1 ...6 7 8 10 11 12 ...25 Asimismo, fue un miembro muy activo de las Milicias Socialistas, creadas en respuesta a la actuación de las derechistas Milicias Republicanas y del Movimiento Nacional Socialista de Chile, con cuyos militantes solían enfrentarse en las calles (Veneros, 2003: 88-89). Waiss recuerda que fue Allende el dirigente de las Milicias en Valparaíso (Jorquera, 1990: 181):
Nosotros, en Santiago, recibíamos informes de los enfrentamientos en Valparaíso entre nuestros camaradas y los nazis. Y entonces empezamos a oír mencionar continuamente el nombre de Salvador Allende. Porque él dirigía a nuestra gente en el Puerto.
En diciembre de 1956, en el Senado, Allende recordó de manera elogiosa la actuación de las Milicias Socialistas, que se disolvieron cuando el gobierno del Frente Popular prohibió la existencia de este tipo de organizaciones (Martner, 1992: 186):
Cuando muchos senadores de la derecha –no todos, por suerte– miraban con complacencia el «nazifascismo», fueron los jóvenes de la Juventud Socialista los que dieron su sangre generosa en las calles de todo Chile para lograr que el régimen democrático, que no nos satisface plenamente, se mantuviera. Y no hay ningún partido, ni el Conservador, ni el Radical, ni el Liberal, que tenga más víctimas que el Partido Socialista, que nosotros, que los socialistas de todos los sectores, en la lucha contra el fascismo.
La fundación del Partido Socialista cerró el periodo fundacional del movimiento popular chileno. Si el «Estado Portaliano» consagró a partir de 1833 la voluntad de la oligarquía como ley, desde los albores de la República hubo grupos sociales que se rebelaron contra su hegemonía. Así, Ramírez Necochea rescató el levantamiento de los mineros de Chañarcillo en 1834 y de otros sectores laborales en unas acciones caracterizadas por las interrupciones del trabajo y el saqueo de los almacenes de las compañías (1956: 130). Fue en 1850 cuando las ideas socialistas se expusieron públicamente por primera vez. Dos años después de la publicación del Manifiesto Comunista, Santiago Arcos y Francisco Bilbao, junto con otros intelectuales y trabajadores manuales, fundaron la Sociedad de la Igualdad, la primera organización que se propuso como objetivo el cambio social. La Sociedad de la Igualdad llegó a reunir a más de tres mil adherentes hasta que a los siete meses de su creación fue clausurada por el Gobierno conservador de Bulnes, quien declaró el estado de sitio y apresó a Arcos y a otros dirigentes. Su discurso contestatario, expuesto en su periódico El Amigo del Pueblo y transmitido también en escuelas y talleres de educación popular, alcanzó un cierto eco social.
En el último cuarto del siglo XIX surgió ya una notable prensa obrera, a consecuencia de la llegada de las ideas marxistas y anarquistas llevadas a América por los inmigrantes europeos. En 1890 tuvo lugar la primera huelga general de la historia del país, iniciada en Iquique el 2 de julio por los estibadores y que se extendió hasta las minas de carbón de Lota y Coronel. Asimismo, una fuerza política que contaba con el apoyo de sectores obreros, como el Partido Democrático, conquistó un espacio en el Congreso Nacional y alcaldías tan relevantes como la de Valparaíso.
En el cambio de siglo, tuvo lugar el proceso de prusianización del ejército, dirigido por el general Emil Körner, y la oligarquía asestó un golpe magistral a la clase trabajadora al imponer por ley el servicio militar obligatorio: en las décadas siguientes los hijos de las clases populares fueron adiestrados y utilizados para reprimir en repetidas ocasiones las expresiones de rebeldía de su clase social. Así sucedió en 1903 con la huelga de los estibadores de Valparaíso, que originó un levantamiento popular sofocado por unidades militares enviadas desde la capital, o en octubre de 1905, con la «huelga de la carne» en Santiago, aplastada también por el ejército. Pero la masacre obrera que más ha perdurado en la memoria popular, por los más de tres mil trabajadores asesinados y por la emocionante Cantata creada por Luis Advis e interpretada por Quilapayún, es la de la Escuela Santa María de Iquique en diciembre de 1907. [8]
La matanza de Iquique hundió durante algunos años a las organizaciones obreras, ya que las sociedades de resistencia tuvieron que soterrarse y se disolvieron las grandes mancomunales. Pero en 1911 el Partido Demócrata firmó un pacto con los partidos Conservador y Liberal Democrático que supuso la división de sus filas y la salida de los sectores obreros más combativos, encabezados por el tipógrafo Luis Emilio Recabarren, quien junto con un grupo de trabajadores de Iquique acometió la fundación de un verdadero partido de los trabajadores con implantación en todo el territorio nacional. El 21 de mayo de 1912 Recabarren, en un artículo periodístico titulado «Vamos al socialismo», llamó a los obreros del salitre a abandonar el Partido Demócrata para crear en Tarapacá «el formidable pedestal del Partido Socialista de Chile». En los días posteriores los trabajadores de 22 agrupaciones demócratas de la provincia acogieron su llamamiento (Pinto Vallejos, 1999: 315-316).
Después del fracaso de distintas experiencias partidarias de inspiración marxista, el 4 de junio de 1912 Recabarren y sus compañeros fundaron en Iquique el Partido Obrero Socialista (POS), la primera gran organización política de la izquierda chilena, que tan sólo tres años después ya tenía una estructura nacional y un influyente diario obrero, El Despertar de los Trabajadores, que se publicó hasta 1927. [9]Además, la presencia de militantes del POS fue decisiva para que la Federación Obrera de Chile (FOCh), creada en 1909 por sectores católicos conservadores, virara en 1917 hacia posiciones marxistas y dejara de ser una organización mutualista de ferroviarios para convertirse en la primera central sindical de ámbito nacional.
El triunfo de la Revolución bolchevique tuvo una gran repercusión en el movimiento obrero de matriz marxista en Chile y, si en su IV Congreso de diciembre de 1921 la FOCh aprobó su incorporación a la Internacional Sindical Roja, el 1 y 2 de enero de 1922 el Partido Obrero Socialista celebró su IV Congreso en Rancagua y concluyó su proceso de adhesión a la III Internacional, por lo que, en virtud de las 21 condiciones establecidas por Lenin, pasó a denominarse Partido Comunista de Chile.
La crisis del salitre a partir de 1919 ocasionó el cierre de decenas de oficinas, por lo que miles de trabajadores del Norte Grande se desplazaron a otros puntos del país y llevaron consigo el ideario socialista. En 1925, en medio de la peor crisis política desde 1891 (antesala de la dictadura de Ibáñez), el Partido Comunista logró elegir a su primer senador y a siete diputados. Pero el suicidio de Recabarren en diciembre de 1924 y la involución hacia posiciones sectarias minaron su influencia social durante algunos años y no se recuperó hasta una década después, cuando contribuyó a forjar el Frente Popular y optó por una línea política que mantuvo durante cuatro décadas.
En la creación del Frente Popular tuvo una gran importancia la Guerra Civil española. Por la prensa de izquierdas, la heroica lucha de la República contra el fascismo fue seguida día a día e influyó en la gestación del clima político que permitió la conformación de una coalición de este tipo.
Salvador Allende era el presidente del Frente Popular en Valparaíso en 1937, cuando sólo tenía 29 años, y en los comicios de aquel año fue elegido diputado por la zona, en la que fue la primera de sus cinco victorias en elecciones parlamentarias. El Partido Socialista eligió un total de 19 diputados y obtuvo el 11,1 % de los votos. Allende alcanzó 2.021 votos (1.800 de ellos en Valparaíso y 221 en Quillota) y fue el único socialista de los doce candidatos elegidos en esta circunscripción. [10]
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