Copyright © 1997 por Warren W. Wiersbe
Originalmente publicado en ingles bajo el título
The Cross of Jesus
Por Baker Books, una division de Baker Book House Company
Grand Rapids, Michigan, 49516, U.S.A.
Todos los derechos reservados.
Primera edición en castellano: 2007
Segunda edición en castellano: 2021
Esta edición es publicada por
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A menos que se especifique,
todas las citas bíblicas son tomadas de
La Santa Biblia, Nueva Versión InternacionalTM
NVITM Copyright © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional.
Usado con permiso. Reservados todos los derechos a nivel mundial.
Ninguna parte de este libro puede ser duplicada, copiada, transcrita, traducida, reproducida o almacenada, mecánica o electrónicamente, sin previa autorización de la editorial. Todos los derechos reservados.
Dirección Editorial: Héctor Hernán Gómez Iriarte
Diseño General: Inti Alonso
ISBN: 978-958-33-8153-9
Producido en
Bogotá D.C., Colombia.
Contenido
Prefacio
Parte 1. ¿Qué vio Jesús en la Cruz?
Capítulo 1| ¿Cuándo Miró Jesús a la Cruz?
Parte 2. ¿Para qué Murió Jesús en la Cruz?
Capítulo 2| Para que Vivamos por Medio de Él
Capítulo 3| Para que Vivamos para Él
Capítulo 4| Para que Vivamos con Él
Parte 3. ¿Qué Dijo Jesús en la Cruz?
Capítulo 5| Padre, Perdónalos
Capítulo 6| La Promesa del Paraíso
Capítulo 7| Nuestro Señor Habla a los Suyos
Capítulo 8| El Grito desde la Oscuridad
Capítulo 9| Tengo Sed
Capítulo 10| Todo se Ha Cumplido
Capítulo 11| La Forma en que Jesús Murió
Parte 4. ¿Cómo Debería Vivir el Creyente el Mensaje de la Cruz?
Capítulo 12| La Cruz Hace la Diferencia
Prefacio
El enfoque de este libro está en Jesús y la cruz y abarca cuatro temas principales:
¿Qué vio Jesús en la Cruz? (Capítulo 1)
¿Para qué Jesús murió en la Cruz? (Capítulos 2-4)
¿Qué dijo Jesús desde la Cruz? (Capítulos 5-11)
¿Cómo debería vivir el creyente el mensaje de la Cruz? (Capítulo 12)
Los capítulos 5 al 11 fueron originalmente mensajes del programa “Regreso a la Biblia,” emitidos por la Asociación Radiodifusora Buenas Nuevas, de Lincoln, Nebraska. Yo he vuelto a escribir los mensajes y los he profundizado para este libro; sin embargo, he mantenido su original estilo informal y su énfasis evangelístico.
El resto de los capítulos fueron escritos especialmente para este libro.
En la tarde del domingo 19 de febrero de 1882, Charles Haddon Spurgeon inició su mensaje con estas palabras:
“En cualquiera de los temas en los que yo puedo ser invitado a predicar, siento el deber de no descuidar el estar continuamente refiriéndome a la doctrina de la cruz, la verdad fundamental de la justificación por la fe, la cual es en Cristo Jesús.”
A menos que volvamos a la cruz, no podremos avanzar en nuestra vida cristiana. Confío en que estos sencillos estudios les ayudarán a comprender mejor la aplicación práctica de la muerte de Cristo para su vida y el servicio de hoy.
Warren W. Wiersbe
Capítulo 1
¿Cuándo Miró Jesús a la Cruz?
¿Fue la intención de Dios desde el principio que Jesús muriera en la cruz? Preguntó el popular predicador británico, Dr. Leslie Weatherhead (1893-1976). “Pienso que la respuesta a esa pregunta debe ser, ‘No.’ No creo que Jesús pensara eso al principio de su ministerio. Él vino con la intención de que los hombres lo siguieran y no que lo mataran.” 1
Pero las Escrituras son claras en que la cruz de Cristo no fue una ocurrencia divina ni un accidente humano, porque Jesús era el “Cordero que fue sacrificado desde la creación del mundo” (Apocalipsis 13:8). 2En su mensaje en el Día de Pentecostés, Pedro confirmó esta verdad cuando dijo que Jesús “fue entregado según el determinado propósito y el previo conocimiento de Dios” (Hechos 2:23). Pedro estaba allí cuando eso pasó; él sabía que el Calvario no tomaría a Jesús por sorpresa. Años después, cuando escribió su primera epístola, Pedro se refirió a Jesús como el Cordero que Dios “escogió antes de la creación del mundo” (1 Pedro 1:20). ¿Puede haber algo más claro que esto?
Pablo estaba de acuerdo con Pedro en que la cruz estaba en la mente y en el corazón de Dios desde el principio. Después de todo, si Dios prometió la vida “antes de la creación” (Tito 1:2), y si “nos escogió en Él (Cristo) antes de la creación del mundo” (Efesios 1:4) y escribió nuestros nombres en el Libro de la Vida (Apocalipsis 17:8), entonces el gran plan de salvación tiene su origen en las divinas reuniones de la eternidad.
Cuando Jesús vino al mundo, Él sabía que venía para morir; vamos entonces a escuchar al Maestro mientras explicaba las Escrituras a aquellos dos discípulos desanimados en el camino de Emaús: “‘¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria?’ les preguntó Jesús” (Lucas 24:26). La cruz era un encargo divino, no un accidente humano. Fue la obligación de un Dios comprometido, no una opción humana. Luego, esa misma tarde, Jesús se apareció a los once apóstoles y les dijo: “Esto es lo que está escrito: Que el Cristo padecerá y resucitará al tercer día” (Lucas 24:46). Jesús no fue asesinado. Él entregó voluntariamente su vida por sus ovejas (Juan 10:15-18). Su muerte era necesaria en el eterno plan de Dios.
I
El Cordero del Sacrificio
El sacrificio expiatorio del Mesías fue anunciado en los escritos y las profecías del Antiguo Testamento, y Jesús comprendía perfectamente las Escrituras judías. Todo el sistema mosaico de sacrificios y el sacerdocio que lo mantenía, eran imágenes y sombras de las buenas cosas que habrían de venir. Jesús sabía lo que todo judío sabía, pues la raíz de todo ese sistema era Levítico 17:11: “Porque la vida de toda criatura está en la sangre. Yo mismo se la he dado a ustedes sobre el altar, para que hagan propiciación por ustedes mismos, ya que la propiciación se hace por medio de la sangre.”
En el “anuncio de su nacimiento,” Jesús declaró que su encarnación le dio un cuerpo que ofrecería como sacrificio por los pecados del mundo:
“Por eso, al entrar en el mundo, Cristo dijo: «A Tí no te complacen sacrificios ni ofrendas; en su lugar, me preparaste un cuerpo; no te agradaron ni holocaustos ni sacrificios por el pecado. Por eso dije: Aquí me tienes –como el libro dice de mí-. He venido, Oh Dios, a hacer tu voluntad.»”
Hebreos 10: 5-7
Jesús se entregaría a sí mismo como holocausto por nuestros pecados, en rendición total a Dios, ofreciendo pagar el precio por nuestras ofensas contra Él. El término "sacrificio" se refiere a cualquier ofrenda animal e incluía las ofrendas por el pecado y de reconciliación (ver Levítico 1-7), mientras que la palabra “ofrenda” se refiere a las ofrendas de comida y bebida. En su muerte en la cruz, Jesús cumplió todo el sistema de sacrificios y le puso fin para siempre. Él logró ser una ofrenda que millones de animales en los altares judíos nunca lograrían, “ya que es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados” (Hebreos 10:4).
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