En septiembre de 1813, por orden del gobierno de Buenos Aires, el Batallón de Auxiliares Argentinos inició la marcha hacia Chile. A pesar de que los pasos cordilleranos se encontraban anegados por las nieves caídas durante el invierno especialmente del lado chileno, los Auxiliares Argentinos lograron atravesar el macizo andino por el camino más natural y obligado (por Uspallata), llegando a Chile el día 4 de octubre.
El paso de los Andes, demandó a los Auxiliares Argentinos recorrer unos 350 kilómetros en 14 días, avanzando como mínimo 25 kilómetros diarios, que en jornadas de 7 horas de marcha en montaña, arrojan un promedio de más de 3 kilómetros por hora para personal montado.
Pero la llegada de las tropas argentinas a Chile produjo suspicacias, ya que muchos chilenos creyeron que el comandante Santiago Carreras era pariente de los polémicos hermanos Carrera, por lo que el gobierno de Buenos Aires que no quería intervenir en pugnas internas y advertido de estos hechos, envió a Chile al coronel Marcos Balcarce para reemplazar a Carreras al frente de los auxiliares. El sargento mayor Juan Gregorio de Las Heras continuó como segundo al mando de este cuerpo.
Ya para mediados de octubre y luego de permanecer diez días en Santiago, los Auxiliares Argentinos cumplían su primera misión en territorio chileno: escoltar a la Junta de Gobierno, que ante la crítica situación se desplazaba en dirección al sur, desde Santiago hacia Talca.
Con el cruce de los Andes y su llegada a Chile, el Batallón de Auxiliares Argentinos se constituyó en la primera fuerza militar en llevar la bandera de la Revolución de Mayo fuera de los límites del Virreinato del Río de la Plata, ya que los primeros ejércitos enviados en expediciones al Alto Perú no habían podido pasar el límite norte con el Virreinato del Perú, materializado por el río Desaguadero.
Para diciembre de 1813, con el coronel Bernardo O’Higgins ya nombrado comandante en jefe del ejército, se constituye una división auxiliar integrada por fuerzas argentinas y otras fuerzas chilenas, llegando a contar con unos 800 infantes, una brigada de artillería con 6 cañones y 2 culebrinas, puestas al mando del coronel Marcos Balcarce, quien continuó su recorrido hacia el sur. En Quirihué, el 19 de enero de 1814, Las Heras recibe sus despachos oficiales de sargento mayor y comandante interino de las compañías sueltas de línea del Cuerpo Auxiliar de las Provincias Unidas.
El 14 de febrero los Auxiliares Argentinos ya se encontrarían formando parte de la división del coronel Mackenna, ocupando el fundo del Membrillar.
EL COMBATE
La situación en el sur de Chile para comienzos de 1814
Para comienzos de 1814, las fuerzas patriotas chilenas con un efectivo de alrededor de 2.500 hombres, se hallaban divididas en dos cuerpos como se mencionó en los párrafos anteriores, con su moral por el piso debido a la falta de pago, las continuas deserciones y la escasez de recursos, víveres y caballada. Las operaciones se hallaban estancadas y no existía aparente superioridad por parte de ninguno de los oponentes.
El recién llegado brigadier realista Gaínza reunió a sus fuerzas y para mediados de febrero acampó en Quimchamalí, sobre la margen este del río Itata y a corta distancia de su confluencia con el río Ñuble. Su intención: aislar a las fuerzas patriotas de Mackenna que ocupaban posiciones en Membrillar, impidiendo su comunicación con las fuerzas de O´Higgins en Concepción. Para eso, también ordenó destacar fuerzas móviles de caballería que recorrieran los campos vecinos, restringiendo los movimientos de los patriotas.
La hacienda de Cucha Cucha
Cucha Cucha era una pequeña estancia situada en una lomada de escasa altura, cuya extensión era de más de 3.000 cuadras (unas casi 2000 hectáreas) y estaba ubicada sobre la margen norte del río Ñuble, entre el Membrillar y Chillán, y al norte de Quimchamalí. Era la propiedad más importante que poseía don Luis Urrejola, cuya familia (identificada con la causa realista) la había adquirido en 1776 en el remate de las temporalidades de los jesuitas.
Desde el punto de vista miliar, esta hacienda constituía una zona muy apta para el pastoreo del ganado y presentaba algunos árboles ralos como cubierta. Además, al estar situada sobre una pequeña altura, le daba un buen dominio sobre la margen sur del río Ñuble, con excelente campo de observación hacia la zona donde este río confluye con el Itata.
Golpe de mano sobre la hacienda
Ante la noticia de que sobre las casas de la hacienda de Cucha Cucha se encontraban recolectando ganado guerrillas españolas (de un efectivo aproximado de 500 hombres), el coronel Mackenna resuelve ejecutar un golpe de mano durante la noche del 22 al 23 de febrero, con la finalidad de batir las tropas enemigas y apoderarse del ganado.
Apoderarse de los recursos, es decir el saqueo por recursos, fue una práctica habitual llevada a cabo por patriotas y realistas en Chile, ya que al no existir un sistema de intendencia bien organizado, se hacía muy difícil mantener a las fuerzas en movimiento y afrontar sus necesidades diarias. Se buscaban vacas para satisfacer el hambre, caballos para montar y a veces otros insumos, como plomos para producir municiones. Esto generaba frecuentes escaramuzas y combates entre los oponentes.
Para caer sobre Cucha Cucha, Mackenna se pone al frente de 300 fusileros, 40 dragones y 2 piezas de artillería rompiendo la marcha a medianoche y dejando el campamento al mando de su jefe de estado mayor, el coronel Mariano Balcarce. Pero al llegar al objetivo al amanecer, los patriotas no encuentran fuerzas realistas, ya que éstas se habían replegado durante la noche. Aprovechando la ausencia del enemigo, Mackenna comisiona al teniente coronel Santiago Bueras, para que con parte de sus fuerzas recojan ganado, mientras que el resto de sus tropas regresan al Membrillar.
Intervención de los Auxiliares Argentinos
Al observar que el grueso de las fuerzas patriotas se habían retirado, los realistas deciden tomar la iniciativa pasando a la ofensiva sobre la retaguardia de la formación de Bueras, que por encontrarse arriando gran cantidad de ganado se había demorado, perdiendo contacto con el resto de las fuerzas que se replegaban.
El ataque realista fue llevado a cabo por alrededor de 500 hombres dispuestos en tres columnas que repentinamente incidieron sobre las tropas de Bueras. Pero el sargento mayor Juan Gregorio de Las Heras que con unos 100 Auxiliares Argentinos se encontraba sosteniendo la retirada, hizo una rápida apreciación de la situación y a pesar de estar en inferioridad numérica, decidió evitar que los realistas corten la retirada de la columna patriota. Las Heras y sus hombres lograron rechazar tres cargas realistas. Durante las dos primeras protegieron a las fuerzas de Bueras, y durante la última, apoyados por el fuego de una pieza de artillería, cargaron con empuje y valor a la bayoneta, produciendo así el retroceso del enemigo que se replegó con bajas. Luego de ello, y para asegurarse que los realistas no realizarían un nuevo intento, mantuvo el terreno por un cuarto de hora, dirigiéndose finalmente hacia el campamento del Membrillar en perfecto orden, llevándose todos los honores de aquella jornada.
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