Cuando salí de la visión, las velas ardían. Había estado en visión casi cuatro horas.
Otis Nichols registró que cuando Elena comenzó a orar, pronto fue “arrebatada en visión... y continuó hablando en visión con una voz aguda que todos los presentes podían entender claramente, hasta alrededor de la puesta del sol”.
Es fácil comprender la consternación y la exasperación de Sargent, Robbins y los demás. ¿Cómo respondieron? Nichols dijo que estos dirigentes avergonzados “agotaron toda su influencia y sus fuerzas físicas para destruir el efecto de la visión. Se unieron para cantar en voz muy alta, y luego hablaban y leían de la Biblia alternadamente en alta voz a fin de que Elena no pudiera ser oída, hasta que se les agotó la fuerza y les temblaban las manos, de modo que no podían leer de la Biblia”.
Algunos de los seguidores de estos dirigentes humillados los reprendían, pidiéndoles que acabaran con su interferencia. Robbins respondió: “Ustedes están inclinados ante un ídolo. Están adorando a un becerro de oro”.
El señor Thayer, el dueño de casa, tuvo su propia forma de satisfacerse en cuanto a si la visión era del diablo. Había oído que al colocar una Biblia abierta sobre la persona en visión se podía detener a la gente bajo influencia satánica. Thayer le pidió a Sargent que colocara una Biblia sobre Elena, pero él se negó.
Thayer fue más allá. “Tomó una pesada y enorme Biblia familiar que estaba sobre la mesa y casi nunca se la usaba, la abrió y la colocó abierta sobre el pecho de Elena mientras esta estaba en visión, inclinada hacia atrás contra la pared en un rincón de la habitación”. Esto es lo que ocurrió a continuación:
Inmediatamente después de que la Biblia fue colocada sobre ella, se puso de pie y caminó hasta el medio de la sala, con la Biblia abierta en una mano y la levantó lo más alto que pudo, y con la vista fija mirando hacia arriba, declaró con solemnidad: “El testimonio inspirado de Dios”, o palabras de la misma importancia, y luego continuó durante mucho tiempo, mientras la Biblia era extendida en una mano y sus ojos miraban hacia arriba y no a la Biblia, dando vuelta las hojas con la otra mano y colocando el dedo sobre determinados pasajes y pronunciando correctamente las palabras con una voz solemne.
Si usted hubiese estado en esa habitación, ¿qué habría hecho? ¡Exactamente lo que muchos hicieron! ¡Se pusieron de pie y observaron aquellos textos bíblicos que Elena estaba señalando mientras mantenía la vista fija hacia arriba! Para el asombro de todos, ella citaba perfectamente esos textos.
¿Cuáles fueron algunos de esos textos? Nichols dijo que “algunos de los pasajes mencionados eran juicios contra los malvados y los blasfemos; y otras eran amonestaciones e instrucciones relacionadas con nuestra condición actual.
“En este estado continuó toda la tarde hasta casi la puesta del sol, cuando salió de la visión”.
Cuando Elena salió de la visión, Sargent, Robbins y su grupo estaban callados. Por el resto del tiempo estuvieron inquietos aunque desafiantes, y se negaban a reconocer la importancia de lo que habían experimentado.
¿Qué ocurrió con Sargent, Robbins y su grupo de “No trabajar”? Nichols informó que, pocas semanas después, Elena Harmon visitó Randolph por última vez y le dijo al grupo que mediante las visiones se había enterado de que la “maldición de Dios pronto seguiría su curso”.
¡Y así fue! En pocas semanas, el grupo se disolvió cuando algunos confesaron “actos de lo más vergonzosos” y los de corazón honesto se separaron para siempre. Unos veinte siguieron a Sargent y a Robbins, y continuaron denunciando las visiones de Elena Harmon y a los que se oponían a sus doctrinas de “No trabajar”. Un año después, incluso este grupo se desintegró, y muchos “¡se declaraban libres de todo pecado!”
Para Elena, de 18 años, era toda una responsabilidad enfrentarse con hombres tenaces, no solo de a uno por vez sino ¡con una sala llena de adultos desafiantes que la ridiculizaban! Pero, cuando una persona, sin importar la edad, ha visto la luz de la verdad, ninguna persona mala o terca puede desplazar esa luz.
¿Qué ocurrió con los pocos que se mantuvieron de parte de Elena aquel largo día observando su “visión más larga”? ¿Usted cree que alguna vez se olvidaron de Elena y de esa Biblia de entre ocho y nueve kilos sostenida en alto durante tanto tiempo? ¿O de sus descripciones perspicaces de la clase de oposición que la denunciaba a ella tan hipócritamente? ¿O su predicción enérgica de que este grupo de “No trabajar” pronto se desintegraría en sus propios pecados?
Pronto aprendieron que siempre es más seguro “cree[r] a sus profetas” (2 Crón. 20:20).
Capítulo 4
La lección de astronomía
Bates se convenció
José Bates, un capitán de barco convertido, gastó su fortuna promoviendo el mensaje millerita. Se convirtió en uno de los primeros adventistas sabatarios (1845) y el primero en imprimir un folleto sobre el verdadero día de reposo, The Seventh-day Sabbath, A Perpetual Sign [El séptimo día sábado, una señal perpetua] (1846). Este folleto se convirtió en una confirmación importante para Jaime y Elena de White, recientemente casados, de que el sábado, no el domingo, es el día de reposo cristiano.
Sin embargo, el capitán Bates al principio no estaba convencido de que las visiones de Elena de White “fuesen de Dios”. Las visiones, en ese entonces, se confundían con sesiones espiritistas o el mesmerismo. Bates pensaba que las visiones eran resultado de la mala salud de Elena: “nada ‘más que lo que produjo un prolongado estado de debilidad de su cuerpo’ ”. Pero cambió de parecer después de observarla en varias experiencias de visiones.
“Una visión, en particular, lo impresionó. En noviembre de 1846, en el hogar de Stockbridge Howland, en Topsham, Maine, se había reunido un pequeño grupo de observadores del sábado. Entre ellos estaban José Bates y los White. Elena de White fue arrebatada en visión y ‘por primera vez tuvo una visión de otros planetas’. Después de la visión, relató lo que había visto” durante ella. J. N. Loughborough narró por impreso la descripción de la reunión según se la contó Bates:
La señora de White, mientras estaba en visión, comenzó a hablar sobre las estrellas, dando una descripción de cinturones de color rosado que veía a lo largo de la superficie de algún planeta, y añadió:
–Veo cuatro lunas.
–¡Ah! –dijo el pastor Bates–, ¡está viendo Júpiter!
Luego de hacer gestos como si estuviera viajando a través del espacio, comenzó a describir unos cinturones y anillos con diversidad de belleza, y dijo:
–Veo siete lunas.
El pastor Bates exclamó:
–Está describiendo Saturno.
Después vino la descripción de Urano, con sus seis lunas; luego una maravillosa descripción de los “cielos abiertos”, con su gloria, que describió como una abertura a una región más iluminada. El pastor Bates dijo que su descripción sobrepasaba en mucho cualquier relato de los cielos abiertos que alguna vez hubiese leído de algún autor.
Mientras ella hablaba y todavía estaba en visión, él se puso de pie y exclamó:
–¡Oh, cuánto desearía que Lord John Rosse estuviera aquí esta noche!
El pastor White preguntó:
–¿Quién es Lord John Rosse?
–Ah –dijo el pastor Bates–, es un extraordinario astrónomo inglés. Desearía que estuviese aquí para escuchar a esta mujer hablar de astronomía, y oír la descripción de los “cielos abiertos”. Es más avanzado que todo lo que leí sobre el tema.
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