Una nota sobre las deudas y los distanciamientos
Introducción
Una anécdota
La academia y la acción política. Un contexto concreto del problema
El abordaje que se propone en esta indagación
Estudio 1. Nota sobre la autonomía
Entre autonomía moral y autonomía política
Autonomía y esfera pública. Autoridad e institución
Autonomía del conocimiento y autonomía universitaria
Estudio 2. Los bienes comunes del conocimiento
La perspectiva de los bienes comunes de Ostrom
El conocimiento como bien común
Captura del conocimiento como bien común
Estudio 3. El conocimiento y la acción política
Estudio 4. Orígenes sincrónicos de la universidad y de su lucha por la autonomía
El nacimiento de la universidad
Tensiones sociopolíticas-religiosas en torno al conocimiento
El nacimiento de la universidad y la autonomía
Estudio 5. La universidad en las brumas del capitalismo cognitivo
Un malestar generalizado
Los autonomistas
La universidad-empresa
Del capital cultural al capitalismo cognitivo. Los dispositivos
Una crítica al capitalismo cognitivo
Estudio 6. ¿Una idea de universidad es aún posible?
Ponderar la crisis
La universidad en fuga
Razones para volver a la universidad
Reapropiación, instituciones de lo común y acción política
Bibliografía
Quiero comenzar este prólogo al libro Autonomía universitaria y capitalismo cognitivo. Una aproximación a la idea de universidad de Esther Juliana Vargas Arbeláez diciendo que me enfrento a la dificultad de hacerlo desde un precario conocimiento del tema sobre el que este versa. Asumí la asesoría de esta investigación que comenzó bajo la tutela del profesor Carlos Enrique Retrepo, colega y amigo de la Universidad de Antioquia, quien murió antes de que Esther Juliana pudiera concluirla. De este modo, con el amparo del grupo de investigación Filosofía y Enseñanza de la Filosofía, realizamos algunas actividades y proyectos conjuntos, donde se acogió muy bien la investigación de Esther Juliana. Con la muerte temprana de Carlos Enrique Restrepo, muchos de sus proyectos y aspiraciones quedaron truncados; uno de ellos, sus reflexiones y demandas sobre la universidad y la consolidación de su propuesta de una universidad nómada, la cual —como él mismo lo planteaba— se encontraba inscrita dentro de “una filosofía política de la universidad” (2015, p. 35). Asumí entonces la tarea de la dirección de la investigación, fruto de la cual se presenta este libro.
A la luz de las indagaciones que en ese momento realizaba la autora, surgió mi interés por estudiar el tema de los comunes, al que me dediqué con cierto empeño, lo que me llevó a buscar y rastrear el tema en Aristóteles, filósofo al que me he dedicado a lo largo de mi vida académica pero, debo confesar, que solo leía de manera marginal algunas de las discusiones que se daban sobre el tema de la universidad en el ámbito nacional e internacional, en el que la pregunta por la idea de universidad tiene cabida y la cual no es indiferente para los filósofos, quienes siempre se refieren a su nacimiento en la Edad Media. Así, en repetidas ocasiones, la pregunta por la universidad ha surgido a lo largo de la historia, cuando los filósofos han estimado que las propias situaciones históricas, sociales y políticas les demandan su consideración y a ellas han respondido desde sus propias perspectivas teóricas. Si bien se puede decir que la universidad aparece en una determinada época histórica con la organización e institucionalización del encuentro que se da entre maestros y alumnos alrededor de los saberes que paulatinamente se fueron constituyendo, podemos decir que la experiencia misma del encuentro entre maestros y alumnos se remonta aún más atrás, pues es algo que comparten, en general, todas las culturas y sin la que no es posible concebir la constitución de la humanidad en su conjunto.
La investigación de Esther Juliana Vargas se enmarca en el campo de la filosofía y pregunta, una vez más, por la idea de la universidad; pero, esta vez, situada en el contexto histórico, social y político del siglo XXI, pues es un hecho que esta se ha visto sometida a múltiples cambios que la afectan y que obligan a los filósofos a pensarla de nuevo. En la actualidad, en Colombia, conocemos los estudios que ha realizado, especialmente, la filósofa estadounidense Martha Nussbaum, gracias a la traducción y publicación al español de El cultivo de la humanidad: una defensa clásica de la reforma en la educación liberal (2016) y de Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades (2014). No obstante, esta no fue la perspectiva que asumió Carlos Enrique Restrepo, pues él, desde una orilla muy distinta, recogió las reflexiones de los autonomistas italianos, las cuales, a su vez, asumió Esther Juliana, cuando se preguntó por la universidad en Autonomía universitaria y capitalismo cognitivo. Una aproximación a la idea de universidad.
Esta perspectiva, como se sabe, hunde sus raíces en las reflexiones que realizan Antonio Negri y Michael Hardt cuando analizan en Imperio (2005) las nuevas características que adopta el capitalismo en las sociedades actuales. Para esto retoman la noción de biopoder , proveniente de las reflexiones de Michael Foucault (2001, 2005, 2006); adicionalmente, adoptan la noción de los comunes, para referirse a todo aquello que no es privado ni público, sino que le pertenece a la humanidad en su conjunto. Estos autores consideran que, con las nuevas condiciones del capitalismo, lo común es cercado por el mercado y por los sistemas financieros, lo que conlleva su apropiación por parte de unos pocos particulares, lo cual se constituye en una amenaza para la supervivencia de todos pues, finalmente, gran cantidad de la población es excluida de lo que es considerado esencial para su supervivencia y para la realización de su humanidad. Posteriormente, en el 2009, con el commonwealth , los autores retoman la noción de lo común para precisarla:
Por lo “común” entendemos, en primer lugar, la riqueza común del mundo material —el aire, el agua, los frutos de la tierra y toda la munificencia de la naturaleza— que en los textos políticos clásicos europeos suele ser reivindicada como herencia de la humanidad en su conjunto que ha de ser compartida. Pensamos que el común son también y con mayor motivo los resultados de la producción social que son necesarios para la interacción social y la producción ulterior, tales como saberes, lenguajes, códigos, información, afectos, etc. (Hardt & Negri, 2011, p. 10)
Así incorporan a la noción de lo común, además de los recursos naturales, saberes, lenguajes, códigos e información, pues estos, al ser producidos por la humanidad en su conjunto, les pertenecen a todos, y debido a su mercantilización, no pueden acceder a ellos la gran mayoría de la población, como de hecho puede comprobarse ocurre en la actualidad. Esta última consideración sobre el conocimiento es retomada por la segunda generación de los autonomistas italianos, quienes al defender la idea de lo común igualmente para el conocimiento, también tienen que defender una idea de universidad que no esté sometida a las exigencias del mercado. Este es el caso, por ejemplo, de Gigi Roggero, quien en La revolución del conocimiento vivo (2013), traducido por Esther Juliana Vargas, continúa con las críticas a todo aquello que convierte a las universidades en empresas del conocimiento. Esta es la línea de pensamiento que siguió Carlos Enrique Restrepo desde la Universidad de Antioquia, quien, además de asumir los planteamientos de los autonomistas italianos, hizo suya la idea de una universidad nómada para desarrollarla en Colombia. Precisamente, a esta se refirió cuando afirma:
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