Los estudiante elegían obras destacadas, aquéllas que la crítica de arte ha señalado –según los gustos dominantes de la época– como «obras maestras» y modelos de un ideal estético y de un estilo histórico. Era normal que sucediese así; pero con ello incurrían en dos errores: el de acostumbrarse a la aceptación acrítica de los convencionalismos establecidos, y el de negar la propia sensibilidad para apreciar –y la capacidad para analizar atentamente– otras obras valiosas que, por su formato pequeño o por estar desfavorecidamente ubicadas en las salas, pasaban desapercibidas. En esos momentos, Venturi proponía como ejemplo de observación una obra de «categoría secundaria», previamente seleccionada, sobre la cual aplicaba la enseñanza del día, con la finalidad de estimular en el estudiante el hábito de contemplar y de encontrar la calidad donde la hallase, con independencia de las valoraciones establecidas y del tamaño de la obra. Con esta anécdota del maestro –recogida por Aguilera Cerni (1981)–, destacamos que para la educación artística lo más importante es la atención reposada y la fruición de la mirada y de la mente concentradas.
Una última precisión, más bien un consejo. Las obras de arte hay que verlas de verdad, en su entorno, el museo o en la galería de arte, apreciando sus cualidades plásticas reales: tamaño, texturas, pinceladas, veladuras y colorido. Los sucedáneos que ofrecen todos los libros les hacen un flaco favor. De modo que las teorías que se exponen aquí servirán de muy poco al lector que desea entender el arte si, en la próxima oportunidad que tenga de disfrutar con la contemplación estética, hace una visita ligera, pasa los ojos distraído y pierde la ocasión efectuando una visión superficial. Sólo quien se pone a sí mismo en actitud de percibir y de dejarse sensibilizar puede llegar a captar con intensidad. «Escalar implica un esfuerzo físico, pero ese mismo esfuerzo es un aspecto esencial del motivo por el cual escalar es una experiencia agradable» (Arnheim, 2000: 30).
Presento mi trabajo sabiendo que textos de este tipo tienen sus precedentes en el intento de racionalización que supuso la «ciencia del arte». Estudios como los de Kandinsky y Moholy-Nagy en la Bauhaus constituyeron los primeros pasos hacia una metodología del aprendizaje artístico, que permitiría al estudiante, artista y diseñador conocer racionalmente los elementos y estructuración de los materiales con los que trabaja. Y consciente de que otros, sobre todo pedagogos y teóricos del arte, como por ejemplo Herbert Read, han dado estos pasos con notable competencia. A todos los anteriormente citados les debo sus aportaciones intelectuales, de un modo más directo a Donis Dondi y a Elliot Eisner y, evidentemente, a Rudolf Arnheim, cuya obra ha ejercido gran influenciado en mi pensamiento y en mi modo de ver. Hay en mis trabajos muchos aspectos que no podrían explicarse sin su estimulante lección. Si este libro aporta alguna contribución personal, no lo será tanto por la expresión de ideas básicas –si bien confío en haberlas compilado y relacionado con claridad–, como en la aplicación de estas teorías a la educación artística (véase «Situación y problemática de la obra de Rudolf Arnheim», p. 135).
Para completar lo que se ofrece en esta publicación recomendaría muchas lecturas (véase la bibliografía) que además necesitarían ir acompañadas con más ilustraciones, sobre todo en color, pero puesto que estamos inmersos en una sociedad en que la oferta mediática es tan abundante –y en algunos casos incluso accesible–, me atrevo a sugerir que se consulte con atención un libro barato y de fácil localización, La guía visual de la pintura y la arquitectura . En este coleccionable que ofreció el periódico El País con el suplemento semanal (desde septiembre de 1997) se encontrarán obras maestras de ambas artes, generalmente bien comentadas y presentadas visualmente con un diseño gráfico muy didáctico.
I. LA EDUCACIÓN VISUAL Y LA EXPRESIÓN PLÁSTICA
Las antiguas ideas de que la única forma de comprender el arte y de elaborarlo se debía a factores del tipo irracional (inspiración divina, las Musas), son completamente anacrónicas y obsoletas. El arte, su significado y la función comunicativa de cualquier imagen han cambiado, como ha cambiado la relación de las artes visuales con la sociedad, y como también han cambiado los métodos educativos. El conocimiento perceptual, aunque subjetivo, es un producto de la inteligencia humana, del cerebro y los sentidos, algo sumamente complejo y aún mal conocido, pero humano.
Este estudio se propone definir los elementos plásticos básicos, describir sus cualidades, las relaciones entre ellos, las características de los procesos visuales y el conjunto de materias, medios y procedimientos de las artes. Esta metodología se desarrolla para investigar la dinámica visual y analizar el conocimiento perceptual, para así comprender mejor los recursos de la inteligencia de la que forman parte.
La imagen es uno de los medios naturales de comunicación con que cuenta el hombre. Como recurso ha evolucionado desde sus formas primitivas hasta la expresión culta de las grandes obras. Esta misma evolución puede tener lugar mediante el aprendizaje, desarrollando las capacidades humanas que se ejercitan en el proceso constructivo –bocetos, planificación y creación– de objetos visuales. Desde la realización de una simple herramienta o adorno artesano, hasta la creación de símbolos y obras de gran complejidad expresiva, las cualidades humanas involucradas son las mismas ( El modo de la artesanía , Arnheim, 2000: 53-63). En otros tiempos eran patrimonio exclusivo de una minoría adiestrada y con talento especial, pero hoy, gracias a las vanguardias artísticas que han puesto el acento en la expresión o el concepto, y a la proliferación de instrumentos tecnológicos como la fotografía, el cine, el vídeo, la fotocopia y la informática, esta capacidad creadora es una opción abierta a cualquier persona interesada. Pero la reproducción mecánica de la realidad no produce por sí misma una buena imagen. La educación visual es necesaria para elegir, manejar y componer con la tremenda capacidad de estos medios.
Veamos qué nos dice Donis Dondis cuando defiende la necesidad de la educación visual:
Para que nos consideren verbalmente letrados hemos de aprender los componentes básicos del lenguaje escrito: las letras, las palabras, la ortografía, la gramática y la sintaxis. Lo expresable con estos pocos elementos y principios de la lectura y la escritura es realmente infinito. Una vez dominada la técnica, cualquier individuo puede producir, no sólo una inacabable variedad de soluciones creativas para los problemas de la comunicación verbal, sino también un estilo personal. La disciplina estructural está en la estructura verbal básica. La alfabetidad significa que todos los miembros de un grupo comparten el significado asignado a un cuerpo común de información. La alfabetidad visual debe actuar de alguna manera dentro de estos límites (1976: 10-11).
Objetivos y contenidos de la educación visual
Los fines de la educación visual son los mismos que los de la alfabetización: proponer un método básico para conocer, describir, clasificar, relacionar y comprender mensajes visuales que sean utilizables por cualquier persona y no sólo por especialistas o profesionales. En este sentido quisiéramos, como Dondis, ofrecer un catálogo de todas las cualidades y recursos visuales, una cartilla de todos los elementos visuales y un compendio de las relaciones y estructuras que dan forma y componen las imágenes con el deseo de que cualquiera pueda entender un mensaje de cierta complejidad.
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