PERROS SÍ, NEGROS NO
LAS RAÍCES Y LOS FRUTOS
DEL RACISMO ESTADOUNIDENSE
BIBLIOTECA JAVIER COY D’ESTUDIS NORD-AMERICANS
http://puv.uv.es/biblioteca-javier-coy-destudis-nord-americans.html http://bibliotecajaviercoy.com
DIRECTORA
Carme Manuel
(Universitat de València)
PERROS SÍ, NEGROS NO
LAS RAÍCES Y LOS FRUTOS
DEL RACISMO ESTADOUNIDENSE
Jorge Majfud
Biblioteca Javier Coy d’estudis nord-americans
Universitat de València
Perros sí, negros no:
las raíces y los frutos del racismo estadounidense
© Jorge Majfud
1ª edición de 2020
Reservados todos los derechos
Prohibida su reproducción total o parcial
ISBN: 978-84-9134-685-2
Fotografía de la cubierta: The Hunted Slaves (1861), Richard Ansdell
Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera
Publicacions de la Universitat de València
http://puv.uv.es
publicacions@uv.es
Edición digital
EL PASADO QUE SE NIEGA A SER PASADO
El racismo no necesita racistas
Breve historia de la idiotez ajena
Si América Latina hubiese sido una empresa inglesa
El lenguaje de los tambores
Los verdaderos muros de la democracia estadounidense
Las raíces americanas del nazismo
Inspiraciones nazis
La culpa es de los pobres
Somos civilizados porque matamos a todos los salvajes
Blanco x Negro = Negro
Diálogo del amo, moral del esclavo
El dulce azote del lenguaje
La enfermedad moral del patriotismo
Nuestro idioma es mejor porque se entiende
El lento suicidio de Occidente
El falso dilema del patriotismo
La colonización intra-nacional de los patriotismos
Nacionalistas y patriotas
“Los principios que sostienen la Patria”
El viejo sueño de los golpistas travestidos
La paradoja del patriotismo militarista latinoamericano
La vanidad de los pueblos
Por derecho divino
Patriotismo by default
¿Por qué los nacionalismos ahora?
ACCIONES Y REACCIONES
El enemigo interior
Vientos de odio
El peligro de la diversidad
Cuando la historia se anuncia en una pequeña aldea
El terrorismo blanco y sus fantasías
Perros sí, negros no
¿Es la discapacidad una característica de las razas superiores?
Los Hijos del Sol o la lógica del racismo
Elecciones en Estados Unidos: cuando se acaba la cerveza
Los dos Estados desUnidos
Cuando los de abajo se odian
Una sola Bolivia, blanca y próspera
Si las bombas fueran la solución, el mundo sería un mar de paz
Cuando la resistencia es progreso y el cambio, reacción
Carta abierta a Donald Trump
Cuando las razas inferiores dicen basta, es violencia
DISTRACCIONES ESTRATÉGICAS
¿La verdad o algo mejor?
Guerras santas
La pornografía política
Cuando la guerra se filtra en nuestro mundo de ilusiones
Reparaciones y distracciones
La trampa de las palabras
El mayor mito de la historia
Caza de pobres: La distracción perfecta
¿De verdad quiere usted salvar vidas humanas?
Caribeños inmigrantes en el Cono Sur
Latinos corruptos
La guerra de los cerdos y la política tribal
Los años Trump por venir
INMIGRANTES
Seis mitos fundamentales sobre la inmigración
El destino de un millón de jóvenes a subasta
El peligro del arte mexicano
Dejen que los niños vengan a mí
Los esclavistas se preocupaban por la libertad de conciencia
La libertad de esclavizar
Esclavos felices
Blancos, los verdaderos amigos de la libertad
EL PASADO QUE SE NIEGA A SER PASADO
El racismo no necesita racistas
En mis clases siempre intento dejar claro qué es una opinión y qué un hecho, como regla elemental, como un ejercicio intelectual muy simple que nos debemos en la era post Ilustración. Comencé a obsesionarme con estas obviedades cuando en el 2005 descubrí que algunos estudiantes argumentaban que algo “es verdad porque yo lo creo” y no lo decían en broma. Desde entonces, sospeché que este entrenamiento intelectual, esta confusión de la física con la metafísica (aclarada por Averroes hace ya casi mil años) que cada año se hacía más dominante (la fe como valor supremo, aun contradiciendo todas las evidencias) provenía de las majestuosas iglesias del sur de Estados Unidos.
Pero el pensamiento crítico es mucho más complejo que distinguir hechos de opiniones. Bastaría con intentar definir un hecho. La misma idea de objetividad, paradójicamente, procede de la visión desde un punto, desde un objetivo, y cualquiera sabe que con el objetivo de una cámara fotográfica o de una filmadora se obtiene sólo una parte de a realidad que, con mucha frecuencia, es subjetiva o se usa para distorsionar la realidad bajo la pretensión de objetividad.
Por alguna razón, los estudiantes suelen estar más interesados en las opiniones que en los hechos. Tal vez por la superstición de que una opinión informada es una síntesis de miles de hechos. Esta idea es muy peligrosa, pero no podemos escapar al compromiso de dar nuestra opinión cuando se requiere. Sólo podemos, y debemos, advertir que una opinión informada sigue siendo una opinión que debe ser probada o desafiada.
La semana pasada los estudiantes discutían sobre la caravana de centroamericanos que se dirige a la frontera de Estados Unidos. Como uno de ellos insistió en saber mi opinión, comencé por el lado más controvertido: este país, Estados Unidos, está fundado en el miedo de una invasión y sólo unos pocos han sabido siempre cómo explotar esa debilidad, con consecuencias trágicas. Tal vez esta paranoia surgió con la invasión inglesa en 1812, pero si algo nos dice la historia es que prácticamente nunca ha sufrido una invasión a su territorio (si excluimos el ataque del 2001, el de Pearl Harbor, una base militar en territorio extranjero y, antes, la breve incursión de un mexicano montado a caballo, llamado Pancho Villa) y sí se ha especializado en invadir decenas de otros países desde su fundación (territorios indios) en el nombre de la defensa y la seguridad. Siempre con consecuencias trágicas.
Por lo tanto, la idea de que unos pocos miles de pobres de a pie van a invadir el país más poderoso del mundo es simplemente una broma de mal gusto. Como de mal gusto es que algunos mexicanos del otro lado adopten este discurso xenófobo que ellos mismos sufren, consolidando la ley del gallinero.
En la conversación mencioné, al pasar, que aparte de la paranoia infundada había un componente racial en la discusión.
“ You don’t need to be a racist to defend the borders ”, dijo un estudiante.
Cierto, observé. Uno no necesita ser racista para defender las fronteras o las leyes. En una lectura inicial, la frase es irrefutable. Sin embargo, si tomamos en consideración la historia y un contexto presente más amplio, enseguida salta un patrón abiertamente racista.
El novelista francés Anatole France, a finales del siglo XIX, había escrito: “La Ley, en su magnífica ecuanimidad, prohíbe, tanto al rico como al pobre, dormir bajo los puentes, mendigar por las calles y robar pan”. Uno no necesita ser clasista para apoyar una cultura clasista. Uno no necesita ser machista para reproducir el machismo más rampante. Con frecuencia, basta con reproducir, de forma acrítica, una cultura y defender alguna que otra ley.
Dibujé una figura geométrica en la pizarra y les pregunté qué veían allí. Todos dijeron un cubo, una caja. Las variaciones más creativas no salían de una idea tridimensional, cuando en realidad lo dibujado no era más que tres rombos formando un hexágono. Algunas tribus en Australia no ven 3D sino 2D en la misma imagen. Vemos lo que pensamos y a eso le llamamos objetividad.
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