Poemas analfabetos
Fernández de Palleja
colección última salida/ 12
ISBN 978-9915-9402-0-5
Poemas analfabetos
Todos los derechos reservados.
1a edición, Montevideo, Uruguay, agosto de 2020.
1ª edición ebook 2021
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Fotografía: Servando Valero
Cuidado de edición: Luis Pereira Severo
Conversión a formato digital: Libresque
Un diccionario es un instrumento de la conversación: nos dice acerca del significado de las cosas. Un diccionario construido desde la poesía nos dice más: de lo que no está visible a simple vista, las múltiples carreteras posibles.
El poeta es el jugador versátil, que tanto juega en el ataque como en el mediocampo o atrás: juega con las palabras y ellas lo dejan hacer. Confiadas, festivas, jugosas, como fruta del día, celebran el encuentro con su orfebre. El poeta las hace brillar, extrae de allí el alimento.
Luis Pereira Severo
Escribí un Diccionario de Poemas en la revista Lento, lo que me generaba la sensación estimulante de que alguien podía leer los textos. Una letra por mes, tres o cuatro poemas por mes, y otros muchos que no llegaron a salir en la revista, tantas palabras como una novela. El resultado final fue un poemario monstruoso y un diccionario inútil. Ciertas palabras habían sido omitidas, algunas ideas debían estar sobrerrepresentadas a raíz de las ramas de la primera persona. Brotaron hápax, regionalismos de una persona sola y también rescaté algunos términos reales. Fueron escritos de varias formas, a veces de gusto, otras veces con gusto, ora con disgusto. En todo caso, fueron tantos los textos y a tal ritmo que no debo haber podido mentir.
La culpa de la idea es de un gurí que un día me preguntó quién hacía los diccionarios y de Orhan Pamuk, uno de cuyos personajes pretendía escribir él solo una enciclopedia de todo el saber turco. En mi caso, no habré hecho otra cosa que ver mis ojos desde adentro. Este libro es una selección del lexicón primigenio, algo que viene a ser como pulir la lente con la que se mira, en un ejercicio de oculismo autoinfligido. El material pasó por la mirada traductora de Jerzy Fonseca, que convirtió el verbo en imagen, mi mayor agradecimiento. Estos poemas, como otros de antes, están llenos de gente. Además, leídos con atención o ánimo detectivesco, podrán ser vistos como una historia, un testimonio, unas huellas impresas en la arena del temporal.
El trabajo de escritura abarcó como dos años y medio, las decisiones posteriores han tomado más tiempo. La lectura es un misterio. Ustedes dirán, si quieren. Suerte y abrazos.
Fernández de Palleja
Somos criaturas abisales
del fondo del aire, mar suave
que cubre los mares y las tierras,
nos desplazamos lentísimamente
alumbrando los caminos ciegos
con luminiscencias de diseño,
mantrarrayas casi siempre
venenosas, bastones blancos
y negros y de mil colores
en busca de un nado imposible
cuya naturaleza se ignora
y encima soñando con volar,
habrase visto, como si fuéramos
cardúmenes interestelares
de corales pegados a un naufragio
que vamos horadando.
Una liviandad en las palabras,
aire fresco, las chispas frías
de la bebida que brillan en los ojos,
en la inteligencia rápida, liviana,
el cambio de ritmo del chiste,
el triunfo con belleza, la canción,
las cuerdas y el fuego, los amigos,
el kiosko del río un día y el reencuentro,
el nacimiento, la fecha, el retorno
a la raíz y el abrazo, el conocimiento
nuevo y el placer rutinario
de recitar las sílabas de siempre,
el tallo nuevo que brota, la flor,
un día marcado que se huele
en el aire de tierra mojada,
el amor en algunos momentos,
todo aquello que queda fijado
por la tinta del recuerdo
profundo de la melancolía.
Soplo vital, esencia intangible,
sustancia reencarnada vez tras vez,
aparentemente intransferible,
la mente la tapa con su estrés.
Se busca largamente definirla
y se muestra elusiva al lenguaje,
no se sabe tortura que pueda herirla,
dice a las manos que sueltes y que des
y al corazón le impone que trabaje,
se la relaciona con cierto calor,
con la muerte, la vida y con sus viajes,
con todo a lo que le damos valor,
se tiene la oportunidad de sentirla
fundida a otra, al hacer el amor.
En las tardes decantadas de otoño,
en el hervor del verano,
cuando emergen excitadas las flores,
atrás de la ventana en los temporales
arrachados del invierno,
observo pasar las anarquías
del momento, las de toda la vida,
no las estimulo porque sería
un intervencionismo intolerable,
no las analizo porque sería
desmembrar el baile de las cosas,
no las busco porque sería
una miopía teórica, el límite
del cristal para mirar,
no las observo, abjuro,
a estas alturas, de lo que se dijo,
de un verbo tan intencional,
las veo pasar a las anarquías
como el guardador de rebaños
ve el aleteo ornamental
de alguna mariposa acostumbrada,
sin mirar, sin saber,
sin la preocupación del nombre
ni el prefijo, sin medir las reglas,
anárquicamente, como siendo
las cosas y su revoloteo.
Os planetas são urubus
em volta do sol.
Carlos Peres de Alcântara
Bailábamos la danza de los giros,
electrones lentos, seda precisa,
movimiento de dos seres que se atraen,
se repliegan como alas,
se despliegan como ojos
cuyas huellas digitales son canales
marcianos y aires de tules
de la diosa que es del alba y el ocaso,
bailábamos la danza del conocimiento, conocíamos las curvas de la letra que escribimos,
rotábamos y orbitábamos,
vos eras el sol
y yo todos los planetas,
vos la flor del girasol
y yo la sombra tenue
y cansada del sol
de medianoche
de un norte que no soy,
valseábamos discusiones ancestrales,
éramos ancestros del quién sabe,
una flor de pasos explotaba
al ritmo de las leves gravedades,
una voz hecha de sedas nos sedaba
despertando la melena hecha tormenta,
navegar no era preciso
y en vivir ni se pensaba,
quemábamos las naves en el agua
y el eje del planeta se meneaba
en el paso de los seres que no saben,
saber todo se podía con la ciencia
que mira más atenta,
tener todo era una estufa despeinada
y todos los avances alcanzados
a la hora de lo tierno
y de un disco que giraba.
Parpadeo que baila, rasgo hallado
por el ojo que mira y no puede no mirar,
equilibrio que a muchos ha desequilibrado
y nos hace ansiar, penar y despensar,
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