Segunda edición junio de 2019
Primera edición abril de 2015
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Contenido
Abuela, cazador y Caperucita Roja. Merienda. Cabeza Gris Abuela, cazador y Caperucita Roja. Merienda. Cabeza Gris Caperucita Roja y su abuela, ambas con el cabello desordenado, están reunidas con el cazador del bosque; acaban de ser rescatadas de la panza del lobo. –Es verdad que estaba bien oscuro dentro de la barriga del lobo –dice Caperucita. –Yo casi me asfixio –manifiesta la abuela–. Por suerte apareció nuestro amigo el cazador, de lo contrario no quiero imaginar qué habría sido de nosotras. –Pasaba por aquí, como todos los días, a dar la ronda y pillé por la ventana al lobo roncando y estirado cuan largo era en su cama, abuela –comenta el cazador en tono presuntuoso. Mientras toman la merienda, el lobo, con su barriga repleta de piedras, está a unos cuantos metros de la casa, ahogado en el fondo del río, en el mismo río donde suele ir a nadar Caperucita. El viejo pecador Cabeza Gris ya no podrá hacerle daño a nadie, pues el cazador se cercioró de que estuviera bien muerto. De tal manera que ellos tres, de lo más felices, ahora comen los pasteles horneados por la mamá de Caperucita. –¿Volverás a nadar en el río, Caperucita? –Claro abue, siempre que el sol alumbre. –¿No tienes miedo del lobo muerto ahí? –pregunta el cazador. –Le tengo más miedo a sus hermanos que ahora de seguro lo están buscando. –¿De verdad tienes miedo de ellos? –Vuelve a interrogar la abuela. –Bueno, lo que se dice miedo, miedo... no sé, abue.
Asamblea de lobos. Desaparición de Cabeza Gris
La abuela más abuela. Casa asegurada. La clave
De lo que ocurrió a la salida de casa de la abuela. Río abajo
La asamblea de lobos continúa. Gotas de ideas. Investigación
La escopeta. Acecho. Sospechas
El acuerdo de los lobos. Decisión
Caperucita y el cazador camino a casa. Chist. Presentimiento
Simulacro. Patraña pierde un trozo de oreja
Un muerto en el camino. Ataque de Corneta. Reacción del cazador
Asamblea urgente. Noticia. Tres lobos
Caperucita, su madre y el cazador. Una pata de lobo en el quicio
Ataque desesperado. Final de Brutus el bruto. Agujero en la pared
Cebra y Sagaz. Margaritas aplastadas. Puntito fulgurante
Rumores. Cebra regresa. Carta. Trifulca
Brutus es enterrado. Flores
Idea de Inspector. Decisión. Ovación final
Desaparece la madre. Pasos en el bosque. Desaparición de Caperucita
Reflexión de Profesor Lobo. Decisión final. Cita
Estrategia de Inspector. Ataque. Puntitos en el bosque
Incursión de Jefe Lobo. Casa vacía. Masacre
Fiesta. El truco. Pieles perforadas
Clase en el bosque. Otra reflexión de Profesor Lobo
Abuela, cazador y Caperucita Roja. Merienda. Cabeza Gris
Caperucita Roja y su abuela, ambas con el cabello desordenado, están reunidas con el cazador del bosque; acaban de ser rescatadas de la panza del lobo.
–Es verdad que estaba bien oscuro dentro de la barriga del lobo –dice Caperucita.
–Yo casi me asfixio –manifiesta la abuela–. Por suerte apareció nuestro amigo el cazador, de lo contrario no quiero imaginar qué habría sido de nosotras.
–Pasaba por aquí, como todos los días, a dar la ronda y pillé por la ventana al lobo roncando
y estirado cuan largo era en su cama, abuela –comenta el cazador en tono presuntuoso.
Mientras toman la merienda, el lobo, con su barriga repleta de piedras, está a unos cuantos
metros de la casa, ahogado en el fondo del río, en el mismo río donde suele ir a nadar Caperucita. El viejo pecador Cabeza Gris ya no podrá hacerle daño a nadie, pues el cazador se cercioró de que estuviera bien muerto. De tal manera que ellos tres, de lo más felices, ahora comen los pasteles horneados por la mamá de Caperucita.
–¿Volverás a nadar en el río, Caperucita?
–Claro abue, siempre que el sol alumbre.
–¿No tienes miedo del lobo muerto ahí? –pregunta el cazador.
–Le tengo más miedo a sus hermanos que ahora de seguro lo están buscando.
–¿De verdad tienes miedo de ellos? –Vuelve a interrogar la abuela.
–Bueno, lo que se dice miedo, miedo... no sé, abue.
Asamblea de lobos. Desaparición de Cabeza Gris
Al otro lado del bosque se va a dar inicio a una asamblea de lobos. Están preocupados por la falta
de alimentos, así que el jefe los convocó para buscar una solución.
Poco a poco, se llena el salón y cada uno conversa con el compañero de al lado o con el de atrás o con el de adelante o con todos a la vez; el caso es que impera una algarabía tremenda y es hora de iniciar la asamblea.
El jefe, lobo desgarbado y con ínfulas de presidente de la República, se para al frente y a todo pulmón pide silencio, pero nadie parece escucharlo. Entonces toma un martillo y golpea con tal fuerza la mesa de actos que esta se derrumba y todos los lobos se desternillan de la risa.
–¡SILENCIO!, vamos a dar comienzo a la reunión.
–¿Dónde está Lobo Carpintero? –pregunta, mientras se agacha y recoge del suelo una libreta de apuntes y un lápiz que nunca utilizan ni él ni el secretario.
–Aquí estoy, jefe –contesta Lobo Carpintero.
–Ya tienes trabajo para cuando termine la reunión, ¿entendido?
–Entendido, jefe.
–También necesito a Cabeza Gris, el secretario.
–No ha llegado aún, jefe –contesta Antifaz, conocido así porque tiene una sombra blanca alrededor de los ojos.
–¿Qué le pasaría?, él nunca llega tarde, por lo menos a las reuniones donde sabe que tenemos pasabocas, ¿y hoy los tenemos? o… ¿no?
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