VICENTE BURUAGA PUERTAS
LO QUE NO BORRARÁ EL VIENTO NI EL TIEMPO
1ª edición en ebook: marzo 2019
© Vicente Buruaga Puertas
© De la presente edición Terra Ignota Ediciones
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ÍNDICE
Introducción Introducción Los personajes de esta obra son producto de mi fantasía. La historia es también fruto de la imaginación, aunque bien pudiera asemejarse a una realidad vivida. La trama se desarrolla en tierras de la vieja Castilla, en las catalanas, vascas, extremeñas y andaluzas. A todas ellas las quiero mucho, aunque he de reconocer mi prevalencia por las castellanas, que son las que me vieron nacer y crecer. He procurado describirlas con la mayor fidelidad. Los lugares que se narran en el libro son coincidentes con la realidad. Únicamente he dado pábulo a cierta imaginación al citar unos parajes ubicados en tierras colombianas, y situar unas casas en un determinado lugar del Lago de Sanabria, donde acaecen determinados hechos, por haberlo considerado más acorde con la narración. Este relato es continuación de mi anterior Como cangilones de noria. Aunque puede leerse sin haber leído previamente el citado, entiendo aconsejable que el lector tenga a bien hacerlo para una mejor comprensión de la urdimbre que a ambos les liga. En algunos capítulos determinados personajes interpretan o reproducen piezas musicales, a las que hago mención, por entender que con ello el lector sentirá y vivirá con mayor intensidad la narrativa a la que se ajustan. Por último, me sentiría satisfecho si, como consecuencia de la lectura de esta escritura, los lectores se animan a recorrer y pisar las tierras en las que el argumento de la misma transcurre; en el supuesto caso, claro está, de que no las conozcan.
PRELIMINAR PRELIMINAR
Libro Primero: Libro Primero: ESPERANDO UN REGRESO
ESPERANDO UN REGRESO Libro Primero: ESPERANDO UN REGRESO
Libro Segundo:
ENTRELAZANDO SENDAS
Libro Tercero:
NUEVOS HORIZONTES
MESES DESPUÉS
RECONOCIMIENTOS
Para Carmen, mi fiel y adorada compañera.
A Yolanda y Adriana, mis dos tesoros.
A Pepe, mi querido hermano.
Introducción
Los personajes de esta obra son producto de mi fantasía. La historia es también fruto de la imaginación, aunque bien pudiera asemejarse a una realidad vivida.
La trama se desarrolla en tierras de la vieja Castilla, en las catalanas, vascas, extremeñas y andaluzas. A todas ellas las quiero mucho, aunque he de reconocer mi prevalencia por las castellanas, que son las que me vieron nacer y crecer. He procurado describirlas con la mayor fidelidad.
Los lugares que se narran en el libro son coincidentes con la realidad. Únicamente he dado pábulo a cierta imaginación al citar unos parajes ubicados en tierras colombianas, y situar unas casas en un determinado lugar del Lago de Sanabria, donde acaecen determinados hechos, por haberlo considerado más acorde con la narración.
Este relato es continuación de mi anterior Como cangilones de noria. Aunque puede leerse sin haber leído previamente el citado, entiendo aconsejable que el lector tenga a bien hacerlo para una mejor comprensión de la urdimbre que a ambos les liga.
En algunos capítulos determinados personajes interpretan o reproducen piezas musicales, a las que hago mención, por entender que con ello el lector sentirá y vivirá con mayor intensidad la narrativa a la que se ajustan.
Por último, me sentiría satisfecho si, como consecuencia de la lectura de esta escritura, los lectores se animan a recorrer y pisar las tierras en las que el argumento de la misma transcurre; en el supuesto caso, claro está, de que no las conozcan.
PRELIMINAR
Corría el mes de septiembre de 1972.
Leonor estaba en su casa de Navaconcejo, un pueblo de la comarca del Valle del Jerte, en la provincia de Cáceres. Su preocupación era mucha e incesante, pues dentro de unos días iba a cumplirse un año de la marcha de su marido Tomás a Colombia, a fin y efecto de hacerse cargo de unos extensos y ricos cafetales que había heredado de su madre. Solamente paliaba algo su pesar Amancay, la sobrina a quien quería como si una hija suya fuese.
Leonor había obtenido la tutela de la persona y bienes de Amancay, de diez años, hija de su hermanastro Benigno ‒hijo natural de don Benigno Ruiz‒ y de una nativa hondureña, ambos fallecidos en Honduras.
Don Benigno Ruiz, abuelo paterno de Amancay, la había instituido heredera universal de sus bienes y, por ende, propietaria del sesenta y nueve por ciento de las acciones de la sociedad por él fundada Agrícola y Ganadera Extremeña, S.A., ostentando Tomás, su mano derecha en el negocio, la titularidad del treinta por ciento del accionariado, y don Gabriel, el abogado de la familia, el uno por ciento restante.
También Leonor era receptora del ánimo que le infundía Jesusa, que de criada había pasado a ser más bien su fiel y buena consejera. Jesusa contaba con cincuenta y cinco años, habiendo entrado a los veinte al servicio de don Benigno Ruiz, a quien asistió hasta su muerte. Don Benigno le había asignado una renta vitalicia para que no tuviera problema económico alguno, pero decidió prestar sus servicios a Leonor y Tomás, a instancia de los dos, pues contaba con ánimo y salud suficientes.
Cierto es que, durante los dos primeros meses de la ausencia de Tomás, este se comunicó frecuentemente con Leonor. No obstante, de forma insospechada, esa fluidez cesó para dar paso a una falta total de noticias. Ello se produjo a partir de la fecha en que Mateo, hermano de Tomás, que le acompañó en el viaje, había regresado a España.
Agrícola y Ganadera Extremeña, S.A. daba trabajo a ciento cincuenta familias, siendo su situación financiera muy boyante y sus productos agrícolas y cárnicos en constante expansión, con centros de explotación en los términos municipales extremeños siguientes: De la cereza, en el Valle del Jerte; del vino y el aceite, en Almendralejo; del porcino, en Jerez de los Caballeros. Ramiro, Rodrigo y Sergio estaban, respectivamente, al frente de tales dependencias; todos ellos comandados por Tomás, desde la muerte de don Benigno Ruiz.
Rodrigo Fernández era la persona de confianza y mano derecha de Tomás. Había gozado también del aprecio de don Benigno Ruiz, sustituyendo a Tomás en sus funciones desde su marcha a Colombia. Rendía cuenta de su gestión a Leonor, la cual había sido designada coadministradora solidaria de la sociedad en junta universal de accionistas, celebrada poco antes del inicio del viaje de Tomás a tierras colombianas. Leonor y Rodrigo mantenían una mutua relación de afinidad y confianza. Ambos estaban en la cuarentena de sus vidas.
Rodrigo, al igual que don Benigno Ruiz y Tomás, se había hecho a sí mismo, ganándose el puesto que ocupaba en la compañía gracias a su buen trabajo, tesón e innata inteligencia.
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