Tabla 3. Recurrencia de nombramientos de prebendas en el cabildo eclesiástico de Popayán
| Prebenda |
Número |
| Deanes |
14 |
| Deán suplido |
2 |
| Arcedianos |
20 |
| Arcediano suplido |
2 |
| Chantres |
23 |
| Chantre suplido |
4 |
| Maestrescuelas |
20 |
| Maestrescuela suplido |
1 |
| Tesoreros |
18 |
| Canónigos |
6 |
| Canónigos suplidos |
2 |
| Prebendas no aceptadas |
5 |
Fuente: Elaboración propia a partir de las fuentes documentales consultadas en el Archivo General de Indias, el Archivo Histórico Nacional y Miguel Wenceslao Quintero Guzmán, Linajes del Cauca Grande: Fuentes para la Historia (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006).
La tabla 3 permite mostrar la recurrencia de las promociones y las prebendas con mayor número de designaciones, que, en este caso, fue la chantría, seguida del arcedianato y la maestrescolía. Aparecen, además, un número pequeño de canónigos que fueron nombrados entre 1548 y 1609, prebenda que desaparecería por el argumento recurrente de la pobreza económica de la catedral, hasta cuando la planta catedralicia fue reestructurada y ampliada por el rey Carlos III en 1773. 60La importancia de los canonicatos está en que eran prebendas que permitían la captación de eclesiásticos para los episcopados y las catedrales, y a obispos y cabildos catedrales tener un abanico amplio de clérigos para presentar en los cargos vacantes que resultaran. Con esto, lograban las catedrales solucionar los problemas de tiempo y distancia que a veces enfrentaban capitulares, dignidades, jueces y hasta obispos que eran foráneos a los obispados donde eran nombrados. El cabildo catedral de Popayán por cerca de sesenta años tuvo presente en su pequeña planta entre uno o dos canónigos, prebenda que desapareció a principios del siglo XVII.
Sobre la ausencia de esta prebenda en la catedral y sus implicaciones para el obispado, Pedro Díaz de Cienfuegos, obispo de Popayán entre 1685 y 1696, explicaba en una carta la importante presencia de los canónigos para un cabildo eclesiástico y las dificultades que se desprendían de su ausencia, más si consideraba que, por la Recopilación de las leyes de Indias y una real cédula del 31 de diciembre de 1667, la Corona había dispuesto que, en todas y cada una de las iglesias metropolitanas y catedrales indianas, hubiera un número por lo menos de cuatro canonjías de oposición (doctoral, magistral, penitenciaria y de sagrada escritura), como existía en la Ciudad de los Reyes. Al respecto, el prelado afirmaba que las canonjías eran convenientes y necesarias, porque, con ellas, se podía hacer un buen uso de los curas y religiosos del obispado:
Así para su mayor lustre y decencia [el de la catedral] como para que los patrimoniales de esta diócesis se apliquen a los estudios y haya sujetos de las partes y letras que se requieren de que echar mano para las dignidades y prelacías sin necesitar de irse a oponer a otras iglesias que por la distancia grande de unas a otros y pocos medios que tienen los sujetos suelen dejar de ir a hacerlo. 61
Las palabras del prelado exponen buena parte de las dificultades que se evidencian en las Informaciones de oficio y Relaciones de méritos y servicios de aquellos capitulares que tuvieron cargo en el cabildo eclesiástico de Popayán. Como se anotará más adelante, aquellos que eran foráneos a la provincia debían enfrentar la enorme dificultad de desplazarse hasta Popayán, mientras que la ausencia de una universidad o un colegio seminario que permitiera la formación de los clérigos patrimoniales del obispado obligó a muchos a optar por recibir las órdenes menores o realizar una inversión importante de dinero para su formación en los colegios y universidades más cercanos, en este caso, los ubicados en Santa Fe o Quito. No obstante, a pesar de los sacrificios por costear sus estudios, buena parte de esta clerecía local logró acceder a la corporación catedralicia.
Ahora bien, en estos primeros sesenta años de erigida la catedral con su cabildo, fue posible también identificar, como se muestra en la tabla 3, un grupo de prebendas suplidas, es decir, nombramientos realizados por diferentes obispos de Popayán, dado que las largas vacancias y la demora en el proceso en el Consejo de Indias obligaban a que los prelados, para cubrir las necesidades de la catedral y de la administración del obispado, nombraran a eclesiásticos locales en las prebendas vacas. Estos suplidos eran presentados por el prelado ante el rey y el Consejo de Indias para que se les confirmara su designación, dado que llevaban cumpliendo las labores propias de la prebenda que suplían. El primer indicio de la presencia de capitulares nombrados bajo la figura de prebendas suplidas se encuentra en 1564 cuando el obispo de Popayán fray Agustín de la Coruña (1566-1588) afirmaba en una carta que había recibido una cédula del rey Felipe II que estipulaba que, de no haber el número de cuatro beneficiados sirviendo como prebendados en el cabildo catedral de Popayán, el obispo pudiera “nombrar uno o dos o los que faltaren del número de cuatro, para que mejor sirvan a la dicha iglesia […] señalando al tal prebendado que nos señalaremos y presentaremos tanto salario”. 62Ahora bien, esta real cédula no fue destinada únicamente al obispado, pues la Recopilación de las leyes de Indias , en el título dedicado al patronazgo real, establecía que, en aquellas catedrales donde no hubieren más de cuatro prebendados, los obispos eligieran entre los clérigos, suplentes de estas prebendas, 63sin silla, título, ni voz. Hecho el nombramiento y presentación por el prelado, el nuevo prebendado debía encargarse de dar aviso al Consejo de Indias de su persona, habilidad, buena vida y costumbres para que tanto este como el rey le dieran la designación final del título que suplían, 64con el fin de realizar la ceremonia de colación canónica que el capitular debía recibir como titular de su prebenda para que gozara con satisfacción de la renta que le correspondía.
La cédula en mención estipulaba que, ya que en el obispado de Popayán había muy pocos curas y arciprestes que atendieran tanto las necesidades del culto divino de las parroquias como las prebendas de la catedral, pudiera el obispo elegir de los capellanes que hubiera en el obispado que considerara eran “personas de buena vida y ejemplo”, 65para que pudieran ocupar los arciprestazgos y beneficios curados del obispado, pero, además, para prevenir que el cabildo de la catedral tuviera largas vacantes en sus prebendas, se hiciera la designación de este grupo de curas elegidos por los obispos. 66
¿Quiénes fueron los otros prebendados suplidos? ¿Lograron una final designación? ¿Como figura eclesiástica qué representaron para el obispado de Popayán? Hubo doce prebendados suplidos en el periodo estudiado: dos deanes, dos arcedianos, cuatro chantres, dos maestrescuelas y dos canónigos. El primer deán suplido que se registra en los documentos históricos fue Juan González Maldonado, 67quien, probablemente, fue designado en esa prebenda entre los episcopados de fray Juan González de Mendoza (1609-1618) y fray Ambrosio de Vallejo (1620-1631) para luego ser nombrado tesorero de esta corporación en 1635. El otro deán suplido fue Laurencio Ruiz nombrado en 1614 por el obispo González de Mendoza (1609-1618), debido a que, con la muerte del anterior deán, Juan Montaño, el cabildo se redujo a dos capitulares, un arcediano y un tesorero “de casi noventa años y asmático y muy decrépito”, 68por lo que dando seguimiento a la cédula real referida elegía a Ruiz, quien, “conforme a la necesidad de la iglesia para servir la dicha dignidad, por no haber en todo el obispado otro clérigo graduado que pueda dar latinidad”. Un año después, en 1615, Ruiz elevaba al rey y al Consejo de Indias una petición en que pedía confirmación de su prebenda, 69de lo cual no se sabe si ocurrió porque no se encontró documento alguno que lo comprobara.
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