— ¿Es Ud. Marcos?
— Sí, supongo por el uniforme, que fue Ud. quien me llamó.
Ambos se saludaron con un fuerte apretón de manos; apretón que hizo que Francisco sintiera, de aquella persona, una personalidad fuerte, segura y de total confianza.
— Claro, es muy obvio lo mío. Bueno me gustaría saber si puedo contar con su sincera colaboración.
— Yo diría que sí, pero cuénteme ¿de qué tipo de censo esta Ud. hablando?
Se ubicaron debajo del avión Aermacchi de la armada, en donde comenzaron a hablar.
— Bueno, Marcos, los datos que estoy buscando en realidad se relaciona con las cosas que están pasando con los buques pesqueros que han sido acosados o incluso atacados por los ingleses, como sabrá nuestra naves no llegan hasta tan cerca de la zona de exclusión que han puesto los británicos, pero sabemos que ustedes por su trabajo si, y con encuentros en muchos casos con los gringos. Juan Carlos el suboficial de prefectura me confió que usted sabía algo sobre tales situaciones y que me podría contar al respecto.
— Sí, es cierto, yo trabajo con una empresa pesquera multinacional, pero casi toda la tripulación es argentina. Muchas veces hemos encontrado buques extranjeros con algunas averías producto de los ataques ingleses, pero además, nos tocó vivir dos situaciones similares, en una de ellas salimos salvos por pura suerte.
— Que pasó exactamente, ¿puede relatármelo?
— La primera vez que nos topamos con ellos fuimos muy afortunados, pues estábamos como a unas 80 millas de su zona prohibida, la pesca nos había hecho llegar hasta allí, a causa de que habíamos estado buscando los cardúmenes para conseguir una buena carga y así regresarnos a puerto, era como las 11.00 de la mañana, ya casi estábamos terminando, cuando el capitán nos avisa que veía un helicóptero que se acercaba, todos nos imaginábamos que eran ellos, pues nadie más tiene aeronaves cerca. Bien continuamos con lo nuestro, cuando el helicóptero pasó casi rozando el mástil del barco, eso nos sorprendió a todos, e inmediatamente comenzamos a seguirlo con la mirada. El aparato hizo una vuelta amplia y regresó, pero esta vez notamos que algo pendía en su panza, al acercarse a nosotros empezó a ganar altura, y de pronto lo que colgaba cayó en la embarcación golpeando una de las grúas para remolcar las redes y después cayó al agua, imagínese el susto que todos teníamos, no sabíamos que hacer, pues no hay para donde correr o esconderse. En el alboroto el helicóptero desapareció, obviamente no vimos para donde tomó. Cuando comenzamos a calmarnos un poco y ver que solo había daños materiales decidimos volvernos. Creo que lo que nos arrojó era como una de esas bombas de profundidad, porque se veía como una especie de barril.
— ¿Recuerda la ubicación exacta del lugar del encuentro?
— Bien, bien no, pero si la necesita se la puedo conseguir.
— Y sígame contando, ¿qué pasó con el segundo encuentro?
— En la segunda vez, estábamos en otra zona más al norte de la primera
— Ya había pasado como tres meses de la primera vez, y ahora cada vez que salíamos usábamos el radar del buque que más que nada era meteorológico para tratar de ver si ellos andaban cerca, también por radio trasmitíamos a otros barcos que sabíamos por dónde andaban y consultábamos si ellos los habían visto cerca o si sabían de alguno que los hubiera encontrado por esa zona, creo que a partir de ahí, todos los pesqueros comenzaban a preguntarse entre sí, para así tratar de evitar estos cruces. Bueno como dije hablábamos con un pesquero noruego, y de pronto el capitán comenzó a relatar que estaban viendo a un helicóptero que estaba disparándole a otro barco a unas 3 millas de donde estaban ellos y luego se retiraban. En realidad, luego nos confirmaron que el helicóptero disparó con sus armas pero no directamente al barco, sino, hizo fuego por delante de la línea de navegación del pesquero. La mayoría de estos cruces han sido así, los disparos no van directamente a las embarcaciones, pero ha sucedido que si, como nos sucedió a nosotros, y alguno que otro también.
— Ok, bien estos sucesos son los que tratamos de investigar, aunque no tenemos pruebas, por lo menos podemos iniciar una denuncia para que los organismos internacionales tomen cartas en el asunto. ¿Ud. cree que en los pocos casos que hicieron blanco en las naves, fue intencional, o como que le fallaron los cálculos?
— La verdad no sabría decirle, pero todo puede ser posible.
— Yo necesitaría dentro de lo posible contar con la información precisa del lugar de los ataques, si Ud. pudiera conseguirla, me sería de gran ayuda.
— ¿Pero no tiene que entrevistar a mi capitán?
— Bueno, para serle sincero, la única entrevista que he conseguido fue con usted, y es debido a que ambos conocemos a Juan Carlos, lo de su capitán fue una pequeña mentira que usé para poder hablarle.
— La verdad que algo presentía al respecto, como que no me cerraba esto de entrevistarme a mí en vez del capitán. Pero sí, puedo conseguirla, no habría problema, todos tenemos acceso a estos datos y el capitán que tenemos es muy accesible.
— Yo tuve un hermano que peleó contra los ingleses, él estuvo como conscripto en el ARA Guerrico, ahora vive en Mar del Plata, pero siempre ambos hemos pensado igual en contra de la usurpación de las islas, y si esto sirve para la causa, será un placer ayudar.
— Verdaderamente, me siento algo mal por haber comenzado con una mentira, pero me alegro del resultado que hemos logrado. Cuando consiga las coordenadas por favor avíseme, le dejo mi tarjeta, y nos encontramos de nuevo. Realmente ha sido un gusto hablar con Ud.
— Lo mismo digo, y lo llamo cuando tenga eso. Adiós.
Ambos hombres salieron del centro de veteranos, Francisco subió a su automóvil y partió de regreso a Bahía Blanca, Marcos solo caminó, ya que su casa estaba muy próxima al lugar.
De esta manera el viejo Capitán de Fragata, iniciaba su recopilación de datos, sobre los movimientos de las naves inglesas por la zona de exclusión por ellos impuesta.
Por otro lado Damián, empezaba a entrelazar los eslabones, que necesitaba, para que esta cadena de hombres e información lograran alcanzar su objetivo. Es así que su siguiente movida sería hablar con Julián, Brigadier en Rio Gallegos, quien había sido radarista durante los primeros días del conflicto en las islas, y luego fue trasladado a San Julián, de donde partían los A-4C, ahora cerca de culminar su carrera militar, estaba dispuesto a poner la frutilla del postre que lo haría sentir vivo otra vez.
A principio de Septiembre, saldría desde Córdoba un vuelo hacia el sur que partiría muy temprano para estar de regreso a la noche de ese mismo día. Damián vio la oportunidad para ver a Julián, y hablarle de la misión. Entonces le mandó un mail, diciéndole que el día 6 de septiembre estaría en la brigada por solo unas horas y que era urgente que se encontraran.
Julián, recibió el mensaje y sabiendo de que se trataba, solo respondió: “Ok te espero sobre la pista y desde allí me encargo de tu alojamiento. Julián”
El miércoles 6 de septiembre a las 5.00hs de la mañana, Julián arribaba al aeropuerto, llevando consigo solo un maletín, ya que el viaje sería por solo unas horas. El avión, un C-130, llevaba material para la IX Brigada, y también iría un pasajero de último momento. La hora de partida establecida era a las 5.45hs, aún de noche, para llegar con los inicios de la mañana.
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