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SU MAJESTAD
EL ALBUR
Fernando Díez de Urdanivia
Prólogo
Sergio Corona
Presentación
Alberto Dallal
© Fernando Díez de Urdanivia Serrano
Primera edición: 2011
ISBN libro físico: 978-607-00-4385-7
ISBN libro electrónico: 978-607-8427-000
Editor:
LUZAM
Río Lerma No. 260
Col. Vistahermosa
62290 Cuernavaca, Mor.
Tel y fax: 01(777) 315-4022
discosluzam@gmail.com
www.luzam.com.mx
Diseño y cuidado de la edición:
Carmen Bermejo y el autor
Impreso y hecho en México
Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio. Se autorizan breves citas en artículos y comentarios bibliográficos, periodísticos, radiofónicos, televisivos y en internet, dando al autor el crédito correspondiente.
Ficha bibliográfica
Díez de Urdanivia Serrano, Fernando
Su Majestad el Albur
169 páginas de 15.5 x 22 cms
Lector benévolo, se expone a tu censura mi libro, y te pido que si asientes mal de mi trabajo, el tiempo que hubieres de gastar (tiempo mal gastado) en despreciarle, le gastes en escribir mejor, para que de tu docto enseñar, todos quedemos aprovechados.
Johannes de Loeches (1755)
A mi esposa Carmen, casi tan alburófila como yo
A la memoria de Armando Jiménez, alburero rey
A Luis Navarro, que inspiró este libro y lo apoyó generosamente
A todos los que con su pecho sano disfrutan el albur
Agradecimientos:
Pedro Hoth
Jesús Eduardo Martín Jáuregui
Javier Montiel
Raymundo Ramos
Felipe San José
Rodolfo Sánchez Alvarado
Jorge Velasco Félix
Contenido
PRESENTACIÓN
PRÓLOGO
OBSERVACIONES INICIALES
¿A qué altura queda el albur?
¿Camino sin andar?
Piso resbaloso
De las recolecciones al estudio
¿Desde cuándo habla el ser humano?
PRIMERA PARTE
De la boca a las orejas
Sólo a los cuates
Cuidado con los olvidos
Según el color del cristal
SEGUNDA PARTE
Significados y variaciones
Picaresca y picardía
Comunicación social
Entremeses y entre mozas
Un poco sobre teatro colonial
Lenguaje literario y expresión popular
El albur, ¿gusto desviado?
¿Quiénes albureamos?
El pelado y el albur
¡Fuera léperos!
¿Muera el albur?
¿Riqueza cultural?
TERCERA PARTE
Orígenes imprecisos
De los calembours a los albures
El Rebus
Otros nexos
Enriquecimiento mestizo
Herencia Prehispánica
¿Qué dijo usted?
¿En qué se basa nuestra habla?
Palabras van, palabras vienen
Luces y sombras de la Academia
CUARTA PARTE
Humor y risa
Ejercicio universal
Todos retozamos
Matices interminables
Visión enriquecedora
Mexicano y mexicanos
QUINTA PARTE
Albur y poesía
Albur y música
Albur cantado
Albur y arte pictórico
Albur y barroquismo
Albur y demagogia
Albur y religión
¿Es romántico el albur?
SEXTA PARTE
Parientes del albur
Del juego al rejuego
Similares y conexos
Colmos
Telones
No es lo mismo
Nombres propios e impropios
Voces del Oriente
SÉPTIMA PARTE
Del albur y sus reglas
Cómo se dice y cómo se oye
Materia prima
OCTAVA PARTE
Madres y madres
¿Deformaciones o hallazgos?
Armar y desarmar
Otro paso
Otros pecadillos
¿Lúdico o lúbrico?
Glosario (im)prescindible
NOVENA PARTE
Entrémosle a la albureada
Lo remoto
Albures fálicos
Albures irracionales
Albures con perfume
Albures penetrantes
Albures de succión
Albures católicos
Albures para inflar
Confección Alburozada
Enología y gastronomía
DÉCIMA PARTE
Simposios y competencias
Pregunta final
¿Se logró algo?
No es disculpa
Con ésta me despido
BIBLIOGRAFIA
PRESENTACIÓN
Me regocijó grandemente la propuesta de mi amigo Fernando Díez de Urdanivia para escribir estas líneas de “presentación”, no sólo porque su trabajo en torno a las “malas palabras”, impertinencias, albures, modismos o sencillamente frases (con interjecciones o sin ellas) que los mexicanos emitimos de manera espontánea o sabia y hasta erudita llenarían muchas páginas de libros especializados.
Fernando se ha ido a fondo, de la manera más amena del mundo (se echó literalmente un clavado), para detectar y explicar estas peculiaridades del idioma que, si las entendemos y dominamos, nuestras conversaciones, nuestras lecturas, nuestras literaturas y exclamaciones mismas nos convierten en seres más comprensivos y prácticos, más inteligentes. Tanto Fernando como yo estamos convencidos de que saber alburear constituye, entre otras cosas, la habilidad de llevar irremediablemente la sexualidad del mexicano a cuestas… y saberla expresar. Es, como bien lo afirma, “romper las fronteras del pudor” sin explícitamente romperlas, creando una verdadera situación escénica que sólo los (mexicanos) iniciados perciben, entienden, gozan… y están dispuestos a contestar para prolongarla. Hay en el texto de Fernando frases y palabras, explicaciones y meditaciones que, tras su lectura, se adhieren a nuestra mentalidad y nos convencen de, asimismo, lanzarnos a fondo y convertirnos simultáneamente en observadores y en practicantes asiduos de un tipo de lenguaje que abre a la creatividad a todos los hablantes del idioma castellano.
Alberto Dallal
PRÓLOGO
Gracias a Fernando Diez de Urdanivia por haber tenido la inquietud, el interés, el entusiasmo y muy importante el buen humor junto con el minucioso estudio que le dio el conocimiento de lo que es el albur.
Sabemos los albureros que el albur es básicamente un juego, una habilidad, una actitud pícara de apostar jugando con el lenguaje, con las diferentes acepciones de las palabras para, más que atacar, jugar a defenderse de no ser violado, degradado por el rival tratándonos como perro, burro, buey o ignorante. Se trata de divertirse aceptando el reto de jugar o de escuchar a buenos albureros.
En todo el mundo existe el doble sentido en los diferentes idiomas. Sin embargo, no alburean, no conocen ese juego y aquí me voy a referir a nosotros los mexicanos.
Como en cualquier otra actividad, también en el albur hay categorías. Contamos con eruditos, maestros, poetas, intermedios, principiantes e ignorantes cuya falta de conocimiento y recursos echan a perder el juego.
Este libro es el mejor sinodal para calificar la calidad, la categoría de alburero de que se trate.
Difícil resulta que existan mujeres albureras. Difícil, sí, pero como en todo nos están igualando ya existe una que otra, sólo que resulta complicado alburearse mujer contra hombre porque según las reglas no pasaría de la segunda o tercera respuesta, seguramente vendría un “suicidio”.
En este su libro Fernando menciona a Salvador Flores Rivera “Chava Flores”. Me permito mencionarlo nuevamente porque considero, como albureros que somos, que una de sus composiciones, “La Tienda de mi Pueblo”, es un auténtico himno al albur que se recomienda para su estudio, pues es una clase de preparatoria en la educación alburéica.
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