Durante la competición, el Casino de Cazadores de Valencia tomó la representación de la ciudad ante los cazadores de Gandía y organizó con un éxito desbordante un proceso de identificación de los valencianos con los tiradores del Casino, que incluía «desde el encopetado aristócrata acostumbrado a las luchas del sport hasta el modesto industrial», que iban «á pie, á caballo y en carruaje de toda clase, desde el tosco carro de labranza hasta el elegante break arrastrado por hermosas yeguas». La ciudad, unida, se enfrentaba con éxito y juego limpio a su hermana, la ciudad de Gandía, con honrosa victoria para ambas, lo que ennoblecía a los participantes y al público por su deportividad, y relegaba a un plano marginal el desagradable hecho de que uno de los tiradores encañonara a uno de los colombaires. Porque, precisamente, la única distinción que existe en esta Valencia unida es la habida entre tiradores y colombaires. Los primeros aparecen con nombres y apellidos, mientras que los segundos sólo son conocidos por sus apodos en valenciano (hecho totalmente habitual en la época entre los colombaires y los jugadores de pelota valenciana). 30Del mismo modo, aunque los últimos asisten al banquete y por todos es reconocido que el triunfo se debe al Llauraoret, reciben regalos desiguales y de naturaleza distinta:
Y el último discurso lacónico, pero espresivo, fue el del héroe de la jornada, el Llauraoret, dando gracias al señor presidente por la distinción con que le había honrado, brindándole un lugar en aquel banquete. 31
No debe extrañar, pues, que para Las Provincias encañonar al Llauraoret no tuviese una considerable significación y optase por no relatar el incidente, a diferencia de El Mercantil Valenciano. No obstante, este gradiente social no incluye consideraciones políticas, porque en el banquete se reúnen personas de todas las tendencias en fraternal y distendida alegría. Además, en la imagen autorreferencial que Las Provincias proyecta de una Valencia unida («Toda la prensa de la capital, sin distinción de matices, elogió la conducta de la junta directiva de la Sociedad, antes y después de aquel acontecimiento»), 32aparecen las distintas clases sociales comprendidas dentro del público como una educada y animada muchedumbre.
Sin embargo, es cierto que, independientemente del relato construido por el periódico conservador, los valencianos quedaron entusiasmados por los torneos de tiro.
3. LA FERIA DE JULIO Y EL SURGIMIENTO DE UN CONCURSO PO PULAR
La conmoción social producida por la competición era todavía observable en las semanas siguientes. El 19 de febrero publicaba Las Provincias un artículo titulado «Reto Universal» que empezaba así:
Dada la importancia é interés que en nuestro país han adquirido las tiradas de palomos, debemos hacer público un reto que pudiera interesar á los cazadores valencianos (...).
Sabido es que el tiro de palomos lanzado á brazo, es propio de este país y que fuera de aquí, se tiran los palomos con cajas de resorte, sistema que el Casino de Cazadores de esta capital se propone establecer, no solo para recreo de sus socios, sino para que no haya motivos de protesta entre los contendientes en una competencia, atribuyendo las victorias al colombaire. De las cajas sale el ave expontáneamente, en la dirección que quiere.
Para luego detallar cómo eran los torneos en el resto del mundo y cómo se designaba al «campeón mundial»:
En Inglaterra, Suiza, Alemania, Italia y otras naciones de Europa, igualmente que en los Estados Unidos de América, se verifican certámenes de tiro nacional á los que asisten representantes de los clubs de tiro de pichón establecidos en distintas ciudades de cada nación. (...) Ahora bien, entre los campeones de distintos países, se verifican los certámenes internacionales, y el vencedor de ellos obtiene el título de Campeón del Mundo.
Y terminaba con el deseo de:
El tiro de palomos por este sistema es el que se practica en todo el mundo, y sin que este privara el tiro á brazo de colombaire, por el cual hay en este país gran predilección, podrían nuestros cazadores ponerse en inteligencia con las sociedades de tiro de pichón establecidas en España y en el extranjero, aceptar sus competencias y acudir a sus certámenes. 33
Probablemente, para lograr cumplir esa pretensión de internacionalizarse en un futuro no muy lejano, el Casino de Cazadores organizó el primer certamen de tiro de pichón de la ciudad de Valencia durante las fiestas del patronato de Nuestra Señora de los Desamparados, justo el mismo día en que también se celebró por primera vez un concurso de velocipedistas.
La expectación generada fue grande, y hubo que sortear los nombres de los participantes porque las inscripciones habían superado con exceso el número de plazas. El jurado estaba presidido por el concejal Sr. Llivert, por el Sr. José Rausell, en representación del Casino de Cazadores, y por el presidente del Casino de San Humberto. Hubo dos modalidades: tiro al pichón y tiro a bolas de cristal. La primera reunió a 15 tiradores y la segunda a 11, que se disputaron varios premios. El 1.er premio para el ganador del tiro al pichón era una escopeta inglesa Scott regalada por el Ayuntamiento; el 2.º premio, una escopeta belga Gulikers ofrecida por el Casino de Cazadores, y el 3.er premio, una cigarrera «alegórica» entregada por el Ayuntamiento. En la modalidad de tiro a las bolas de cristal, los regalos eran un poco más modestos. El 1.er premio era, también, una escopeta Scott, pero esta vez sufragada por el Casino de Cazadores. El 2.º premio era un gran trofeo venatorio ofrecido por el Ayuntamiento y el 3.er premio era un joyero de bronce. Obviamente, el hecho de que ningún premio consistiera en una retribución en metálico marcaba el carácter amateur de los concursantes y exhibía los fines elevados de la competición, promovida sólo por el amor al deporte.
El certamen tuvo lugar el 7 de mayo en la plaza de toros, y la asistencia de público no fue muy numerosa. Para el tiro de pichón se adaptó el sistema de cajas con resorte, con el objetivo de que los tiradores valencianos fueran acostumbrándose a esta variedad y de este modo poder competir con éxito con los forasteros y los extranjeros, y para asegurar la igualdad entre todos los contrincantes, al no depender tanto de la buena voluntad del colombaire.
De la lista de concursantes, ha sido posible identificar a algunas personas, entre ellas: el impresor Miguel Manáut; 34Manuel Carretero de 25 años de edad y proveniente de Murcia, 35quien estaba terminando sus estudios de Derecho y lograría, después de muchos esfuerzos, ser notario, pese a que se dedicaría al comercio. Enrique Albors, quien debe de ser Enrique Albors Raduán, un estudiante que estuvo en 1882 sólo un año en el Colegio de los Jesuitas, y que nunca llegó a obtener el título de bachiller, al menos en el Instituto de Valencia. Por lo tanto, se trataría de un joven de apenas 20 años con una gran afición a las armas de fuego (participaría en tres ocasiones en estos concursos), hecho que lo vincularía con un tal Enrique Albors que, siendo inspector de policía, ganaría otro certamen de tiro en 1907. José Esteve, de 30 años y natural de Teruel, licenciado en Derecho en 1882. Manuel Olmos Moreno, de 32 años de edad, licenciado en Medicina y miembro del Casino de San Humberto. 36En 1897 sería secretario general del Instituto Médico Valenciano y, posteriormente, concejal blasquista en el Ayuntamiento de Valencia. 37Además de Ricardo Beltrán, suplente en la tirada contra Gandía, y futuro concejal por los liberales en el Ayuntamiento.
El año 1886 terminó con la votación por unanimidad de la directiva del Casino de Cazadores, que conocemos por El Almanaque de «Las Provincias» y que supuso la continuación del mismo equipo directivo anterior. De la directiva de 1880, seguían Eduardo Vilar Torres, aunque ahora como vicesecretario, y Tomás Perelló, quien continuaba como vocal. Eran nuevos Ricardo Beltrán y José de Ródenas, representantes del Casino frente a Gandía, y Arcadio Tudela, licenciado en Medicina de 26 años de edad 38y oficial interventor en la contaduría de la Junta de las obras del Puerto, 39que ocupaba el cargo de contador; además de ser hijo del político conservador de mismo nombre y apellido, que había sido elegido concejal y diputado en varias ocasiones. 40El presidente era Eugenio Malo de Molina, también miembro de la Sociedad Valenciana de Agricultura, y Fernando Prosper, ayudante en la Dirección de carreteras provinciales, 41era el vicepresidente. Pero la mayor sorpresa la suponía su tesorero, el liberal José Rausell, el hombre más rico de Gandía y su alcalde. 42Debemos suponer que la victoria para el Casino de Cazadores no fue tan sólo una satisfacción personal, sino que también ayudó a su lanzamiento como plataforma para integrar y consolidar las redes que los caciques del sistema alfonsino habían trazado por la provincia.
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