1 ...7 8 9 11 12 13 ...17 —Hace muchos años, yo era un Especialista en Motores de Automóvil y la situación aquí no estaba bien, así que me llamaron de una empresa en España, y finalmente acepté una oferta de empleo con un excelente salario por tres años, así que marché a España con mi esposa, y allá tuvimos un hijo poco antes de terminar mi contrato y de regresar a Estados Unidos, así que sacamos los pasajes para volver en un barco donde abordamos con mi esposa y mi hijo de once meses... En esa travesía, se inició un incendio a bordo cuando estábamos ya cerca de la costa este, así que se solicitó auxilio, mientras entre los tripulantes y otros hombres que éramos pasajeros intentamos sofocar el fuego a bordo, yo le dije a mi esposa con mi hijo en brazos que corriera a donde estaban los botes salvavidas ante el eventual naufragio del buque, que es lo que intentábamos evitar. El bote salvavidas ya estaba comenzando a bajar, cuando mi esposa arrojó al niño sobre el bote donde lo atrapó una mujer, y luego ella intentó saltar, pero no consiguió apoyarse y sin hacer pie cayó al mar perdiéndose en las aguas...
Tras una pausa, Dan continúa:
—Finalmente, yo salté a un último bote con otros hombres, donde los que quedamos como sobrevivientes fuimos rescatados bastante tiempo después por diversos barcos que llegaron en nuestro auxilio, pero una vez en tierra, fue muy difícil encontrar a otros sobrevivientes entre los muertos y desaparecidos.
Sin condiciones, yo había quedado solo, había perdido todo, mi familia, mi documentación y el dinero, inicialmente, yo quedé internado por quemaduras y un principio de problemas pulmonares por el humo, en fin… Cuando fui dado de alta, no tenía más noticias de mi esposa ni de mi hijo... Así que tuve que ponerme a trabajar para poder sobrevivir ahora en Nueva York e intentar descubrir lo que había sucedido con ellos. Pasados los años, ya con una situación económica estable, contraté entonces a un experto en tragedias náuticas, que, tras muchas investigaciones, me informó que, en ese viaje, habían abordado cinco niños de menos de un año, incluido mi hijo, pero que, según los registros, habían sido rescatados cinco niños con vida de menos de un año… Esto me confirmó que mi hijo estaba vivo.
Contraté entonces a un investigador particular para que localizara a esos niños y uno a uno fueron siendo descartados, hasta que se llegó a la situación de que una mujer había abordado sola, pero salió con un hijo en sus brazos, el investigador finalmente, descubrió que el chico jugaba al fútbol, así que le solicitó su transpirada camiseta para poder hacerle un análisis de ADN, por medio del cual, se corroboró que ese chico, que en definitiva, era mi hijo, eres tú y que la mujer que lo recogió y lo salvó al niño para cuidarlo con todo su amor, era tu actual madre Lucia, a quien yo ahora, le he pedido que se case conmigo, porque su hijo, o seas tú, es también mi hijo y yo soy tu verdadero padre.
Tony, de inicio quedó mudo, luego, como despertando de un sueño, consiguió gritar,
—¡Papá!, ¡entonces yo tengo un padre, yo tengo un padre!
—Sí, así es hijo, y siempre lo tuviste, solo que no te pude encontrar antes, pero tu madre te cuidó bien, y ahora tendrás madre y padre en casa.
Tony comprendió que su padre no escatimó recursos para encontrarle, por lo tanto, él no había muerto como creía, y nunca le había abandonado.
Lucía, por su parte, no sabía quién era el padre de aquel niño que recibió en el bote antes de que su madre cayera al mar, y tampoco si se había salvado o no, pero finalmente, el milagro ocurrió, y ese milagro fue Dan Nolan, que ahora había aparecido y que sería su marido y padre de su hijo.
07. MARY Y EL PADRECITO
Mary tenía trece años, y ya empezaba a pensar como una señorita, por lo tanto, las fantasías fluían por su cabeza, muy en especial, cuando veía pasar frente a su casa, a un apuesto joven estudiante que siempre pasaba elegante de jeans y camisa a cuadros con sus libros debajo del brazo, el muchacho era un individuo que en ese entonces tenía ya veinte años.
En sus fantasías la niña lo miraba y suspiraba por él, como si fuera un príncipe azul que venía a buscarla en su corcel blanco, pero en realidad, el joven solo pasaba de camino a sus estudios. Mary se ponía entonces todas las tardes a la misma hora en la ventana o en el jardín para verle pasar. Un día, el joven notó la presencia de la chica que todos los días estaba allí mirándole sonriente, pero que solo era una niña, así que él le sonrió, a lo que ella también le sonrió muy simpáticamente. Cada día que pasaba ya era una sonrisa rutinaria, hasta que un día que ya estaba cimentada esa simpatía, entonces él levantó su mano y le hizo un ademán de “chau” acompañado de la habitual sonrisa, a lo que ella alegremente correspondió con su manito y su inmensa sonrisa.
El Joven se llamaba Carlos, vivía a solo dos cuadras de la casa de la niña y estaba estudiando en la universidad, por lo cual, él tenía que pasar frente a su casa para tomar el ómnibus que le dejaba en su lugar de estudios, por lo tanto, para él, aquella era solo una pequeña niña sin cualquier otro tipo de connotación de su parte, pero ello no duró mucho, pues al poco tiempo el joven desapareció del barrio por varios años.
Pasados ya siete años, la niña ya era ahora una joven que tenía sus veinte años y estudiaba piano, es decir, que ahora ya no era más aquella niña cuando él recordándola un día pasó y la vio sentada al lado de la ventana tocando el piano. Así que él pasó frente a la casa de la chica, ella le vio de espaldas cuando él ya se alejaba y le reconoció, lo que le reavivó aquella fantasía del príncipe azul.
Prontamente al otro día, ya se preparó para saludarle como antiguamente a su amado desconocido y le espera pronta en el jardín, cuando le ve venir desde lejos, pantalón y sobretodo negro con el cuello levantado y portafolios en la mano... Así que él se acerca, ella se aproxima al borde del jardín, y cuando él está a pocos pasos, ella le sonríe y también él reconociendo aquella sonrisa simpática, pero, cuando se aprestan a saludarse como viejos amigos, es cuando ella queda perpleja al ver que debajo del sobretodo, él lucía un collarín de sacerdote...
—Pero... ¿Tú eres Padre? —indaga ella.
—Si, en efecto hija, yo soy el Padre Carlos en la Iglesia del Barrio, estoy asistiendo al Padre Julio que está algo enfermo por su edad, por eso vengo aquí a la casa de mis padres... Esta noche la misa de las siete la doy yo, si quieres venir te espero…
—Bien Padre, por supuesto que iré... —dice Mary aún en estado de asombro. —Muy bien, nos veremos entonces... Ah, por cierto ¿cuál es tu nombre?” —dice el Padre.
—Mary, me llamo Mary Soca.
—Bien Mary Soca... hasta luego... —dice el Cura y sigue su camino.
A las siete, se inicia la misa y allá está el Padre Carlos, con toda su indumentaria que observa a los fieles cuando percibe que está la chica de barrio entre los presentes... Se desarrolla el culto, y al finalizar todo el mundo se retira, quedando solo Mary en el templo así que ella se acerca a la Sacristía, llamando:
—Padre Carlos, ¡Padre Carlos...!
—Aquí estoy hija, puedes pasar... —En eso él se estaba terminando de quitar la indumentaria de misa y colgándola en su lugar.
—Yo quería decirle que estuvo muy linda la misa y sus palabras...
—Gracias hija, si bien, la siento vacía, porque lo que me gustaría aquí sería tener algo de música para amenizar el culto y hacerlo más llevadero...
—Bueno, yo toco el piano —dice Mary.
—Sí, es cierto, el otro día te vi practicando en tu casa... pero aquí solo tenemos un órgano… ¿Sabes tocarlo?
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