FRANCIS AURÓ
¿Dónde están
mis orgasmos?
© ¿Dónde están mis orgasmos?
© Francis Auró
Segunda edición, septiembre de 2021
ISBN papel: 978-84-685-5942-1
ISBN epub: 978-84-685-5941-4
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Índice
PRÓLOGO Todxs hablamos…
Capítulo 1 ¿¡Perdona!?
Capítulo 2 Junio
Capítulo 3 ¿Qué me estoy perdiendo?
Capítulo 4 Febrero
Capítulo 5 INSERT COIN
Capítulo 6 Agosto
Capítulo 7 Atracción total
Capítulo 8 Estoy tarada :(
Capítulo 9 Y no tengas prisa
Capítulo 10 Surfing o Suffering (Surfeando o sufriendo)
Capítulo 11 El príncipe azul
Capítulo 12 Yo y mis contradicciones
Capítulo 13 Esta vida loca
Capítulo 14 Más cosas de esta vida loca
Capítulo 15 Tú y yo, ¿qué somos?
Capítulo 16 Así no hay quien pueda
Capítulo 17 El sexo es más que un orgasmo
Capítulo 18 Noticia bomba
Capítulo 19 Mueren todxs
Agradecimientos
PRÓLOGO
Todxs hablamos…
Sin duda las relaciones con las personas que más queremos son las que más nos remueven. Las que más nos afectan.
Los que saben dicen que nos ayudan a crecer, que se trata de aprender de ellas…
Pero es que aprender sin temario o sin libros de texto es complicado: muchas veces lo que tú has considerado importante no es lo que entra en el examen. Y claro, así vamos un poco a ciegas, escogiendo temario en función de lo que nos va tocando vivir, aprendiendo sobre la marcha, aprobando unos exámenes y en cambio suspendiendo otros una y otra vez… hasta que un día hacemos algo diferente… y aprobamos…
Y entonces, cuando parecía que ya más o menos lo teníamos controlado, aparecen, como si de una gincana se tratara, nuevas situaciones que nos vuelven a poner a prueba en esa relación o en otra…
Las relaciones de pareja ocupan un espacio importante en nuestros pensamientos, en nuestras vidas y por supuesto en nuestras conversaciones.
Hablamos de las nuestras, de las de otros. De las que tuvimos, de las que nos gustaría tener o de esas que no queremos repetir.
¡¡Cuántas confesiones, cuántas dudas y cuántas soluciones en todas esas conversaciones!!
Además ¡es tan fácil opinar y aconsejar cuando se trata de la vida de los demás! De repente nos convertimos en expertos psicólogos-terapeutas-coachs entregados a ofrecer el mejor consejo a nuestra/o amiga/o, consejo que además vemos tan claro, que no entendemos cómo puede ser que no lo vea ella/él.
¡Ojalá fuera tan fácil cuando estás implicado!: desde dentro ya no ves tan claro lo que en otros parecía sencillo.
A veces son conversaciones preparadas: “Tenemos que quedar porque necesito hablar, necesito saber vuestra opinión. Le estoy dando tantas vueltas al tema que ya no sé si lo que pienso es normal”. Entonces, el lugar es lo de menos. Lo importante es encontrar un momento. Y si no hay momento posible, hay teléfono y hay audios de WhatsApp que consiguen hacer terapia en tiempo récord.
Otras conversaciones son más improvisadas… Al acabar una cena, con un café, dando un paseo, volviendo a casa en coche, tomando el sol en la playa, derrumbándote delante de un desconocido ese día que ya no puedes más y él escucha tu historia como si fuera tu mejor amigo… Las situaciones son infinitas.
Y es que en ocasiones las relaciones sentimentales pueden conseguir desgastarnos y chuparnos, como si del más hambriento vampiro se tratase, mucha energía.
(Y puestos a chupar, que nos chupen otras cosas, ¿no?).
Porque no se trata solo de sentimientos. En las relaciones sexo-afectivas o de pareja, como yo las llamo, también se trata de sexo.
Y aunque parece que cada vez hablamos de sexo con más naturalidad, la verdad es que “ese” tema sigue envuelto en creencias y connotaciones varias, sazonadas con vergüenza, culpa, burla, miedo, desconocimiento…
Las conversaciones sobre emociones o sexo pueden ser más o menos profundas y más o menos sinceras. Los hay que fácilmente cuentan de todo y los que difícilmente cuentan algo. Los que exageran o los que se posicionan en lo que parece la media, por si acaso… “No me vayan a juzgar” “Intentemos parecer normales”.
Y claro, acostumbrados a comparar desde pequeñitos, después de estas conversaciones, pues eso, comparamos; algunas veces reflexionamos y muchas otras nos frustramos al pensar en cómo parece que les va a los demás y cómo nos va a nosotros.
Pues de muchas de esas conversaciones, nace Sara.
Con sus creencias y con sus contradicciones, para contar su historia, hecha de partes de muchas historias.
No es lo que tú sacas de los libros lo que te enriquece.
Es lo que el libro consigue sacar de ti
El monje que vendió su Ferrari
Robin Sharma
Ni que sea una sonrisa…
Francis Auró
Capítulo 1
¿¡Perdona!?
—Te has corrido dos veces… —dijo mientras mostraba su amplia sonrisa perfecta, orgulloso del trabajo realizado.
Me limité a sonreír, sin más. Había sido una buena partida, sí…
Pero… creo que no me he corrido…
Vamos, diría que no me he corrido en la vida…
En aquel momento mi cabeza estaba más pendiente de ver cómo acababa la noche y de si volveríamos a quedar, que de lo que me acababa de decir.
Pero a la mañana siguiente empecé a pensar:
¿Qué ha pasado para que diga que me he corrido? Y lo más misterioso: ¿cómo puede ser que él se entere de que me he corrido y yo no?
Estaba flipando.
Aquel comentario marcaría un punto de inflexión y me haría empezar a pensar de otra manera en mi placer sexual…
Nunca antes había hablado de orgasmos con mis amantes; ni de los suyos, que eran evidentes, ni de los míos…
Es que yo creo que no me corrido nunca…
El “creo” ya daba muchas pistas de que, efectivamente, no me había corrido.
Recordaba haber leído en una revista femenina “Basta ya de fingir orgasmos”.
¿Estoy fingiendo mis orgasmos? ¡Pero si no sé si los tengo!
A mí me gusta el sexo, me excito, siento que mi excitación sube pero… No hay más… El juego termina cuando el tío se corre… GAME OVER, ¿no?
No había subidón con traca final ni tampoco me había planteado que lo tuviera que haber. Yo me lo pasaba bien… a mi manera, haciéndolo como sabía.
Claro que había leído sobre el placer de la mujer, sobre orgasmos, porque de alguna manera sentía que me faltaba algo, pero no llegaba a integrar lo que leía, y como tampoco me parecía tan trascendental en mi vida, le daba, más bien, poca importancia.
Así que, a pesar de que había intentado aprender alguna cosa al respecto, al final siempre acababa haciendo sexo de la misma manera de siempre… Que era, básicamente, como había visto en las pelis… Aquellas en las que salían dos rombos… Tremendo referente el mío.
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