1 ...7 8 9 11 12 13 ...25 En su primera etapa como parlamentario, que se prolongó hasta 1939, impulsó varios proyectos de ley sobre la alfabetización obrera y campesina, la prohibición de los monopolios, la reforma del Código del Trabajo o la creación del Consejo Superior de Protección a la Infancia y la Adolescencia (Nolff, 1993: 31). El 26 de julio de 1937 intervino en nombre de los diputados socialistas para fijar su posición frente a un proyecto de ley promovido por el Gobierno de Alessandri para establecer los servicios de medicina preventiva en el país (Quiroga, 1988: 32):
Pienso que Chile es una sola y gran choza, en la cual sólo hay un enfermo: todo el pueblo de Chile. He recordado esto, porque pienso, asimismo, que, si bien es verdad el profesor Cruz Coke tira hoy día de la carretilla del Gobierno, no se va a producir el milagro, no va a llegar el sol a la cama del enfermo, que es el pueblo de Chile; y digo «no va a llegar el sol», porque no es sólo el sol del reposo preventivo lo que este pueblo necesita, sino que es una legislación que se aplique en su integridad, y que vaya al substratum profundo de los males sociales, y que de una vez por todas terminen con el agio y la especulación, y que rompa la indiferencia del Gobierno ante los grandes problemas de interés nacional que subsistiendo en toda su crudeza, estrangulan a los sectores medios y propulsores del país.
Chile fue el único país americano donde las izquierdas y el centro progresista organizaron una coalición antifascista y, al igual que en Francia y España, también allí resultó vencedora, en este caso en las elecciones presidenciales del 25 de octubre de 1938, cuando la candidatura del maestro radical Pedro Aguirre Cerda derrotó por un margen de tres mil votos al derechista Gustavo Ross. El Frente Popular imprimió un viraje histórico a la economía nacional, con la puesta en marcha de la política de sustitución de importaciones y la creación en 1939 de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), que impulsaron el desarrollo de la industria nacional tras los graves efectos de la crisis del 29.
En diciembre de 1938, cuando sólo habían transcurrido cinco años de su fundación y apenas hacía un mes y medio de la victoria del Frente Popular, el V Congreso del Partido Socialista dejó al descubierto la existencia de dos sectores que discrepaban sobre el papel del partido en el Gobierno de Aguirre Cerda. En aquel Congreso, que eligió a Allende como subsecretario general, los socialistas aprobaron la participación en el Ejecutivo, pero su heterogeneidad ideológica dio paso a tres lustros de divisiones y ya en 1940 un grupo de dirigentes encabezados por César Godoy Urrutia fundó el Partido Socialista de los Trabajadores (PST).
En una de sus últimas intervenciones como diputado, en junio de 1939, Allende exhibió la oratoria didáctica que le caracterizó y expresó cuál era su concepción del marxismo, en respuesta a un diputado de la oposición derechista (Quiroga, 1988: 59):
Los diputados socialistas a cuyo nombre hablo analizamos los fenómenos sociales a través del marxismo, que no es un dogma, sino un método para interpretar la historia, y cuyos fundamentos lo constituyen el materialismo y la lucha de clases. Ésta nos evidencia que existen en la sociedad capitalista sectores sociales, grupos humanos antagónicos. Antagonismos que emanan de sus distintos intereses económicos. Los detentadores de la riqueza y del poder son los opresores o explotadores que oprimen a los que viven de su salario o jornal, a quienes explotan política y económicamente.
Al defender en aquella ocasión al Frente Popular, expresó tempranamente su apuesta por la formación de bloques políticos amplios que permitieran realizar las transformaciones que a su juicio el país requería:
Para realizar nuestro camino y de acuerdo con la realidad, adoptamos diversas tácticas políticas. Ayer el block de izquierdas; hoy el Frente Popular. Al hacerlo hemos claramente expuesto lo que esto significa. No se puede confundir un gobierno socialista con un gobierno de Frente Popular. Un gobierno frentista está creado para defender las garantías democráticas en contra de la amenaza tenebrosa del fascismo, cuya acción empieza ya a sentirse en estas tierras de América.
Al prohijar al Frente Popular, no hemos depuesto nuestro acervo doctrinario, ni nuestra acción combativa. No hemos renunciado a nuestro derecho a exponer nuestras ideas y nuestra finalidad como partido. No. Hemos, sí, comprometido nuestra fe, para mantener la democracia, en la lucha sin cuartel en que estamos empeñados contra la oligarquía, el fascismo y el imperialismo. Lo hemos dicho al país y lo recalcamos nuevamente que un programa socialista no es lo mismo que uno del Frente Popular.
El programa del Frente Popular está basado en la aceptación de puntos comunes en el orden económico, político y social por parte de todos los partidos que integran esta combinación, aunque pueda entre ellos existir diferencias doctrinarias.
El Frente Popular es una barricada defensiva en la que se cobijan todas las fuerzas democráticas. Su acción no está ligada a ningún compromiso y su orientación está basada en el conocimiento pleno de la chilenidad. Su destino, servir los intereses populares a través de un gobierno del pueblo.
En aquel discurso también leyó un párrafo de un documento doctrinario del Partido Socialista que permaneció entre las ideas centrales de su pensamiento político:
El Partido Socialista plantea que, mientras existan clases sociales antagónicas, oligarquía explotadora, aliada y servidora del imperialismo, y multitudes trabajadoras oprimidas, y el Estado esté convertido, por la fracción dominante, en instrumento de represión, será utópica una auténtica democracia política y no se logrará tampoco el bienestar económico de las capas laboriosas. Por eso, el Partido Socialista lucha contra los soportes financieros del régimen dominante: el latifundio y el imperialismo. La victoria sobre estos factores semicoloniales de nuestra economía será el primer paso firme hacia una legítima democracia y un avance en la marcha ascendente hacia el Socialismo.
Y, en septiembre de aquel año, tomó la palabra en la Cámara para defender un proyecto de ley de alfabetización pensado para los obreros y los campesinos. El diputado Allende diseccionó la magnitud del analfabetismo que caracterizaba la realidad del país, que «lesiona tan directamente la existencia misma de la vida democrática de la nación», y por ello instó al Gobierno del Frente Popular, «que nació del pueblo y vive para el pueblo» (y cuyo Presidente había proclamado: «Gobernar es educar»), a emprender dos acciones inmediatas: alcanzar el número de escuelas y maestros necesarios para incorporar al sistema educativo primario a los 350.000 niños sin escolarizar y crear un cuerpo de instituciones alfabetizadoras a lo largo de todo el país para las personas adultas que se hubiesen visto privadas del acceso a la enseñanza o accedido a ella de manera insuficiente. Para ello, el primer artículo del proyecto de ley planteó la creación del Departamento de Alfabetización Obrera y Campesina en el Ministerio de Educación. «¡Por un Chile sin analfabetos! ¡Porque todo Chile sea una escuela!», exclamó (Quiroga, 1988: 139-148).
Fue también durante su breve periodo como diputado cuando inauguró su costumbre de pronunciarse desde el Congreso Nacional sobre los asuntos centrales de la coyuntura internacional y así el 26 de noviembre de 1938, dos semanas después de la «noche de los cristales rotos», remitió junto con otros 75 parlamentarios un telegrama de protesta a Adolf Hitler (Pey, 2005: XI): [11]
... en nombre de los principios que informan la vida civilizada, consignamos nuestras más vivas protestas por la trágica persecución de que se hace víctima al pueblo judío en ese país y formulamos votos porque su Excelencia haga cesar tal estado de cosas y restablezca para los israelitas el derecho a la vida y a la justicia, tan humana y elocuentemente reclamados por el Presidente Roosevelt.
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