las universidades y la religión
Científicos prominentes cristianos
El origen del universo
La teoría de la evolución
Breve recorrido cronológico
¿Qué es y qué no es de fe?
Magisterio y evolución
Temas que por principio escapan del ámbito científico
La Creación
El cuidado providente de Dios sobre las creaturas
El alma espiritual
El milagro
¿Qué puede afirmar la ciencia?
¿Cuál es el terreno filosófico-metafísico?
Principio antrópico
Diseño inteligente
Temas científicos con repercusiones filosóficas generadores de inestabilidad
Mutua interacción entre ciencia, razón y fe
Ayuda que la fe presta a la razón
Ayuda que la razón presta a la fe
Ideología y fe
Ilustración
Positivismo
Neopositivismo
Evolucionismo
Cientificismo
Baches de la ciencia
Científicos antirreligiosos
Richard Dawkins
Stephen Hawking
Carl Sagan
Daniel Dennet
Científicos prominentes irreligiosos
Francisco J. Ayala
Stephen Jay Gould
Balance final
Para profundizar
Bibliografía
Presentación
Este libro que tienes entre manos, estimado lector, es un proyecto que nació en medio del fragor constante de la labor de un sacerdote que es capellán en un colegio de Lima Norte en Perú. Ciertamente, no es el único lugar en el que labora el padre Mario Arroyo Martínez Fabre, pero es el lugar donde nos conocimos más y donde compartimos intereses mutuos por contribuir con el crecimiento cultural de esta parte de la gran ciudad.
Siempre he admirado todo esfuerzo por conjugar las ciencias experimentales (mi campo de acción) con la filosofía y la teología (el campo de estudio del autor), debido a que en estas épocas postmodernas se ha intentado, con mayor insistencia, el divorcio entre las ciencias y los humanismos parcelando inicuamente la realidad y sus posibilidades de interpretación.
El pretendido choque entre fe y razón o entre ciencia y fe no tiene ningún asidero más allá de los «ismos» que surgieron posteriormente a la Ilustración, por tanto, más que señalar a los artífices de esta colisión, se debe recomenzar la tarea de tender puentes de entendimiento entre ambos ámbitos de estudio por la vía de la propia racionalidad humana. Estos puentes siempre partieron de los propios hombres de ciencia de buena voluntad, independientemente de su confesión religiosa o ausencia de esta, y de todo aquel que buscó apasionadamente la Verdad. Vaya tarea.
En virtud de ello, este libro es un pequeño pero dedicado esfuerzo en la construcción de estos puentes en nuestro país, donde muchas veces los discursos han ido oscilando desde el cientificismo y el positivismo hasta el fundamentalismo religioso, nada más dañino para la comprensión del mundo y sus causas profundas.
A través de este libro, encontrarás que tanto ciencia como fe, lejos de contraponerse irremediablemente, se han enriquecido mutuamente con sus descubrimientos y aportaciones, aspecto que el autor enfatiza muy bien, recordándonos al interior de cada capítulo los puntos más relevantes de la historia de la ciencia, así como la comparación de sus métodos, los pro-blemas que implica la interdisciplinariedad y el recorrido biográfico de los científicos quienes apostaron por el diálogo fecundo como los que se decantaron por el enfrentamiento y la ruptura.
También debo resaltar el estilo de redacción del padre Mario Arroyo, ya que en su afán divulgativo logra que esta obra sea de muy fácil lectura y comprensión a pesar de tocar temas de gran hondura científica y filosófica. Igualmente, añade la amabilidad del buen filósofo que nos revela los grandes problemas sin disminuir en nada el rigor de su investigación. Me hace recordar esto un viejo chiste científico que cuenta sobre un neutrón que, al terminar de beber su trago en un bar, le dice al cantinero: ¿Cuánto es?, a lo que el cantinero le responde: Para usted nada, amigo, sin carga.
Finalmente, y «sin carga», debo felicitar el esfuerzo de la Editorial Notas Universitarias por llevar al público mexicano un libro que de por sí ya le auguro los mejores éxitos, pero, sobre todo, porque al culminar sus páginas podremos comprender un poquito mejor la incansable búsqueda del hombre por encontrar su lugar en este mundo así como las huellas del Creador en su creación.
Aldo Llanos Marín
Biólogo, educador y gestor cultural
Introducción
Es frecuente, tanto en el marco de la educación secundaria como en la universitaria, escuchar planteamientos y enfoques en los cuales parece darse por sentado un enfrentamiento, real o ficticio, entre ciencia y fe. Para muchas personas, resulta evidente la existencia de una neta oposición entre la enseñanza bíblica sobre el origen del mundo, del hombre y de la vida, y las afirmaciones científicas sobre estos mismos temas.
Aquellas personas se enfrentan a los siguientes dilemas: o bien se abandona la perspectiva religiosa (con la conciencia de efectivamente abandonarla, cual rechazo a una noche de ignorancia y superstición), o rechazan la científica, atrincherándose dentro del credo y recelando de los avances científicos. O decaen en una especie de teoría de las dos verdades, sosteniendo que ambas explicaciones, si bien son contradictorias, son verdaderas, eliminando de un plumazo el principio de no contradicción. O, finalmente, optan por eludir el cuestionamiento y sostener como lo hacen muchas personas, más o menos conscientemente, que «lo más probable es que quién sabe».
Incluso el planteamiento se agudiza más si el individuo en cuestión asiste a determinadas aulas universitarias. En su interior se encona esta oposición, caricaturizando o ridiculizando muchas veces la posición de la Iglesia, criticándola, o haciéndola blanco de ironías y clichés manidos y superficiales. Uno termina por elegir entre ser retrógrado y conservador, o abierto y progresista; un espíritu esclavo y supersticioso o un espíritu libre, abierto, que no teme al conocimiento.
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