Es obvio que el término “met-ontología” está formado análogamente al de metafísica . No voy a entrar en la cuestión harto discutida del origen del término metafísica . Conforme a la interpretación tradicional a la que se suma Heidegger, se trata de un término biblioteconómico que significa lo que va detrás de los libros sobre física. Así, la metafísica será la ciencia que trata de lo que viene después de la física. Es en este sentido como interpreta Heidegger el término, solo que añade que tal posterioridad expresada por la preposición griega μετά la va entender en el sentido de conversión basándose en el término griego también formado con la misma preposición μεταβολή ( alteración ) (Heidegger, 1991: 6, nota 68). 30Heidegger advierte, además, el sentido de transpaso ( Überschritt ) propio del término y valorado por la tradición filosófica, que interpreta μετά en sentido de la preposición latina trans y concibe la metafísica en términos de ciencia de los objetos suprasensibles, en especial de Dios y del alma (Heidegger, 1977b: 13 ss.; 1991: 6 ss.; 1983: 64 ss.). Para Heidegger la conversión hay que interpretarla, en cambio, no en el sentido de una trascendencia óntica a un sector del ente en su totalidad, como es el dominio suprasensible, dejando “tras” de sí, “abstrayendo”, lo sensible, sino de la trascendencia ontológica o giro al ente en su totalidad sin exceptuar región óntica alguna. Aquí estriba la diferencia esencial entre la concepción heideggeriana de la ontología universal o metafísica y el concepto aristotélico de metafísica. La met-ontología no puede equivaler por principio a la ἐπιστήμη θεολογική de Aristóteles, se la interprete o bien como equivalente a la filosofía primera o ciencia del ente en cuanto tal, o bien como ciencia yuxtapuesta a aquella (Aristóteles según Natorp y Jaeger).
En un pasaje más temprano aborda la aparente bifrontalidad de la πρώτη ϕιλοσοϕία de Aristóteles con una meridiana claridad y originalidad a la vez. En esa lección de 1924 Heidegger presenta la metafísica de Aristóteles de una forma bien distinta a lo que va a ser habitual en él. Conforme a esta exégesis, Aristóteles no solo planteará la cuestión del ente en general, sino también la del todo del ente (πάντα, ὅλον); resalta, además, la doble temática de la metafísica como ontología y teología. La teología aristotélica no tiene ya por objeto elucidar el ente más noble (τιμιώτατον), sino el ente en cuanto todo, el mundo, la naturaleza, incluido el motor inmóvil, Dios. Heidegger precisa que tanto la ontología como la teología tienen por objeto el ente mismo en su totalidad. Pero mientras la teología se ocupa de la “más auténtica y elevada presencia ( Anwesenheit ) del ente”, la ontología lo hace del ente en cuanto que está presente con todas sus determinaciones sin restricción a un área concreta. 31De esta manera ofrece una interpretación unitaria de ambas definiciones aristotélicas de la filosofía primera al establecer un solo tema para ambas disciplinas , que, por su parte, tratarán respectivamente un aspecto del ente en su totalidad: una ciencia se ocupará del ente en cuanto tal y la otra, del ente más excelente. 32En esta nueva interpretación de la primera filosofía aristotélica Heidegger (1978: 11-18) recompone la ciencia teológica al hacer de ella ciencia de lo sobrepoderoso. Con el término sobrepoderoso Heidegger (1978: 13) traduce el griego θεῑον, que distingue netamente de θεός. 33
En este último pasaje ni se alude al problema del todo, si bien más adelante se pone junto al problema del ente en cuanto tal el del mundo o del ente en su totalidad (Heidegger, 1978: 33), ni se dice menos aun que la ciencia teológica se ocupe del ente en totalidad, ya que sobrepoderoso no coincide ni con la totalidad del ente ni con el ente en su totalidad, por más que sobrepuje o envuelva a este. La propia concepción de Heidegger, guiada por la idea de la totalidad de las regiones del ser y no solo por la idea de lo sobrepoderoso, irradia sobre su propia interpretación bifronte de la metafísica aristotélica, por lo que la ἐπιστήμη θεολογική en cuanto ciencia sobre la “máxima y más auténtica presencia de la totalidad del ente”, esto es, de lo divino (θεῑον), no se corresponderá tampoco con la met-ontología, en la que se da la versión a la totalidad de los entes. Por consiguiente, no se puede sostener en ningún caso una equivalencia exacta entre met-ontología heideggeriana y la ciencia teológica aristotélica, por más que a esta se la redefina en tono heideggerizante como theiología. 34El tema del ente en su totalidad pertenece con pleno derecho al concepto heideggeriano de metafísica porque la pregunta por el ente en cuanto ente pregunta a la vez por el ente en su conjunto sin restricción a un sector de la realidad.
Ontología fundamental y met-ontología forman una unidad, que es la metafísica de nuevo cuño ahora propuesta en la estela de Ser y tiempo por Heidegger, quien, sin embargo, no se desdice de lo que afirmó en esta obra respecto de la ontología universal (1978: 202). Con todo, esto no impide que la met-ontología se subordine a la ontología fundamental, como la misma preposición griega μετά indica. Como la pregunta por el ente en su totalidad solo puede plantearse después de la elaboración de la pregunta por el ente en general, la met-ontología viene después de la ontología fundamental y depende esencialmente de esta: ¿cómo si no se va a obtener un concepto de mundo o de totalidad sin haber forjado antes el concepto de ser que guía a priori toda investigación de cada región óntica y, por ende, de la región de las regiones, el mundo? Esta subordinación de la met-ontología a la ontología fundamental que viene exigida por la constitución de ambas permite, por otro lado, también distinguirlas entre sí, eso sí dentro de la unidad de la metafísica u ontología universal. Como en Ser y tiempo se trataba del planteamiento de la pregunta por el ser, la cuestión del ente en cuanto tal ni fue tratada de forma explícita, ni tampoco se entró a ponderar el lugar de la pregunta por el mundo dentro de la ontología universal, lo que explica por qué Heidegger, al presentar su ontología universal, ofreciese la versión tradicional del concepto universal , evitando así distorsionar la marcha de la cuestión fundamental misma, temática de esa obra.
El término metafísica cobra un matiz positivo, como ya había ocurrido en una lección anterior, al presentar la Seinsfrage como una cuestión propia de la metafísica (Heidegger, 1993b: 7-10) o al hablar de una metafísica trascendental distinta de la metafísica vulgar, que trata del ente detrás de lo manifiesto, pero también diversa de la filosofía trascendental kantiana (1989: 23). Es más, para Heidegger lo que se llama ahora “ciencia trascendental del ser” constituye el concepto científico de metafísica, que hace equivaler al de filosofía, esto es, al de ciencia trascendental crítica del ser u ontología. En este pasaje se testimonia bien a las claras que “filosofía”, “ontología” y “metafísica” en el sentido que Heidegger los toma son términos con idéntico significado.
Con el nuevo concepto de metafísica se reformula y se profundiza la noción de ontología universal esbozada en Ser y tiempo sin corregirla. Por ello, la ontología fundamental en el sentido de la analítica del estar-ahí se había ocupado de elucidar la posibilidad de la comprensión del ser. La analítica del estar-ahí como había sido llevada en Ser y tiempo , va a ser retomada con el fin de mostrar la finitud de la comprensión del ser y del estar-ahí mismo (Heidegger, 1991: 229). Este es el tema de la nueva metafísica del estar-ahí.
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