Con Naty, que te puedo decir, otra que pidió y pidió una mascota en todos los idiomas, o sea que también te quiso desde el primer momento, lástima por ella que no pudimos hacerlo antes, porque ya tenía casi 16 años cuando llegaste y estaba un poco lejos la etapa de juegos de chiquitos, pero te entendió desde el primer día, con esa capacidad infinita que tiene para los animales y también para los chicos. Creo, sin equivocarme, que cuando yo no estaba en casa, tus necesidades las suplía Naty como si fuera yo misma y vos no lo dudabas.
Con ella salías de paseo metódicamente, aunque después de mucho tiempo me enteré que tus paseos eran la excusa de ella para fumar un cigarrillo, pero igual, se disfrutaban mutuamente.
Con Sabry, una relación hermosa, intensa, de amor, de peleas, fue una de las relaciones más fuertes que pudiste tener en casa. Pasaban del amor al odio en un minuto, pero cualquiera que los veía de afuera se daba cuenta el amor inmenso que había atrás de todo eso. Jugabas, corrías, te enojabas, hasta daba miedo cuando la corrías gruñendo hasta donde podía llegar el tema, pero era y fue así siempre.
Ella luchó mucho para que estuvieras en casa y te disfrutó como nadie, pero por su edad, un poco más de once años, no te daba la tranquilidad que necesitabas, eran dos criaturas en todo momento. Aunque Sabry fue creciendo y madurando, cuando te apuntaba con su dedo acusador, nunca faltaba tu gruñido de respuesta, salvo que estuvieras enferma.
Ella decía ser tu mamá, pero en realidad, fue esa hermana compinche y alocada que, sin dudarlo, te hizo vivir los mejores momentos de tu vida a través de sus locuras.
Con Gaby, siempre tuviste una relación tranquila. Sin altibajos, de juegos y caricias, pero tranquila. Como es él, con mucha paz, que estoy segura que vos también veías; pero como todo lo tranquilo “pasa desapercibido” en un lugar donde un torbellino de locuras predominaba el día. Es muy difícil no quererlo, estoy segura que él era, para vos, igual que el resto, aunque alguna vez, Gabriel, lo haya puesto en duda.
Con Marce, es tan difícil definir la relación con él. Fue una relación simbiótica desde el comienzo, jugaban, peleaban propio de la edad que tenían ambos. Fueron creciendo y se hizo cada vez más fuerte, a tal punto que cuando él estaba en casa no veías más a nadie. Era todo amor y un conocimiento absoluto de la necesidad de uno y del otro. Por eso, para mí, fue una relación simbiótica y hermosa, de esas que te marcan para siempre.
Por último, conmigo…….. capítulo aparte.
Que puedo decir de tu relación conmigo, te amé desde el primer momento en que te vi. Sabía que era mucho para mí con tantos hijos, pero como te conté al principio, la relación con mis mascotas de la infancia fue maravillosa, por lo que tenía adelante un nuevo desafío.
Eras tan chiquita, puro ojo, que adoraba tenerte en mi suéter doblado para darte calor. Al mismo tiempo me acordaba de mi madre, que hacía lo mismo cuando trajo a Pelusa a casa.
Yo pensaba y me daba un poco de temor, porque Pelusa y Archi, habían sido educadas, yo solo las disfruté sin esa responsabilidad, por eso este desafío me daba que pensar. A medida que fue pasando el tiempo, viendo tus respuestas, me di cuenta que todo lo que te pidiera ibas a cumplirlo y así fue, un juego divertido de amor y de confianza que me llenaba el alma.
Lo más difícil para mí fue ponernos de acuerdo con papá en los límites que él pretendía, que eran muy distintos a los que los chicos y yo queríamos. De a poco fuimos venciendo esas barreras impuestas por papá, porque tu comportamiento no era tan complicado y fuiste ganando espacios por mérito propio, hasta llegar a dormir al lado mío de la cama, de ahí en más, no nos separamos nunca.
No eras desobediente, todo lo contrario, tampoco exigente, nosotros hacíamos nuestra vida sin que vos nos pusieras piedras en el camino. Cuando salíamos y te quedabas sola, te portabas re bien, y al volver encontrábamos todo en perfecto estado y tu recibimiento nos llenaba de alegría.
Lo único que nunca pude lograr, fue que durmieras con los chicos, y me lo reprochaban. No sé porque no querías quedarte en ninguna otra habitación que no sea la mía para dormir, se dio así, supervivencia tal vez, eso era un reclamo constante que, aunque lo intenté, nunca pude revertirlo.
También cuando caminábamos juntas por la calle, como te había enseñado, sin correa, si íbamos con alguno de los chicos, vos siempre caminabas al lado mío y si jugando se adelantaban por algo, vos hasta que yo no llegaba no seguías y eso también te lo reclamaban, a tal punto que de viejita, que te llevábamos con correa por las dudas, no querías que la tenga (la correa) nadie más que yo, otro reclamo.
Era una relación simbiótica como con Marce, pero más adulta, más profunda, más segura……… eras mía, incondicionalmente mía!!!!!
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.