Como político, O’Higgins carecía de intuición para captar los problemas y circunstancias que se presentaban, pero “sus cuatro virtudes cardinales en el haber político eran muy definidas: la rectitud moral, la abnegación cívica, el optimismo y el coraje. Tanto en la vida privada como pública, fue veraz, caballero y honrado a carta cabal” 76.
52.2. Labor legislativa y material
No obstante que la principal preocupación de O’Higgins fue la de organizar y preparar la defensa militar de las fuerzas patriotas contra las realistas, durante la primera fase su gobierno realizó un conjunto de obras materiales y legales destinadas a configurar un orden jurídico que identificara el nuevo Estado.
Es así que se sustituyó el diseño de la bandera nacional, con los colores de la actual, la que presidió la jura de la independencia y encargó a una comisión compuesta por Miguel Zañartu, Manuel de Salas, Juan Egaña y Bernardo Vera la redacción de la proclamación de la independencia cuyo texto fue aprobado en Talca el 2 febrero 1818, pero se señaló como fecha el 1° enero de ese año y como lugar de la firma la ciudad de Concepción 77; creó la Escuela Militar y la formación de la primera Escuadra Nacional; preparó la expedición libertadora del Perú; comunicó a las potencias extranjeras la formación del nuevo Estado de Chile.
Esta actividad fue desarrollada en medio de una economía en crisis, tanto en el campo de la agricultura como en la minería, con fuertes impuestos que gravaban y afectaban a la población y catástrofes naturales como el terremoto de Copiapó de 1819. 78.
En el orden social, O´Higgins decretó la abolición de los títulos de nobleza y la supresión de los escudos de armas e insignias nobiliarias y los mayorazgos; dictó normas para regular el comportamiento de la población y los desórdenes de carnaval, embriaguez, juegos de azar, riñas de gallos, corridas de toro, vagancia y mendicidad.
Desde el punto de vista de la evolución del orden constitucional, adquirió una gran importancia y progreso el establecimiento de la Constitución Política de 1818.
53. Gestación de la Constitución Política de 1818
1. Causas. 2. Reglamento de aprobación.
53.1. Causas
Bernardo O´Higgins recibió el mando del gobierno como Director Supremo, sin que existiera una Constitución que señalara la organización del Estado, las atribuciones y competencias del Jefe de Estado, por lo cual, en una primera instancia, actuó sin limitación alguna de poder y sujetándose a su patriotismo y prudencia.
Sin embargo, diversos acontecimientos políticos, tales como medidas impopulares, las muertes de los hermanos Carrera y la de Manuel Rodríguez, que fueron atribuidas al gobierno, generaron un sentimiento de malestar que se expresó en un Cabildo Abierto celebrado el 17 abril 1818 en el cual se solicitó a O´Higgins el nombramiento de una comisión redactora de un texto constitucional y, por tal razón, con fecha 18 mayo de 1818, nombró para estos efectos a Manuel de Salas, Francisco Antonio Pérez, Joaquín Gandarillas, José Ignacio Cienfuegos, José María Villarreal, José María Rozas y Lorenzo José Villalón, quienes terminaron su cometido en agosto de ese año proponiendo que fuere sometido a la aprobación de los cabildos, de corporaciones eclesiásticas, civiles y militares.
53.2. Reglamento de aprobación
Mediante un decreto, O´Higgins ordenó que en todas las ciudades, villas y pueblos fuere publicado por bando el proyecto constitucional y que en cada parroquia fuere abierto en los cuatro días siguientes dos libros en blanco, en uno de los cuales debían firmar los individuos que aprobaren el proyecto y, en el otro, los que lo rechazaren. Solo podían participar las personas mayores de edad, padres de familia o dueños de un capital o de una industria y que no se estuvieren afectados por causa judicial pendiente por delitos de infidencia o sedición.
El decreto dictado para estos efectos es el siguiente 79:
El Supremo Director de Chile:
La obligación de corresponder dignamente a la confianza de mis conciudadanos, que me colocaron en el Supremo mando, y el deseo de promover de todos modos la felicidad general de Chile, me dictaron el decreto de 18 de mayo en que nombré una comisión compuesta de los sujetos más acreditados por su literatura y patriotismo, para que, me presentasen un proyecto de Constitución provisoria, que rigiese hasta la reunión del Congreso Nacional. Yo habría celebrado con el mayor regocijo el poder convocar aquel cuerpo constituyente, en vez de dar la comisión referida; pero no permitiéndolo las circunstancias actuales, me vi precisado a conformarme con hacer el bien posible. Un Congreso Nacional no puede componerse sino de los diputados de todos los pueblos y por ahora sería un delirio mandar a aquellos pueblos que eligiesen sus diputados, cuando aún se halla la provincia de Penco que tiene la mitad de la población de Chile bajo el influjo de los enemigos. La nulidad seria el carácter más notable de aquel cuerpo constituyente que se formase sobre un cimiento de agravios inferidos a la mitad de la Nación. La rivalidad de las provincias se seguiría por único resultado de las sesiones del Congreso. El desorden, en fin, y la guerra civil serían los frutos de una congregación extemporánea. Todavía tenemos a nuestra vista los fatales resultados de la división que engendró entre las provincias el Congreso anterior, a pesar de que sus vocales fueron nombrados en medio de una paz deliciosa.
Mi objeto en la formación de este proyecto de Constitución provisoria, no ha sido el de presentarla a los pueblos como una ley constitucional, sino como un proyecto que debe ser aprobado o rechazado por la voluntad general. Si la pluralidad de los votos de los chilenos libres lo quisiere, este proyecto se guardará como una Constitución provisoria, y si aquella pluralidad fuere contraria, no tendrá la Constitución valor alguno. Jamás se dirá de Chile que al formar las bases de su Gobierno, rompió los justos límites de la equidad; que puso sus cimientos sobre la injusticia; ni que se procuró constituir sobre los agravios de una mitad de sus habitantes.
No apruebo el método de la sanción propuesta en la advertencia de este proyecto, porque ninguna corporación, ni Tribunal, ni Jefe del Estado ha recibido hasta ahora del pueblo el derecho de representarle; antes bien, estando todos ellos empleados en servicio público, deben considerarse como unas partes más pasivas que activas, en el caso presente. Yo deseo examinar la voluntad general sobre el negocio que más interesa a la Nación; y para ello es necesario saber distintamente la voluntad de cada uno de los habitantes. Por tanto, para acertar con el medio más pronto, más liberal y más justo de consultar los votos de todos los pueblos libres del Estado sobre si ha de regir o no la presente Constitución provisoria, se observará el reglamento siguiente:
1º. Después de impreso el Proyecto, se publicará por bando en todas las ciudades, vyllas i pueblos del Estado.
2º. En los cuatro días siguientes a la publicación, se recibirán las suscripciones de los habitantes en dos libros distintos de los cuales uno llevará por epígrafe: Libro de suscriciones en favor del Proyecto Constitucional; y el otro. Libro de suscripciones contra el Proyecto Constitucional. En el primero firmarán los que quieran ser regidos por esta Constitución provisoria, y en el segundo los que no.
3º En todas las parroquias de todas las poblaciones habrá un libro de cada clase de las dos expresadas, en donde concurrirán a suscribirse los vecinos del pueblo, en presencia del cura, del juez del barrio y del escribano, si lo hubiere.
4º. Donde no hubiere escribano, hará sus funciones un vecino nombrado para el efecto por el cura y el juez, que deberán presenciar la suscripción.
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