Johnson sostiene también que los hebreos creían que la personalidad podía ser «colectiva». Palabras que describían personas particulares eran usadas también para describir un grupo social. Por ejemplo: nephesh , que se traduce «vida» o «aliento» o «alma», hace referencia al principio vital en el individuo, sin el cual no puede vivir. Pero esta palabra se aplica del mismo modo a un grupo de personas, lo mismo que al individuo. Según esta cita de Nm: «El nephesh del pueblo estaba desalentado a causa del camino» 16.
La palabra leb significa «corazón» y se usa también tanto en sentido individual como colectivo. El sentido individual es el más empleado, pero hay varios ejemplos en los que la palabra «corazón» describe la actitud o los sentimientos de un grupo de personas. «El corazón del pueblo desmayó, según Jos 7, 5, y llegó a ser como agua».
Algunas veces «Israel», nación, es considerada como una entidad única, singular; un modismo que de ninguna forma es exclusivo de la lengua hebrea 17. La actitud frente a este modismo puede ser responsable del modo en que las leyes del Deuteronomio van oscilando de la segunda persona del singular a la segunda persona del plural 18.
La misma idea de personalidad colectiva ve Johnson en la palabra ‘elohim (Dios), que es plural en la forma, pero singular por su significado en la mayor parte de los casos. La forma plural podría explicarse como una reliquia de politeísmo. Pero el hecho de que los judíos la conservaran también en la era monoteística probablemente indica algo fundamental en su concepción de Dios. Más todavía; hay varios pasajes en el Antiguo Testamento en los cuales Dios habla, refiriéndose a sí mismo, en plural. «Tal forma de hablar, escribe Johnson, pudo llegar a ser al fin una mera cuestión de lenguaje y perder entonces su fuerza original» 19. Pero lo que Johnson quiere decir es que en los tiempos primitivos de la historia de Israel es posible que mantuviese su fuerza original.
La argumentación de Johnson tiene sus limitaciones. Habría que aplicarla a la mayor parte del pensamiento preexílico. Las perícopas que proporcionan la mayor parte de las pruebas probablemente hay que volver a buscarlas en una fecha anterior al destierro. Sus argumentos no nos dan información alguna sobre la actitud judía a propósito de la unidad de Dios en el tiempo del nacimiento de Jesús. Él ha mostrado que, por lo menos en tiempos primitivos, la concepción hebrea del Dios único era susceptible de una sutil modificación. Pero para descubrir si esta idea hebrea tuvo algún efecto directo en el pensamiento cristiano primitivo, sería necesario examinar la postura del judaísmo más tardío y del más temprano cristianismo, confrontándola con los pasajes cruciales del Antiguo Testamento.
Primero, sin embargo, vamos a examinar las opiniones de G. A. F. Knight, que en muchas cuestiones está de acuerdo con Johnson, pero aduce algunos argumentos que le son peculiares. Con un argumento que es llamativo, pero no muy convincente, defiende que el «principio activo Padre-Filiación» es parte de la esencia de Dios y debe permanecer siempre 20. Dios intentó revelar esta relación (suya) dando a la nación de Israel el estatuto de filiación; e Israel fue llamado «Hijo de Dios». Esta revelación «fracasó por la propia voluntad pecadora y el espíritu rebelde de un pueblo obstinado» 21. Hay una grieta en su argumento. Si el «principio Padre-Filiación» es parte de la esencia de Dios, solamente puede ser comprendida a través de la extensión de la personalidad divina. Y no hay pruebas de que Israel fuese considerado de este modo. Aunque Dios cotejara a su pueblo con profetas particulares y ángeles, la nación, como conjunto, no fue considerada como una extensión de la personalidad de Dios. La descripción de Israel como «Hijo de Dios» no nos descubre el «principio Padre-Filiación», sino solamente el «principio Padre» dentro de la Divinidad.
Knight lanza un violento ataque contra la teología de los Setenta, a la que acusa de oscurecer la verdadera doctrina hebrea de Dios con un velo de ideas griegas. Los primitivos Padres cristianos fueron conducidos sin remedio y equivocadamente por los Setenta, y la equivocación ha persistido hasta los tiempos actuales. Sin embargo ahora, después de siglos de oscuridad, parece que los teólogos son capaces, con la benéfica ayuda de los investigadores semitas, de entender la verdadera doctrina de Dios 22. No es necesario replicar aquí al ataque general contra los Setenta, pero en la próxima sección serán discutidos algunos hechos que manifiestan la escasa consistencia de los ataques de Knight. Culpa a los Setenta duramente de haber oscurecido la idea de la pluralidad en la Divinidad. Bajo la influencia griega se puso tan de relieve la unidad de Dios que fue imposible admitir la modificación que era característica del pensamiento hebreo primitivo. Esto es verdad solo en parte. Los Setenta manifiestan una clara tendencia a eliminar insinuaciones hacia el politeísmo, pero conservan mucho que no armoniza fácilmente con la más rígida forma de monoteísmo. La forma plural de los verbos en el Génesis y en Isaías se conserva. Y no se eliminan las oscilaciones del singular al plural en Génesis 18 y en el Deuteronomio. Y, cosa bastante extraña, la más cercana aproximación a la doctrina de la Trinidad en el judaísmo está fundada en los escritos de Filón, que fue influenciado por el pensamiento griego, aún más profundamente que lo fueron los traductores de los Setenta.
INDICIOS DE CIERTA PLURALIDAD EN DIOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO, Y SU INFLUENCIA EN EL CRISTIANISMO DEL NUEVO
Nuestro problema central es saber si los judíos del primer siglo d. C. se encontraban preparados por la tradición para aceptar la noción de un Dios que encerrara pluralidad dentro de su unidad. Examinemos ahora aquellos pasajes que se han considerado pruebas de esta doctrina, e intentemos llegar a la interpretación que se les dio en un judaísmo tardío y un cristianismo primitivo. Las interpretaciones que se van a exponer son aceptadas difícilmente por los modernos escritores, pero se analizarán aquí porque pueden ayudar a indicar el medio en que se desarrollaba el pensamiento en tiempo del Nuevo Testamento.
El grupo primero de pasajes es: Gn 1, 26; 3, 22; 11, 7 e Is 6, 8. En estos pasajes Dios habla de sí mismo en plural. Esto se ha explicado frecuentemente como un plural mayestático 23. Johnson hace notar que aun en el estrictamente monoteísta Korán se trata en plural mayestático a Allah 24. Por otra parte, a los judíos les parece que estos pasajes necesitan explicación.
Estos pasajes son:
«Dijo entonces Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”» (Gn 1, 26).
«Dijo Yavé Dios: “He ahí al hombre hecho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal”» (Gn 3, 22).
«Bajemos, pues, y confundamos su lengua de modo que no se entiendan unos a otros» (Gn 11, 7).
«Y oí la voz del Señor, que decía: “¿A quién enviaré y quién irá de nuestra parte?”» (Is 6, 8).
La interpretación estrictamente monoteísta aparece en el Libro de Jubileos, escrito en la segunda mitad del siglo II a. C. Este libro ofrece una narración de la historia del Génesis, en la cual las exposiciones dogmáticamente defectuosas se cambian o se omiten. La historia de la creación está contada de tal manera que se prescinde del plural del verbo de Gn 1, 26. La creación del hombre se describe así: «Y después de esto creó al hombre; hombre y mujer los creó Él» (Jub 2, 14). Omite las palabras de Dios en Gn 1, 26. No hay versículo que incluya la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, correspondiente a Gn 3, 22. Y en la historia de la torre de Babel, el autor de Jubileos afirma que cuando Dios dijo: «Bajemos…», se estaba dirigiendo a los ángeles. Los ángeles no son considerados como una extensión de su personalidad, puesto que ellos le llaman «el Señor Dios» (Jub 10, 22).
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