El alma decide a quién va a escuchar, según la parte más primitiva –el cuerpo y sus sentidos– o la parte más elevada –el espíritu–. Y, a la vez, el alma va a tomar esas decisiones con su voluntad y con su libertad. Por ejemplo, supongamos que tengo que decidir si continúo o no con una relación de pareja. Puedo decidir desde el alma, desde la razón, desde la emoción, con lo cual, si un día estoy bien, decidiré una cosa, si estoy mal, decidiré algo muy distinto o, tal vez, por distintos altibajos emocionales podría cambiar de opinión en el mismo día. Pero también puedo meterme en el espíritu, buscar la respuesta allí y dejar que Zoe me vaya guiando y me conduzca a ese ámbito del espíritu en el que predomina la paz y la sabiduría.
Espíritu, alma y cuerpo, ese es el orden para que Zoe comience a actuar e inundar, a su vez, a las otras dos partes. El espíritu es el más noble; el cuerpo, el más primitivo, por eso va último.
Toda comunicación de Zoe se da en el espíritu. No es por medio de la razón ni de las emociones que llegamos a conocerlo, sino a través del espíritu.
Los buscadores espirituales son los que han decidido dejarse guiar por la voz que proviene del espíritu.
Cuando el alma se deja inundar o iluminar por el espíritu, empieza a llenar de luz todos los espacios internos.
Todo lo que aprendamos, estudiemos, las capacitaciones, la profesión que tengamos, la elección de nuestra pareja, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestras relaciones interpersonales serán bañadas con una nueva luz: la luz del espíritu, que trae vida a todo, renovando y activando lo que estaba dormido.
¿Qué aspecto de tu vida diaria crees que necesita un nuevo despertar (ser renovado)?
Anota lo que sientas.
Prueba buscar un lugar tranquilo. Si estás solo o sola, mejor.
Y ahora pídele a Zoe que venga a vivir en tu espíritu, y dile: “Necesito de tu luz”. Permanece en silencio unos minutos.
A partir de ahora, Zoe está en tu espíritu; es una fuerza interna que comenzarás a experimentar.
Ahora que invitaste a Zoe a vivir en tu espíritu con su vida, lo primero que vas a experimentar son las señales externas.
Todo lo que viene del espíritu viene de parte de Dios. Él hace llover sobre justos e injustos, es decir, sobre todas las personas. La lluvia que significa el derramamiento de las bendiciones, nos habla de las cosas buenas, y de los regalos que vienen de parte de Zoe (vida de Dios). Todos experimentamos su amor a través de esos regalos.
La vida es un regalo, el primero y el más maravilloso de los obsequios que tenemos. Y si no, pensemos en aquellos que ya no están con nosotros. Todos quisiéramos, aunque sea por un minuto, que pudieran volver a estar entre nosotros para darles un abrazo, un beso y decirles esas palabras que no pudimos expresarles antes de que partieran. Por eso, si bien para nosotros vivir y respirar cada día es algo natural, algo a lo que estamos acostumbrados, nuestro primer regalo es tener vida, pero una clase especial de vida, que se manifiesta, por ejemplo, con señales.
Analicemos primero qué son las señales.
Las señales de nuestra experiencia espiritual con la vida Zoe son los guiños de Dios. Como si él, con un poco de complicidad, nos sorprendiera y nos dijera: “¿Viste?, lo hice otra vez”, como cuando el papá le dice al hijo –o el hijo al papá– “Te amo”. De esta manera nos recuerda que nos ama y que está cerca. Son esos holas de Zoe que nos dicen: “Acá estoy, pendiente de todos tus asuntos”. Es cuando podemos escuchar su voz aun sin oír el sonido de ninguna palabra.
Son muchas las señales que encontramos en el camino y las que nos confirman que Zoe está activo a diario en nuestra vida. Veamos cómo Zoe se manifiesta en nuestra vida.
Son todos los actos que experimentamos a diario que nos hacen bien y que vienen de mano de otros. Por ejemplo, alguien nos acercó una taza de té o de café mientras estábamos trabajando, alguien nos hizo un regalo aunque no fuese el día de nuestro cumpleaños, nos cedieron un lugar en la fila del banco o, inesperadamente, una persona canceló nuestra deuda, el auto que iba delante en la autopista pagó el peaje por nosotros, un llamado telefónico nos levantó el ánimo con palabras que nos hicieron bien, una invitación a compartir una cena con amigos nos trajo alegría, alguien nos transmitió una noticia que nos dio nuevas esperanzas, una conocida nos recomendó un profesional para esa necesidad específica y este nos ayudó a resolver un problema, alguien nos sonrió en medio de un enojo y transformó nuestro día. Estas son algunas experiencias que demuestran las señales de bondad de Zoe , ¡todo lo que nos trae vida!
Las evidencias están allí todo el tiempo, solo que no registramos que provienen de la vida Zoe . Se las adjudicamos a la gente, pero es Zoe quien se sirve de las personas para mostrarnos su bondad.
Si las señales de cada día nos provocan agradecimiento a la vida Zoe , estas se multiplicarán. Para ello, necesitamos el espíritu para comenzar a reconocerlas y poder decir: “Aquí actuó Zoe, y lo hizo a través de mi amigo, de un familiar o de esta persona”.
Seguramente, están llegando a tu mente muchos actos de bondad que en el transcurso de tu vida experimentaste, pero que, tal vez, pasaste por alto, enfocándote en lo malo. Es hora de recuperar a esa vida Zoe que llena tu día de señales de bondad para que puedas disfrutarlas.
En una oportunidad, una mujer me contó que no podía ver la vida Zoe en su propia vida. Pensaba que Dios era indiferente con ella. Sentía que no era querida, que nadie se interesaba ni en sus emociones ni en sus dificultades. Sus hijos no la llamaban por teléfono y su pareja, que estaba muy ocupado con temas laborales, no percibía lo que le estaba sucediendo. Tenía mucho tiempo libre y esos momentos los vivía en soledad. Un día me escuchó hablar de las señales de bondad de Dios y quiso demostrarme que a ella no le sucedía ninguna. Entonces, prometió anotar una bondad cada día, pero estaba convencida de que me devolvería la hoja en blanco. Una semana después volvió y en su papel tenía anotadas alrededor de cincuenta señales de la bondad de Dios. Me contó que al haber estado atenta pudo observar que cada mañana su perrita le lamía la mano para despertarla y que, a diario, su marido le dejaba la cafetera con el café recién preparado y la taza con una cuchara para que ella se lo sirviera y endulzara. Pudo darse cuenta de que una vecina, al saludarla, siempre le decía: “Que tengas un excelente día”. Deseo al que ella respondía interiormente: “Veremos, veremos…”, en lugar de agradecer el saludo y la bendición. Así fue que, poco a poco, comenzó a descubrir que la bondad de Zoe la rodeaba constantemente. Este fue un descubrimiento revelador.
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