Miguel Ángel Martínez del Arco - Memoria del frío

Здесь есть возможность читать онлайн «Miguel Ángel Martínez del Arco - Memoria del frío» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Memoria del frío: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Memoria del frío»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Hace mucho tiempo. Una mujer pasó diecinueve años en la cárcel. En el franquismo. Con otras muchas. Era mi madre. Mantuvo una relación con un hombre que pasó diecinueve años en otra cárcel. Con otros muchos. Era mi padre. Luego «salieron». Y regresaron. A otra cárcel. Con otros. Esta es su historia. No. Claro que no. Esto es solo una exploración. Un viaje. Tras las palabras de unas cartas.»Manolita del Arco fue la mujer que más años pasó en las cárceles del franquismo. Entró en ella después de un tiempo frenético en la clandestinidad, tratando de recomponer la oposición a la dictadura tras el final de la guerra civil. Hasta que llegó la inevitable delación. Luego, diecinueve años entre rejas, en los que, junto a sus compañeras, se negó a doblegarse ante la dictadura.Miguel Martínez del Arco recorre los pasos de su madre en esta vibrante novela. Un espléndido ejercicio de memoria democrática, que comienza con el golpe de Casado en marzo de 1939 y acaba bajo un estado de sitio en 1976, con un grupo de ancianas irreductibles celebrando la vida.

Memoria del frío — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Memoria del frío», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Todo ocurrió. Voy a contarlo. Voy a buscar. Saber qué pasó. Más allá de estas palabras mudas apretadas en las cartas. Sí, otro condenado relato sobre la memoria histórica. Memoria. Resistencia. Oculta en la maraña de voces que se han ido. Las voces. Las risas. En un lugar. En un momento. Un momento. Un momento que parece siempre. Siempre no es para siempre. Pero para una persona sí lo es. Es su tiempo.

Retorno la mirada atrás. Tras de mí solo quedan los escombros. Ruinas quemadas. Me apoyo en el suelo donde las cartas descansan. Cierro los ojos para ver mejor. Aprieto los párpados. Sigo apretando los párpados. Con mucha energía. Para ahogar las pupilas. Para que se callen. Para que se calmen. Pero al apretar descubro que siguen vivas. Como insectos. Insectos que vuelan.

Eso nos queda. Comprobar si nos mata. Ver si nos libera. O solo sucede. Sucedió. Mientras tanto.

Prisión de Segovia, 12 de noviembre de 1952. ¿Será la última vez que estemos separados?

«Soy la espuma que avanza y cubre de blanco el borde superior de las rocas, soy también una muchacha, aquí, en esta habitación».

VIRGINIA WOOLF

1. RAÍLES CHIRRÍAN. 1941. 1939

No puede ser. No puede ser.

Se ha levantado muy temprano. Algo nerviosa, quizá excitada. Ha elegido un vestido sastre color granate oscuro, unos zapatos de tacón alto, un bolso de piel de tonos marrones. Después de ducharse, con mucho cuidado de no mojarse el pelo que ayer peinó en la peluquería hasta convertirse en esa melena de reflejos caobas llena de suaves ondas, se maquilla con esmero. Se mira satisfecha en el espejo de su cuarto y sale.

En la cocina ya están Cony y Valeriano tomando el desayuno. A un lado reposa el saco de viaje, un enorme bolsón de piel que se cierra por arriba con un artilugio metálico. Lo mira con aprensión. «Eso debe pesar un mundo. No voy a poder con ello». «Habrá que intentarlo, yo te lo pondré en el portaequipajes de tu departamento en el tren y en Madrid tienes que tratar de llevarlo hasta el taxi tú sola. Luego será más fácil». «¿No hubiera sido mejor que me fueran a recoger a la estación directamente?». «Resulta muy peligroso, es mejor hacerlo como hemos acordado. ¿Tienes claro la dirección del bar y todo lo demás, no?».

Lo tiene claro. Tiene perfectamente estudiado el lugar donde está esa cafetería y todo lo que tiene que hacer para llegar a ella, entregar el saco de la mejor manera, salir a salvo. Y regresar a San Sebastián. El plan que ha habido que improvisar de repente lleva pensándolo horas con Valeriano. Preciso, determinado. Si luego hay imprevistos, confía en su suerte. En su suerte y en la experiencia. En su suerte y en la sagacidad que la clandestinidad aporta.

Toma el café con avidez. No es café, es achicoria con algo de café. Y leche. Con sopas de pan, como le gusta. Revisa de nuevo su bolso con sus cosas personales, se pinta los labios, se levanta y coge el saco de viaje, para probarlo. «Puedo con él, pesa mucho pero puedo, no te preocupes, Valeriano. Vamos».

El departamento de primera que tiene asignado en el tren correo a Madrid está aún vacío. Suben, mientras la gente revolotea por el andén, y se coloca en su sitio, donde indica el billete. Afortunadamente junto a la ventana. Mientras Valeriano coloca el saco de viaje en el portaequipajes sobre el asiento, Manoli mira por la ventanilla, en una mezcla de simple curiosidad y también de comprobación, aunque está segura de que nadie está sobre sus pasos.

—Me voy. Como máximo seréis seis aquí en este departamento, que para eso esto es primera. Te queda un buen rato para descansar.

—¿Para descansar? No estoy cansada, pero en ocho horas me leeré de cabo a rabo una novela. Eso me mantendrá con la cabeza ocupada.

—No estés nerviosa. Todo irá bien.

—Sí. Lo sé. Todo irá bien. Y, no creas, me hace mucha ilusión volver a Madrid después de dos años. Ver la ciudad, aunque no pueda ver a nadie conocido. Sentir cómo huele.

—No se te ocurra salirte de lo planeado.

—Que sí, hombre, pesado, me sé muy bien todo. Para ya.

Se abre la puerta del departamento y entra una pareja. Un hombre y una mujer de unos cincuenta años. Se saludan. Él coloca su maleta también sobre el portaequipajes y se sienta a su lado. Valeriano y Manoli salen entonces al pasillo y se dirigen a la puerta del vagón. «Ve tranquilo, atiende bien a tu mujer, que está muy nerviosa con el embarazo. No te preocupes, en un par de días estoy aquí». Le da un beso en la mejilla y él la abraza. La abraza como un padre despide a una niña. Ella se ríe por dentro pensándolo. Se desase y lo mira divertida. «Yo sé lo que os cuesta creerlo, pero las mujeres podemos. Podemos solas, no sufras. Saldré viva de esto, y tú también. No pongas esa cara…».

Cuando entra de nuevo a su departamento ya está todo el mundo sentado. Avanza hasta su sitio junto a la ventanilla y se acomoda. Pone su bolso sobre las piernas, saca un pañuelo y una novela. La montaña mágica , el primer tomo. Entonces levanta la vista y lo ve. Frente a ella.

Un hombre de unos cuarenta años, quizá alguno más, vestido con su camisa azul de la Falange, con el rojo bordado en el bolsillo con el yugo y las flechas. Ese bordado que parece una alimaña, una araña venenosa. En los hombros lleva galones, debe ser un gerifalte del régimen. Él la mira e inclina la cabeza levemente, ella hace una mueca que quiere parecer una sonrisa.

«Pero no puede ser. No puede ser…».

El tren se desplaza lentamente entre los valles. Mantiene el libro en las manos mientras mira por la ventana el torpe discurrir del vagón. Mira sin ver, pensando qué va a pasar. Qué va a pasar en unas horas, cómo va a discurrir el viaje con ese hombre frente a ella y la multicopista oculta en el saco de viaje de cuero sobre su cabeza. ¿Y si se bajara en la primera estación, o en alguna otra antes del destino? ¿Pero no resultaría sospechoso que fuera en primera clase y se bajara de repente, tan rápido? ¿Y si se bajara, qué haría? Todo el dispositivo se vendría abajo, tendría que buscar hotel, esperar otro tren, avisar antes mediante telegrama y que se montara otro operativo para recoger el aparato en Madrid.

Busca alternativas mientras sigue mirando por la ventana, como si no hubiera nadie frente a ella. Como si estuviera sola, o pudiera ocultarse en medio de la multitud, un soplo de viento que no se percibe. Tan abstraída está en su propio paisaje que no se da cuenta de que el tren se para, el chirrido del frenazo la saca de sí y mira el andén lleno de gente, gente que camina para entrar en los vagones de segunda y de tercera, mujeres con cántaros y con cestones de mimbre. Tolosa. Regresa con la vista ahora hacia delante y observa cómo él la mira fijamente, y cómo distrae rápido la mirada cuando ella lo mira. Se lleva de manera automática la mano al pelo, como queriendo evitar algún incordio no previsto, o un mechón fuera de su peinado en cascada. ¿Por qué la mira, le ve algo sospechoso? ¿Qué le ve? Aprovecha que él ha vuelto su atención hacia el pasillo por donde pasan algunos viajeros nuevos para fijarse mejor. El pelo engominado hacia detrás, oscuro, sobre unas facciones sin señales: la cara de un hombre moreno, bien afeitado pero con la sombra oscura casi azul sobre sus mejillas, la nariz recta y grande, los labios finos que no están apretados, sino entreabiertos, sin tensión. Un señor vasco del barrio de Aiete, un señor con dinero. Pero no va vestido de requeté, lo mismo no es vasco, estará de viaje. Algo en su gesto la tranquiliza, quizá los labios que no se aprietan entre sí, o una sensación de cuidado algo impostada, como no natural. Tan planchado, tiene la cara tan planchada como la camisa.

De repente, él se vuelve y la descubre mirándolo. Ella no retira la mirada, algo le dice que debe fijar el campo de juego. Cuando él sonríe, ella continúa observándolo sin más. Escudriña su sonrisa y no es capaz de decidir qué hay en ella, ni en esos dientes cuidados que se intuyen. Ese hombre podría ser su padre, por edad, seguro. Más que le dobla sus veinte años. Pensando en cómo debe protegerse, en qué hacer, no escucha lo que le dice.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Memoria del frío»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Memoria del frío» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Severo Martínez Peláez - La patria del criollo
Severo Martínez Peláez
Miguel Ángel Martínez - El misterio Perling
Miguel Ángel Martínez
Virginia Martínez - Política y memoria
Virginia Martínez
Miguel Ángel Nuñez - Del abismo a la luz
Miguel Ángel Nuñez
Ángel Martínez Marcos - Conversaciones poderosas
Ángel Martínez Marcos
Miguel Ángel Martínez López - Tríptico de los siete inviernos
Miguel Ángel Martínez López
Miguel Ángel Martínez López - El poder de la derrota
Miguel Ángel Martínez López
libcat.ru: книга без обложки
Miguel Ángel Martínez López
Отзывы о книге «Memoria del frío»

Обсуждение, отзывы о книге «Memoria del frío» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x