Sin embargo, esos discursos operan de un modo fallido y la brecha entre los discursos y la realidad no puede ser suturada. Siempre encontraremos un agujero estructural que escapa a la representación. Esto la coloca en una posición política y ética que interpela a los discursos dominantes de la modernidad, el discurso capitalista y el discurso de la ciencia, con un amplio abanico de argumentaciones desde el rigor de quien conoce mucho de lo que se ha escrito sobre la condición humana.
Encuentro, desde esta perspectiva, un rasgo de coraje en Lierni Irizar, porque no retrocede frente a lo real, lo bordea, hace un tratamiento de lo real por la vía de lo simbólico. Tiene la generosidad de compartir con los lectores sus preguntas y las elaboraciones sobre las mismas. Nos propone una concepción de lo «humano agujereado» frente al paradigma del hombre como una máquina que determina el discurso de la ciencia desde el siglo XVII:
Un humanismo en falta que toma de la herencia clásica la importancia del lenguaje, la posibilidad del cambio, la diversidad y la singularidad y una dignidad necesaria a conquistar, dignidad como proyecto de vida en común, no sin los otros, sabiendo al mismo tiempo que no hay reconciliación posible… un humano no todo neuro, no todo objeto, no todo silencio.
El libro nos muestra al mismo tiempo la importancia que tiene la incorporación del orden simbólico y del lenguaje para la estructuración del cuerpo y del lazo social a través del discurso. Toma como referencia la clínica del autismo porque en el autista la incorporación del lenguaje articulado no ha funcionado, ni tampoco el estadio del espejo que Lacan desarrolla en sus primeros textos. El trabajo desplegado por la autora sobre estos aspectos, en el ecuador del libro, y la articulación que consigue transmitir es muy elaborada y rigurosa. En ella incorpora los testimonios de aquellos autistas que han dado cuenta de su experiencia y al mismo tiempo las producciones más recientes y avanzadas que, desde el campo y la práctica del psicoanálisis, se han realizado para orientar una clínica que dé respuesta a las desregulaciones del goce del cuerpo y del lenguaje.
Cuando nos habla de un humano no todo neuro, no todo objeto, no todo silencio, nos abre otra vía de investigación que es el recorrido lógico de la experiencia de un análisis. La experiencia del no-todo que Lacan formulará en su última enseñanza. La autora bordea en este libro el núcleo de la experiencia analítica: lo real y la relación del ser hablante con el no-todo, más allá del sentido.
Hay una enunciación que se desprende de su escritura que quiero subrayar y que nos muestra que la autora tiene una brújula, que toma de su lectura de Schubert en su Winterreise, de la que hace referencia al final del último capítulo:
Él logra que sintamos que hay en nosotros una vacuidad sin sentido, pero al mismo tiempo, gracias a la belleza de su obra, nos impulsa a desear y sentir que la vida merece ser vivida.
Es su manera de terminar el libro. Esperamos con mucho interés sus próximas elaboraciones.
Santiago Castellanos
Madrid, febrero 2021
Lázaro y el ombligo del sueño
El poeta más grande da forma a lo que ha de ser a partir de lo que ha sido y de lo que es. Arranca a los muertos de los ataúdes y los vuelve a poner de pie… Le dice al pasado, «Levántate y anda delante de mí para que pueda darme cuenta de lo que eres». Aprende la lección…se coloca allí donde el futuro se vuelve presente.
W. Whitman, Hojas de hierba .
Una noche de verano tuve un sueño que resultó ser el punto de partida de este trabajo. Es un sueño muy breve:
Discuto con alguien sobre diferentes teorías (no recuerdo cuáles) y digo: «en el fondo, todo se reduce a esto». Y aparece la imagen de un ombligo que es como un gran tapón de plástico. Me despierto.
Como todos los sueños, condensa muchos aspectos fundamentales. Me centraré aquí en la lectura teórica que puedo extraer de él.
Esos días trabajaba diferentes textos e iba tomando forma mi deseo de profundizar en la cuestión de lo que el psicoanálisis llama «lo real». También se abría paso un deseo de transmitir, dar un lugar importante a cuestiones que el psicoanálisis muestra y que otras teorías rechazan o no pueden tener en cuenta. Son cuestiones que abren ante nuestros ojos una perspectiva nada optimista sobre lo humano, su racionalidad, desarrollo y felicidad.
De este modo, mi sueño conecta directamente con la cuestión que Freud planteó como el ombligo del sueño, la conexión con lo indescifrable del mismo, con un agujero. Plantea que incluso en los sueños mejor interpretados, hay un punto que queda en tinieblas, un foco en el que convergen las ideas latentes, pero que es un nudo imposible de desatar.
Esto es entonces lo que podemos considerar como el ombligo del sueño, o sea, el punto por el que se halla ligado a lo desconocido1.
Hay otra referencia similar, pero más contundente que encontramos en una nota a pie de página:
Todo sueño presenta por lo menos un fragmento inescrutable, como un cordón umbilical por el que se hallase unido a lo incognoscible2.
Es el punto de conexión con aquello que para Lacan será lo real como imposible.
Relaciono por tanto el ombligo de mi sueño con el de Freud y en este sentido, considero que conecta con lo real. Pero, al mismo tiempo, la imagen que aparece en mi sueño, el ombligo-tapón, es idéntica a la que aparece en una película que vi hace un tiempo y que no he podido olvidar.
Se titula Proyecto Lázaro 3 y nos habla sobre la vida, la muerte y la resurrección por la tecnología . Es una película sugerente, contada a modo de capítulos en los que pasado y presente se entremezclan y que toma la figura de Lázaro, el resucitado por Jesús en la Biblia, para contarnos la historia del primer humano resucitado por la tecnología.
La película comienza con un nacimiento, el del protagonista, en el año 1982. Vemos la imagen de un bebé que sale por primera vez del vientre materno mientras una voz nos pide imaginar nuestra llegada al mundo con la conciencia de estar envuelto en sangre, respirar el aire que penetra por primera vez en los pulmones, sentir la luz, los sonidos, sentir la propia fragilidad, la levedad de los frágiles huesos, de la piel. Pues bien, «así es la resurrección» afirma la voz de Lázaro. Plena conciencia de la fragilidad y el dolor.
Desde el comienzo de la historia sabemos que hay un precio a pagar por la resurrección. La voz del protagonista, narrador de la historia, recuerda su impresión ante las películas que vio sobre Jesús, en las que Lázaro fallecido, convertido en un cuerpo que había comenzado a descomponerse, vuelve a la vida desconcertado, con un gesto de desagrado, «como si pudiera oler su podredumbre», como si odiara a Dios por devolverle a la vida.
Estamos en el año 2084, en una empresa dedicada a la medicina regenerativa que trabaja, en un entorno pulcro y luminoso, demasiado transparente, en el intento de resurrección de personas criogenizadas. Un médico, genio de la medicina regenerativa, Víctor West, será el padre de Lázaro y una hermosa enfermera, Elisabeth, será la encargada de su cuidado, le ayudará en la transición a su nueva vida.
Todo está preparado para realizar una terrible operación a un cuerpo criogenizado en el año 2015. El cuerpo de Marc Jarvis, un hombre atractivo de 33 años, diagnosticado de un cáncer inoperable de garganta y con un pronóstico de un año con buena calidad de vida y un futuro incierto. Sabemos que es un artista gráfico, fotógrafo y creador de una exitosa empresa de publicidad. Tiene amigos, ha tenido parejas y amantes y una relación complicada con una mujer a la que ama desde la adolescencia. Son «los amantes sin momento», título de uno de los capítulos que nos relata la historia de un desencuentro, un ejemplo de lo que Lacan llamó la inexistencia de la relación sexual4. A pesar de su mutuo amor, nunca encontraron el buen momento para estar juntos. Justo cuando Marc es diagnosticado de cáncer se habían reencontrado y esta vez la enfermedad y la decisión que tomará después, vuelven a ser un impedimento para su relación.
Читать дальше