Pasé por la puerta de la cocina pero lamentablemente todo el mundo allí estaba ocupadísimo, así que tuve que arreglármelas sola.
El bar era bastante pequeño considerando la cantidad de personas que se encontraban en el lugar, pero era un ambiente agradable. Las luces eran tenues, el ambiente era adornado por música tranquila, que te permitía hacer cualquier cosa, desde hablar hasta estudiar a gusto. Las paredes estaban decoradas con pósteres de películas, películas de todas las épocas. Era bonito.
Cuando por fin encontré el vestidor, me dispuse a cambiarme y empezar con la labor.
Jazmine, una de las empleadas del lugar, me explico que tenía que hacer, que era básicamente tomar pedidos, recordarlos y llevarlos a la mesa cuando estuvieran listos. Tarea simple. Podría hacerlo.
Mi turno terminó a eso de las nueve p.m., estaba agotada. Trabajaría todos los días, exceptuando fines de semana, de cuatro de la tarde a nueve de la noche. No parecía tanto tiempo, pero era realmente agotador.
Volví a cambiarme de atuendo para poder irme a mi residencia. Me encontraba saludando a los que, de ahora en más, serían mis compañeros de trabajo, cuando volví a ver al mismo chico que había captado mi atención el primer día que llegué a la universidad.
Esta vez estaba más cerca, por lo que pude contemplarlo de mejor forma. Era alto, aproximadamente uno noventa, con brazos bien contorneados y supongo que su abdomen debería estar igual, su cabello estaba bien cortado hacia los costados y tenía un poco más de pelo por la parte de arriba, lo que hacía que pareciera un poco alborotado, algo que sin dudas me encantaba en los hombres. Creo que tenía algunas pocas pecas en su cara, lo que lo hacía parecer un poco más aniñado; era realmente bello.
— ¡Luca!, tío — Observé como un grupo de chicos lo llamaba. Hizo señas como que iría en un momento y me miró; no sé qué hice para llamar su atención, o porque estaba mirándome...
Empezó a acercarse hacia mi dirección, sonriéndome; ¿por qué de repente estaba haciendo eso? Ni siquiera lo conocía.
— Hola, hermosa — Me quede descolocada. Iba a responderle y detrás de mi salió una rubia, esas que salen en el catálogo de Victoria’s Secret, y lo saludó con un beso un poco fuera de lugar—.
No sé si fue por mi cara de decepción -por no haber sido yo a quien salude aquel muchacho- o por la cara de disgusto que puse ante aquel beso, lo que provocó que ambos dos, señorita barbie perfección y señor <>, me miraran como si les hubiese contado un chiste de mal gusto -.
— ¿Y tú que miras? — Me espetó la barbie caminante.
— ¿Perdona?
— Te veo, observándonos, a mí y a mi novio, como si quisieras algo de nosotros, ¿Qué quieres? — Siguió inquiriendo, con aires de diva, ¿Quién se creía?
— ¡Oh, discúlpame! — Mi contestación fue cargada de ironía-, no sabía que no podía mirar lo que me rodeaba — A mí nadie me habla de esa manera. Si algo había aprendido de mi padre era a no dejarme pisotear —.
Siguió mirándome como si quisiera asesinarme, pero no le di más importancia de la que merecía. A su novio pareció hacerle gracia mi forma de contestarle puesto que dirigió una sonrisa cómplice en mi dirección.
Sentí una leve sensación de triunfo, la Lina que quedó en Italia jamás hubiese hecho eso. Quizás poner en práctica los consejos que un día recibí podrían ayudarme a hacerme un lugar en esta sociedad de mierda.
Salí del local con una sensación de triunfo mezclada con algo más que no podía determinar que era.
Coloqué mis audífonos en mis respectivas orejas y emprendí el camino de vuelta.
Tenía que caminar unos cuantos minutos hasta la residencia así que aproveche ese mínimo rato para despejar mi mente.
Le di al botón de play en mi iPod y comenzó a sonar <> de Regard, una de mis canciones favoritas del momento.
Respiré y exhalé lo más profundo que pude, obviamente para sacarme las vibras extrañas que había sentido en el instante en el que se me acercó el tal Luca y emprendí mi vuelta.
No era ni muy temprano ni muy tarde, supuse que el buffet del campus ya estaría por cerrar dado que la cena comenzaba a las siete de la tarde. Me resultaban extraños los horarios en esta ciudad, en Italia acostumbramos a cenar mucho más tarde, pero qué más da, no tenía otra opción, o cenaba a esa hora o no cenaba, y créanme prefería hacerlo más temprano que nunca.
El clima estaba bien, pronto comenzaría el invierno, algo que sin dudas amaba con todo mi ser.
Una ráfaga de viento hizo que de repente no me sintiera tan segura caminando sola por allí. Llámenme paranoica si quieren, pero sentí a alguien detrás mío, siguiéndome desde muy muy cerca.
No quise darme vuelta por si las dudas, aceleré el paso todo lo que pude, pero sin llamar la atención, quizás solo eran mis pensamientos y no pasaba nada.
Cuando entré al lobby de la residencia me sentí más segura. Me atreví a mirar hacia atrás solo para comprobar que en realidad era mi imaginación y nadie me estaba siguiendo, pero entonces vi la sombra de una persona escabullirse entre los árboles del campus, y debo admitir que mi respiración se entrecortó un poco y mi corazón comenzó a latir un poco más rápido de lo normal.
Me convencí a mí misma que era mi imaginación, porque vamos, aquí estaba a salvo, nadie podía ubicarme, nadie sabía dónde estaba, nadie podía hacerme daño.
La puerta de la habitación donde habitaba estaba cerrada con llave, por lo que suponía estarían pasando dos cosas, la primera era que Charlie se había marchado, como siempre, y la segunda era que la mismísima Charlie estuviera dentro con cualquier chico que se hubiese cruzado en su camino. Crucé los dedos para que la primera opción sea la acertada.
— ¡Mierda, Lina! — Gritó Charlie que inmediatamente se tapó con lo primero que encontró. Me puse roja de la vergüenza al segundo de verla en aquella situación. Maldije entre dientes.
— ¡Lo siento tanto! — Contesté sumamente avergonzada. Mordí mi labio y le dediqué una expresión de lamento mezclada con complicidad.
— ¡Vete de una vez! — Dijo Charlie enfadada. Me sentí mal por un segundo, pero ¡vamos!, esa también era mi habitación, tenía derecho a aparecer y desaparecer cuando quisiera. Cerré la puerta algo enojada y recordé que Brittany tenía espacio disponible en su cuarto, así que rogué a todos los dioses del universo que estuviera allí en ese preciso momento, de lo contrario debía dormir en el pasillo, y no me apetecía ni un poco.
Toqué suavemente rezando para que me abriera, pero no obtuve respuesta alguna.
Insistí un poco y nada que aparecía.
— ¿Qué haces aquí? — Dijo detrás de mí la que sería mi salvadora de por vida. Llevaba puesta una bata de baño y traía consigo su bolsito de necesidades básicas.
— Necesito pedirte un favor — Le contesté o más o menos supliqué.
— ¿Recién nos conocemos y ya estas pidiendo favores? — Ladeó la cabeza hacia un costado analizándome y sonriendo un poco también — ¿Qué necesitas?
— Charlie me ha dejado afuera, ¿me dejas dormir contigo esta noche? — Puse mis ojos de consternación, sabía que era un arma infalible.
— Sabía que esa tía era una estúpida — Contestó revoleando los ojos —, venga entra — Pasó por mi lado, no sin antes cogerme de la mano para que la siguiera. Sonreí a modo de respuesta e hice lo que me dijo —.
Capítulo 3
Es sábado por la tarde y como siempre no tengo ningún plan. Había terminado mis deberes hacía un rato ya y me encontraba sola en el cuarto; Charlie jamás estaba. Después del inconveniente del otro día no volvió a aparecer.
Читать дальше