Obviamente, en términos de rentabilidad empresarial, de negocio y generación de empleo es más que dudoso llamarlo éxito, es imposible cumplir esos objetivos económicos. Pero la pregunta es si a nivel personal y social pueda serlo: ¿quién lo define?, ¿cada cual?
Para un emprendedor/a, el turismo, más concretamente el alojamiento, puede ser un negocio complementario a otros y por tanto esa ocupación ya le supone el extra que necesitaba. Para los demás, sin embargo, y cada vez más es su actividad principal, salvo casos específicos, sería imposible alcanzar las metas de negocio, aunque sí otras más personales, emocionales, psicológicas, etc.
Algunos administradores públicos locales miden el éxito por el número de personas o visitantes (excursionistas versus turistas) que pasan horas en su municipio (las tradicionales fiestas o eventos de la localidad).
Es un hecho que la gran diferencia entre excursionistas y turistas es la cantidad de ingresos económicos puntuales y anuales y su impacto ambiental, social y cultural en el sitio.
Durante los diferentes periodos de confinamiento debido a la pandemia de la COVID-19, quedó de manifiesto que el denominado «turismo de proximidad» (quizás medible en tiempo de hasta un radio de una hora en vehículo de su sitio de origen o residencia) muchas zonas rurales y naturales han sufrido una sobresaturación desmesurada. Pero con una gran mayoría de excursionistas de horas o días, que en general y a pesar de la posible imagen de grandes números traducidos a beneficios es completamente negativa. Por lo cual hay que recalcar que un visitante o un excursionista no genera la misma derrama económica que un turista, y sí unos impactos ambientales y sociales mayores en el sitio.
Podría afirmarse que a mayor número de visitantes excursionistas, mayor coste y menores ingresos y beneficios, a pesar de lo que algunas autoridades locales pensaban. Posiblemente después de hacer el balance de resultados durante estos confinamientos, muchos se han dado cuenta de esta ecuación, aunque dudo que permanezca en la memoria después de unos pocos años.
Pretender que la sostenibilidad y competitividad sean los objetivos, como ocurre en muchos casos, sería un gran error. Sería importante recordar que el turismo rural, el turismo en zonas rurales ante todo es turismo y no tiene otras reglas de juego que las del turismo, aunque a algunos les gustaría tener otras alternativas y de hecho fue una tendencia muy relevante en la ley de la oferta y demanda. Donde el marketing, promoción, publicidad, comercialización y gestión de alojamiento es un proceso igual, aunque manteniendo la escala y la realidad territorial, que obviamente es lo que más dificulta para conseguir una rentabilidad mayor.
Pretender que la sostenibilidad y competitividad sean los objetivos, como ocurre en muchos casos es otro gran error, ya que entiendo que son herramientas para conseguir el éxito y no objetivos como se suele confundir bastante a menudo.
Teniendo en cuenta la valoración del éxito en el turismo, es más que relevante recordar que esta actividad productiva se origina como «agroturismo» en sus diferentes modalidades. Es decir, aquel segmento turístico cuya motivación principal se basa en el descubrimiento y disfrute de la experiencia rural (agropecuaria). Para lo que es necesario desarrollarlo en explotaciones agrarias, pecuarias o mixtas; explotaciones en activo en las que dicha actividad rural surgió como un complemento económico que en algunos casos terminó por sustituir el negocio original.
Sin embargo, la evolución de esta oferta en algunos países europeos fue diferenciándose en granjas-restaurantes, campings, granjas-escuelas, etc. hasta reducirse considerablemente, casi desapareciendo en muchos sitios, pero retomándose en estos últimos años aunque con formatos muy diferentes, donde la explotación agraria es de escaparate y más bien se basa en otras cercanas con producción preferiblemente orgánica (se suele denominar ecológica) que de alguna manera podría denominarse re-invención, innovación o adaptación a un mercado verde con crecimiento exponencial en la mayoría de los países.
Esta oferta es un caso que de alguna manera muestra un claro ejemplo de resiliencia y, como antes comenté, de adaptación a la evolución de la demanda. En muchos casos como el mercado español, los propietarios de alojamientos rurales cuentan que una mayoría de su clientela demanda más servicios que no representan en nada la ruralidad como motivación del viaje. Véase wi-fi de alta velocidad, televisores de gran tamaño con Netflix, o videojuegos, jacuzzi, piscina, etc. que nos vuelve a plantear si esta adaptación de la oferta a esta nueva demanda podría considerarse ¿éxito o fracaso?
Quizás para entender esta tendencia de los últimos años de este turismo neorural, nos podríamos fijar en el caso de un pueblo chino de Xiapu que, como respuesta a una crisis económica en su sector primario, se ha reinventado creando un pueblo diseñado para satisfacer los deseos de la demanda, fabricando escenas y experiencias rurales para turistas convencionales que desean vivir esas emociones y especialmente poderlas contar con fotos para las redes sociales. Parte de los habitantes y espacios rurales recrean historias exclusivas para los visitantes. Podríamos decir que sería una especie de parque temático de turismo rural que, según afirman, está teniendo un gran volumen de clientes y beneficios económicos.
Es decir, existe una oferta turística rural importante en número que quiere dar respuesta a las motivaciones y expectativas de una demanda que probablemente se aleja de lo que podría obtener en el entorno rural y natural, con el fin de incrementar su rentabilidad.
Entiendo que esta tendencia de alguna forma está relacionada con la poca madurez del mercado, ya que al mismo tiempo existe otra tendencia que, sin renunciar a cierta confortabilidad, exige una denominada autenticidad basada en los valores rurales y especialmente naturales.
Por otra parte y refiriéndome a la situación actual y las consecuencias positivas y negativas que está teniendo el turismo, y específicamente el turismo en las zonas rurales debido a las diferentes políticas de restricciones provocadas por la COVID-19 por las que parece se ha beneficiado esta tipología turística con menos concentración de turistas, más dispersos y con contacto estrecho con la naturaleza, mencionar que no se ha incluido ningún capítulo ni apenas referencias porque entiendo que es una situación totalmente coyuntural y que está confundiendo a la oferta que piensa más en un cambio de tendencia de la demanda, algo que nadie ha demostrado, especialmente porque no hay ningún dato que lo corrobore.
Puede ser que sí exista una tendencia al alza de un turismo más vinculado con el medio natural, el bienestar y la gastronomía. En mi opinión, puede existir una tendencia en alza hacia un turismo más vinculado con el medio natural, el bienestar y la gastronomía, pero es algo que se estaba notando años antes que ocurriese esta pandemia. Lo mismo que con el tema de la sostenibilidad, consecuencia de la saturación turística de destinos o, mejor dicho, de ciudades, atractivos turísticos naturales y culturales, pueblos, etc. que llevaban más de una década alcanzando niveles que rompían su posible capacidad de carga. Algo que sin embargo no ocurría en aquellos destinos turísticos, esencialmente de sol y playa, que estaban planeados o preparados para recibir flujos de turistas que en otros territorios sobrepasaban sus posibilidades de acogida.
Análisis de los capítulos en tres áreas de conocimiento
Al diseñar esta publicación tratando de llevar a cabo una idea coherente, actual, pero sin fecha de caducidad, que de alguna manera pudiese contextualizar y resumir los contenidos, se planteó un índice temático basado en tres áreas de conocimientos: El Territorio, el Desarrollo y las Propuestas, que seguidamente se detallan:
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